jueves, 14 de julio de 2022

Vuelvo.

En unos días tendré el alta médica, el alta laboral. Aún no tengo el alta de psiquiatría, sigo con mi trabajo psicológico y muy pendiente de la evolución del tratamiento para la epilepsia, pero ya se me considera apto para trabajar. Quizá no sea lo más importante, porque no es realmente el objetivo sino la consecuencia, pero me hace una tremenda ilusión poder recuperar también esa parte de mi vida y tratar de hacer una de las labores que más me gusta y con la que soñé desde pequeño. Hace poco me lo recordaba José Ignacio, Joselito, el hermano de Montañés, aquellas tardes en la habitación de Javi grabando citas de narraciones y entrevistas inventadas. Él todavía guarda alguna. Yo perdí todo aquello pero me queda el presente y el futuro que empieza cada día.

Estoy feliz. Y eso es lo mejor. He recuperado la risa, la carcajada, la ironía, atrevimiento, humor, parte de la confianza, el amor propio, el amor por los demás. Quiero como quería y como quiero. Vuelvo a ser cariñoso y a sonreír con frecuencia. Me brillan los ojos al mirarte y al hacer planes. Ya no me da miedo jugar, no salir a un escenario o a la calle, ni quedar con gente ni preparar las vacaciones. Me encuentro bien. No sabría decir si totalmente bien pero sí que me reconozco, me veo en aquel tipo introvertido pero dicharachero que se fue escondiendo hace muchos años, que se fue refugiando en silencios y en soledad hasta que la pena, puede que el odio, la rabia, la frustración y el daño recibido le consumió.

Es curioso que sea feliz ahora. No veas la rabia que me da que esa felicidad no llegara unos meses antes, aunque estaba a punto de brotar. Pero te fuiste preocupado, tras un ataque que lo puso todo patas arriba y una recuperación que se volvía a aplazar. El miedo que teníamos y fue una especie de suerte del destino. Me obligó a retrasar la incorporación y me ha enseñado que me faltaba mucho camino por andar. Ojalá te lo pudiera decir, ojalá te lo hubiera podido contar aquel día en el que nos despedimos, aunque no escucharas. No te puedes hacer una idea lo mucho que te echamos de menos, lo mucho que me duele que te murieras con ese dolor y ese miedo sobre mí. Pero ya estoy bien, papá. Ya estoy bien. Echándote de menos como no imaginaba que pudiera ocurrir, pero estoy bien. Estamos bien. Lloramos, seguimos sin creer que todo haya pasado, daño los lugares y esos momentos que quedaban por compartir, en el que tu presencia lo inundaba todo, pero estamos bien. A mamá le cuesta aún hacer una vida normal, salir a celebrar. No tuvo fuerzas para venir al cumpleaños de Mateo. No las tiene para ir al Olivar si están solo Encarna y Eugenio porque el vacío de tu silla se haría insoportable, tu silencio jugando a las cartas sería ensordecedor. Pero estamos bien. Estoy bien, papá. No sé si curado pero así me siento. Ojalá hubiera una última cena que no fuera como aquella, en la que pudiéramos reír y abrazar mi nuevo yo. 

Voy a volver a trabajar. Volveré a ser tu hijo "el periodista", aunque ya no se lo puedas decir a nadie, aunque ya no puedas hablarlo con el padre de Cobos al que vi hace poco y me recordó todas las heridas que aún tenemos por tu ausencia. Voy a volver a trabajar, papá. Ya estoy bien. Ojalá te lo hubiera podido decir aquel día en el que te vimos despierto por última vez, con esos ojos aterrados para entrar en un quirófano y empezar a dormir para siempre. Me queda el consuelo que tu último recuerdo, seguramente, no sea ese, sino el vídeo de tus nietos y nietas deseándote que te pusieras bien. No te haces una idea de lo mucho que te echan de menos. Candela hasta rezó. Mario abrazó el otro día tu lápida. Mateo quería ver tu cuerpo y no podía entender que no se le permitiera hacerlo si estabas allí.

Papá, te echamos de menos. Y ya estoy bien. La semana que viene recibiré el alta. Después tendré un par de meses de vacaciones para trabajar con calma la incorporación y en septiembre u octubre volveré a trabajar, que no es nunca el objetivo pero si una consecuencia importante. Lo fundamental es que ya puedo disfrutar. Ojalá estuvieras aquí para verlo y hacerlo contigo. Cuántas comidas familiares, cuántas vacaciones nos han quedado pendientes. Te quiero.