miércoles, 29 de diciembre de 2010

La pobreza del rico

Anoche se apagó para siempre CNN+. No es un canal que siguiera con asiduidad, aunque casi todos los días veía al menos uno de sus informativos continuos, me paraba en alguna de sus tertulias durante un rato o seguía, en la distancia de la redifusión, brevemente una entrevista de Gabilondo. Ya ese paseo por el 24horas privado se acabó, se cortó como una inocentada pesada, una broma de mal gusto a la que le siguió el castigo y la ironía.

A CNN+ le sucede en su espacio digital Gran Hermano 24 Horas. Antes, diversión e información convivían, ahora, la tele-falsa-realidad entierra a la búsqueda de la verdad, a la información, a la dedicación de profesionales que aún creen en el verdadero periodismo.

Gran Hermano puede con CNN+. Este es el futuro audiovisual que nos espera.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Padre

Yo, que no leo demasiado, que apenas conozco a los grandes clásicos, que he conocido de pasada a Unamuno y que he disfrutado con mis pocas lecturas.
Yo, que ando siempre medio cabizbajo, con la espalda encorvada, con el peso de mis ideas y mis cuentas.
Yo, que no he saboreado otros labios, ni otros ojos, que no hablo idiomas ni he viajado, que no conozco otro mundo que este que tan bien hemos destrozado.
Yo, que quiero a mis amigos igual que los admiro, aunque no sé si los admiro porque los quiero o los quiero tanto por lo que los admiro.
Yo, que te conocí jugando al ahorcado, llenando espacios, recordando películas, memorizando tus encantos.
Yo, que ahora lloro imaginando mi vida, que siento mis lágrimas amenazar mis mejillas, que me sorprendo riendo acariciando tu tripa.
Yo, que sentencio cada una de mis dudas, que me equivoco cada vez que acierto, que vivo, que no es poco.
Yo, que me apasiono con cada canasta, que sufro con cada gol fallado, que suspiro, amo y odio a partes iguales, que defiendo lo que detesto, que detesto lo que no defiendo.
Yo, que sólo quiero ser una persona, una buena persona, que nací aprendiz de una maestra brillante.
Yo, que no tengo nada que enseñar, que no sé qué mostrar, que apenas sé mostrarme, ni hablarte cuando se trata de mí.
Yo, que tengo tanto que aprender, ahora, tengo que saber ser padre. No para cambiar pañales, sino para que no los manches, no para abrocharte el abrigo, sino para abrigarte, no para que comas, sino para almintarte, no para que sepas, sino para educarte.
Yo, humilde prepotente, que no sabré cogerte, que erraré al mirarte y no sabré como hablarte.
Yo tengo que enseñarte.
Yo, cuando tú, que aún no tienes manos, que aún no tienes ojos, ni boca, ni cerebro para entenderme ni scucharme, tú, ya me has enseñado.
A ser feliz, a ser distinto, a vivir en lugar de sobrevivir, a respirar en vez de suspirar, a disfrutar de ti, de ella, de nosotros, aquí o en la distancia. Allí o a tu lado, a vuestro lado.
Yo, a mis 28 años, tengo que ser padre. Soy padre.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Me gusta

Me gusta ir a comprar los reyes, llenar el maletero del coche nuevo de regalos para los peques, incluido el nuestro.

Me gusta que Patricia se prepare batidos a media mañana, y que me dé uno.

Me gusta pasar el día en casa, tocándole la tripita a Patricia cada vez que me venga en gana.

Me gusta que Patricia llore porque nuestra criatura tiene el tamaño de una lenteja.

Me gusta ver películas, sobre todo de miedo, mientras Patricia se duerme en el recoveco de mi pecho.

Me gusta salir a pasear, despacito, para que Patricia no se canse.

Me gusta adornar el árbol y ser tonto y feliz como un villancico, y ver que Patricia ríe y disfruta.

Me gusta cambiarle las letras a las canciones e inventar juegos nuevos que hacer un futuro ya no lejano.

