lunes, 14 de marzo de 2016

La costumbre de amarte

Te engañé siempre.
Bebí de otros labios, me emborraché de carmines más rojos que el tuyo, respiré como éter el sexo de mujeres que me recordaban a ti. Te quería, pero siempre en otros cuerpos.


Y es ahora, que soy solo tuyo; que cada noche apoyo mi cabeza en tu pecho como quien deja el abrigo en la máquina de tabaco; que tu oleaje me arrastra suave como a un trozo de madera; que finjo ser la roca que resiste impasible la caricia (y erosión) del mar; es ahora, que te amo por costumbre, cuando más infiel me siento.

viernes, 11 de marzo de 2016

35


La casa está vacía, suenan las paredes, sus grietas. Se resquebraja la cama sin la arruga de tu sábana.
A veces oigo el eco de tus pasos. No estás, es sólo eco, el recuerdo de algo que ocurrió, que retumba en mi cabeza, que anida como pájaros, que se espantan al oír tu carcajada. Es recuerdo, me estremece y me hace sonreír, me duele y alivia, me hiere y me sana al mismo tiempo,
Lloro a menudo, o suspiro creyendo llorar, queriendo llorar.
La casa no es la misma sin tu aroma, sin tu luz, sin tu regañina.
Todo huele a silencio, a un silencio áspero, inaplazable.
Camino a oscuras, he aprendido a moverme así, a no tropezar; mis ojos se han acostumbrado a la penumbra sin ti, pero todo es más lento, es inevitable caminar más despacio cuando la luz es una ilusión, eco.
Ya no sé si recuerdo o preveo. Sueño despertar contigo y no sé si es deseo o pretérito. Tal vez sea todo, eco y alarma de ti, del tiempo robado, de arena desparramada, de lodo en las manos, de arcilla en mis párpados, de frío.
Hoy te veré, con los ojos abiertos te veré.
Soplaremos velas y te veré mejor.
Callaremos y te oiré mejor.
Te miraré, contaré hasta 10, hasta 35 mientras me embriago de tu perfume de mujer. Tu olor eriza mi piel, mi mente viaja por tu aroma como lo hacen tus manos por mi cuerpo.
Suave, delicado, con amor.
Lo pienso, lo planeo, lo espero ¿lo recuerdo?
Te echo de menos