jueves, 30 de agosto de 2007

Hombre de costumbres

Aturdido tras unas ocho horas de sueño, me despierto y busco al levantarme las zapatillas de andar por casa. Como hombre de costumbres que soy -de esos que siguen diciendo septiembre, en lugar de setiembre-, preparo mi café, desayuno suave y después, tras el pertinente lavado dental, me ducho.

La radio me acompaña desnudo y, poco a poco, me visto a golpe de onda. "Cómo sería Extremadura con playa según nuestros escritores" adivino a escuchar. Con un gesto mitad de indiferencia, mitad de desdén, me acerco a la ventana contemplando como un océano tranquillo baña el recuerdo de un Valcorchero verde. Bajo la persiana para que ella no maldiga la luz del primer sol, calzo mis chanclas, cojo mi sombrilla y bajo a caminar por las dulces arenas y las aceras saladas de mi Plasencia.

viernes, 24 de agosto de 2007

Por las calles del arte

Le corría el arte por las venas y le brotaba a borbotones de las arterias cuando le pellizcabas cerca del corazón. Era un artista, un amante de la poesía urbana, una garrapata de la literatura y de la música que se pegaba a ella y picaba hasta extraer toda su esencia. Era libre cuando escribía encadenado a sus versos, bellos como el aire de una noche en la playa, afilados como una chincheta en la arena. Se le pasaba el tiempo entre los dedos, cuando destruía los castillos que un día visitó junto a princesas ranas con las que saltaba de charco en charco por el patio del colegio, embarrándose las botas, mojándose los calcetines, riendo en cada galopada. Era un artista. Ahora lo sé. He oído sus gritos mil veces, los he escuchado unas cien, los he sentido en docena de ocasiones y el otro día, en Málaga, los vi. Se sentó sereno, al lado de Marcos, el Canijo, que cantó por él, porque a él le dolía la garganta de gritar al viento desde su último vaje.

"Y escucho la resaca en mi cabeza
que me llega del celebro hasta el oído
se fue por mi garganta hasta mi alma
se fue la realidad en un suspiro.

Las lágrimas que caen por el filo de mi cara mientras escribo
flotan el humo que espande mi mente callada y esconde mi vida en dos.
Y no sé lo que hacer y en una de las dos me perderé
Déjame ir en paz, déjame viajar
mi forma prohibida en libertad, en libertad, en libertad...

Y he visto al diablo hola que tal cómo te ha ido
me tira del pelo y me canta las canciones que escribí pa mis amigos
yo me imagino cuando chico
con los juguetes y la aspirina
y alucino en mi sueño
el bicho me hizo efecto
la guitarra se me aleja y llora el viento.
Y no sé lo que hacer y en una de las 2 me perdere
déjame ir en paz, déjame viajar
mi forma prohibida en libertad, en libertad, en libertaaad...

Poco a poco ya se fue el rumor
y otra vez como una flor marchita
se me pasa el efecto y todos gritan
hasta las nubes me critican
porque soy un poeta y vivo encadenado al arte y soy callejero
si no te gusta mi camino
y mi nariz agujereada
corre y vete
come con arañas.
Y no sé lo que hacer y en una de las 2 me perderé
déjame ir en paz, déjame viajar
mi forma prohibida en libertad, mi forma
prohibida en libertad, mi forma prohibida en libertad..."

(Poeta Encadenado, Los Delinqüentes: letra extraída de internet: no 100% fiable)

martes, 21 de agosto de 2007

En la Feria de Málaga...

...el burro Biznaga rebuznaba mientras yo encestaba y ganaba un burro que rebuznaba y se llamaba Biznaga.

jueves, 9 de agosto de 2007

Tiempo relativo

Este verano no hace tanto calor como antes. Y es que las cosas han cambiado y el tiempo se ha vuelto loco, aunque yo sigo aquí, torrado bajo este fuerte -aunque no tanto como antes- sol de agosto, muy distinto a ese que se muestra tímido y frío durante enero.

Así, con los ojos perdidos en ese horizonte inestable que dibuja la carretera, recuerdo aquellos largos veranos de la infancia, cuando nos preguntábamos si al final de esa niebla la carretera tendría fin, cuando cantábamos cada curva, inclinándonos hacia la ventanilla y estrujándonos contra el cristal. Recuerdo ahora aquellas eternas carreras por la piscina, el juego de la croqueta, cuesta abajo por alguna colina de hierba que nos divertía en la cima y nos mareaba en sus faldas.

Mareado ahora por los calores, por la necesidad de aire que se adivina entre piernas al aire, ombligos sudoroso -icono de sensualidad-e indiscretos hombros , pienso en la fugacidad del tiempo, en la brevedad de esas vacaciones que disfrutas escuchando esta radio o que planeas mientras simplemente la tienes puesta.

Cuando eramos críos, cuando el conejo de la suerte surcaba charcos, ríos y gargantas, el tiempo se frenaba de golpe en una tórrida tarde de verano. A la vuelta, no había lugar a responder ¿las vacaciones? ¡Cortas! Y es que a medida que crecemos, nos falta tiempo.

Sufrimos delante del microondas, comprobando la eternidad del minuto en día de prisa, un minuto que en la cama se hace escaso, que en el aparcamiento se multiplica por mil y que bajo la luz del semáforo no tiene el sabor delicioso que le da la luz de la luna.

Nos falta tiempo para imaginar y ya no buceamos con mecano por las playas de tu bañera, ya no compramos tapones de espuma ni nos refrescamos en las cataratas de una ducha pública.Y es que el tiempo y las dimensiones, son relativas.

Tres segundos de silencio entre dos adolescentes que se miran se convierte en un mundo de pasiones y cortocircuitos, en una vida de sueños y de fantasías eróticas. ¿Qué pasaría si yo me quedara en silencia durante tres segundos? Mejor no hacemos la prueba.

Vamos, que en este tiempo se han reducido las distancias. Y no es porque ahora todo esté más cerca, porque una hora de autovía se compare con cinco de viaje en un coche sin aire acondicionado. No. Vuelve a tu viejo colegio, a ese aula que ha encogido. Visita a aquel viejo parque por el que te perdías de pequeño, aquellos árboles que explorabas, y verás como los secretos de su corteza se quedan pequeños ante una mirada adulta que se quitó el parche de pirata.

Por eso, bajo este sol de agosto, te invito a sentarte y refrescarte. Así que, coge tu granizada de limón y cómete el desterrado bocata de nocilla que, dentro de unos años, el michelín de hoy no será tan grande como ahora te parece.