Me gusta mirarla, observar su cara cuando lee la pantalla del ordenador, dibujar su cuerpo mientros lo alumbra la luz del televisor, saber que está ahí.

Me gusta besarla mientras suspiro de felicidad.

Me gusta hacer reír a Gonzalo y ver como intenta cantar lo que le berrea su padre.

Me gusta andar por todos lados con Alejandro, y enseñarle a decir ¡Canasta!, y ver como mamporrea una pandereta.

Me gusta pensar que pronto haré eso y más las 24 horas del día.

Me gusta tener miedo por no saber. Me gusta ir descubriendo cosas cada día. Me gusta poder acompañar a Patricia al médico y ver, por primera vez, a nuestra criatura.

Me gusta sentir la sensación de que ya todo es diferente.

Me gusta tener una sonrisa todo el día en la cara, porque las cosas ya no son como las semanas pasadas.

Me gusta que Patricia esté embarazada.

jueves, 2 de diciembre de 2010

A mi manera

Noviembre siempre me deja con una voz por decir, con una canción por pensar, un verso por escuchar, un piropo por inventar. Me deja con halo de esperanza en los ojos, con un último aliento que exhalar.

Noviembre siempre sorprende, siempre me arrice bajo su tímido sol, siempre me hace meditar, me cambia para dejarme más igual, siempre altera mi ser, mi querer ser, mi forma de ser, de pensar, de amar, de llorar, mi forma de ver el mundo, su arte, sus calles. Noviembre huele a castañas, sabe a miel en un tazón de cereales, suena a rumba lenta, se siente frío y a la vez, cálido, cercano. Noviembre se ve gris pero no tristes, azules apagados, que no aburridos. Es un azul pacfíco, un cielo inmenso que, si lo gobierna un sol, te cobija entre sus brazos. Noviembre tiene mil colores y, como yo hoy, a cada rato muestra uno distinto.

Noviembre es un mes diferente, es silencioso y a la vez, esconde bullicio. Sonar de gentes, gentío paseando, pensando en amigos invisbles, en visibles hermanos. Sonar de músicas por las calles, de castañeao de dientes, niños corriendo, saltando entre hojas y charcos. Niños. Noviembre es un mes de arte, de encontrarte, de amarte. Noviembre es el mes que en el que nació, en el que comenzó a crecer, en el que llegó, sin avisar, sin casi pensarlo, si tan si quiera imaginarlo... pero deseándolo tanto.

Noviembre se esfumó por la chimenea y en su calor, en su viveza, en la luz de sus candelas, de sus ascuas, en el ardor de su leña crujiendo al fuego rojizo de mis mejillas heladas, nos cambió la vida. Tenía que ser noviembre. Y yo, ahora que noviembre no está pero que nos lo deja todo, que nos invita a pasear por ls hojas que deja caer el calendario y contarlas, y revisarlas, y empañarlas entre lágrimas y miedos, yo no sé reaccionar. Me paraliza la responsabilidad. Me ahoga la alegría. Me aterra no saber. Me enorgullece poder aprender. Me duele no llegar. Me ilusiona verte crecer. Me inquieta el futuro. Me apasiona el futuro. Y en tanto, me disfrazo de noviembre, aunque el viento me desproteja de vestidos y máscaras y no haya silencios porque lo que realmente apetece es gritar. Gritar y chillar y volver a llorar, y abrazarte fuerte hasta alcanzar el sol, la luna. Superar el frío que me hace temblar, respirar hondo y mirarte a los ojos para recordar que, ahora sí, queramos o no, somos eternos.

Joder, noviembre, me has hecho sentir tan inmensamente feliz pero, ¿por qué no puedo sólo disfrutar, por qué tanto miedo, tanto respeto de esta pequeña criatura? Lo seguiré viviendo así, que le vamos hacer, a mi manera. A nuestra manera.

martes, 30 de noviembre de 2010

Amigos

Salgo del teatro. La cabeza me da vuelta. Pienso luego existo. Dudo, luego busco la verdad. Elimino etiquetas, hasta la de hombre, busco nuevas realidad en las que cohabitemos. El mundo cambia, evoluciona, y los mundanos nos mantenemos iguales, involucionamos, retrocedemos. Medio en broma medio en serio pensamos aquello de "todos somos bisexuales". Hoy, aquella reflexión cobra más sentido: "todos somos". Sin más.

Nos colgamos etiquetas, nos dejamos arrastrar por ellas hasta, simplemente, ser etiquetas, ser lo que esperan de nosotros. Salgo del teatro y la cabeza no para de pensar, de buscarle sentido a 1hora y 40 minutos de un texto que, como de costumbre, plantea más dudas, más preguntas que certezas, que respuestas. Y yo cojo el guante. Al tiempo, saboreo cada una de sus valientes apuestos, degusto una obra muy literaria, no sólo por el texto, también por la ventaja que me da el permitirme imaginar escenarios, escenas, lugares,... Obra literaria, más mental que visual pero cinematográfica. Un giro a la concepción de cómo son las cosas, cómo deben ser y cómo deben verse, una pregunta más a si la realidad es lo que conocemos o lo que queremos que sea, nos permite meternos de lleno en el mundo del protagonista, casi tocarle, sentirle a centímetros y construir, no sólo el espacio, sino también la dimensión de su espacio. En teatro, capaz de eligir mucho más allá de la mera escena, del mero escenario. Un primer plano, un plano detalle en pleno teatro.

Salgo del teatro feliz. Me re-encuentro con la verdad de la duda y con amigos. Sí, amigos, de esos que siempre están, siempre te recuerdan (como tú a ellos) que no exigen, pero ofrecen, que siempre -antes o después- aparecen, con una sonrisa en la boca, con una mirada de cariño, con un sincero "cuánto tiempo" y con un "ya hablamos" que sabes existerá en el futuro, aunque desconozcas su momento, aunque sea un futuro indefinido.

Salgo del teatro, pienso, me enorgullezco y me pregunto si realmente me lo merezco. En pocos días me he re-encontrado con viejos amigos que, de una u otra manera, siempre aparecen de la misma forma. Carlos, Isa, José Vicente... José Carlos, Domingo, José, Mario. Todos diferentes, todos tan iguales. Las cosas que me invento se parecen a ti, las cosas que me gustan se parecen a ti, las gentes que me gustan se parecen a ti. Todos ellos, y el resto de mis amigos, son parecidos, tienen un alma igual.

En pocos días he disfrutado de unas cañas y unas copas en las que hemos puesto al día la fugacidad de un año de ausencia, hemos degustado el sabor de un primer menú, una copa de cumpleaños con un amigo que planea su futuro con una gran persona -elegimos a personas, no a hombres o mujeres-, unas canastas con amigos que comparten pasiones, un triple de Teodisic gracias a un buen hombre, generoso y siempre sonriente, como a mi me gusta, una obra con familia y otros que podrían serlo, una película con aquellos que hacen más fácil mi día a día, un clásico con los clásicos de siempre,... He compartido mucho en pocos días y me queda aún mucho por compartir con aquellos que, tarde o temprano, aparecen. Y lo hacen con el mismo gesto sonriente, con las mismas ganas de saber de ti, de compartir experiencias.

Siempre he creído que en las relaciones sociales, en su elección, somos -quizá debamos serlo- egoístas y buscar nuestro bien. Siempre me gusta rodearme de gente que me aporte, que me haga mejor persona, que lo intente al menos, que me permita sonreir, que me planteé dudas, que consiga que emerja mi esencia creativa, que me realice y me ayude a ser feliz. Yo, con mis amigos, intento hacer todo eso, intento encaminarles a ese lugar, aunque a veces no lo consiga o no lo parezca. A mi me agrada ver que tengo a muchas de esas personas alrededor de mi universo, aunque como tal, sólo aparezcan, sólo los vean, sólo eclipsen mi vida muy de cuando en cuando. Aún no sé si lo merezco, pero lo agradezco. Gracias, gente por este mes y por los que vendrán.

P.D.:Siempre he dicho que noviembre es especial, tiene arte y, como ejemplo, un recuerdo:
27 de noviembre de 2008, Ismael Serrano.
28 de noviembre de 2009, El Desván del duende.
26 de noviembre de 2010, La Decisión de John.
(Un día antes, Madrid - Olimpiakos, el arte del baloncesto)

Agnóstico deportivo

Hace tiempo que no practico el catolicismo, que mis hábitos cristianos cambiaron y que mi fe se esfumó. Hace tiempo que el discurso religioso no me convence, no aclara mis dudas, no soluciona ni atiende mis plegarias ni las de un mundo que se desmorona, entre otros, por aquellos que se apropian de unos valores que ni atienden, ni entienden ni defienden. "Cuántos dioses necesitan los problemas del mundo" canta Lichis.

Cuántas guerras entre religiones necesitamos para ver que ambos predican el mismo credo y practican la misma misera del poder y la ambición por encima de la buena disposición de sus creyentes. Nunca he negado la existencia de un dios, jamás la pudo afirmar o confirmar. No obstante, el verbo con el que me tratan de convencer me parece cada día más intoxicado y aquellos que defienden la virtuosidad y presencia un ser supremo, me obligan con sus contradicciones a pensar lo contrario. Podríamos entrar en un debate sobre la verdad, sobre su única presencia a través de la duda, nunca de la obcecación, pero no quiero hoy hablar sobre eso. Escribo este alegato porque mis creencias (o descreencias) religiosas tiene un parecido cada día mayor con mi, paulatinamente, abandonado sentimiento madridista.

Sí. Nunca he sido un aficionado normal. He reído y llorado con mis equipos, he sufrido y disfrutado por igual, he mantenido mi chaqueta siempre en el mismo perchero pero siempre desde un punto de vista objetivo y equitativo. Puede resultar pretencioso o prepotente esta afirmación, pero siempre lo he hecho. Felicité a mi hermano (ahora recuerdo que Calos siempre tuvo algún ramalazo azulgrana -que se potencia cuando juega bien al fútbol-) en las ligas de Tenerife, por mucho que aquellas ligas dolieran a un niño que apenas superaba los 10 años. Siempre he reconocido el gran fútbol del Barcelona de Cruiff, admiraba a Guardiola casi tanto como a Alfonso por aquella época, alabé el buen fútbol del Superdepor y hasta me identifiqué con sus colores (con su lucha) pese a ser yo celtiña y, poco tiempo antes, haber estado lamentando que un dombenitense fallara el penalty que nos hubiera dado el título de Copa.

He sido bastante raro en ese sentido. Nunca he sido hooligan, siempre he preferido el fútbol a los colores, aunque los colores siguieran existiendo. Así, en esa posición de aficionado de un equipo que busca el equilibrio y la coherencia en lo que defiende, en lo que le gusta (si soy, además del Celta, del Madrid es porque en mi infancia era el que mejor fútbol practicaba con la Quinta del Buitre), he celebrado la séptima, la octava, la novena, un gran número de ligas y he visto como se esfumaban otras tantas, como dejábamos escapar Copas y cómo el fútbol madridista se iba desvirtuando y junto a él, mi madridismo.

Me enamoró el Madrid de Valdano. Parecía un tipo elegante al que el poder y el divinismo ha acabado llevándole a decir sandeces y demostrar, cada día, un menor conocimiento del fútbol. No se ha adaptado a la nueva realidad, al tiempo que no se atreve a volver a hacerse cargo de un banquillo. Me enamoró el Madrid de Del Bosque. En ocasiones por su fútbol. Cuanto este decayó, cuando Hierro dio sus últimos coletazos y con él los Ronaldos, Zidanes y compañía, me encandiló su filosofía, su templanza, su humildad ante la vida y ante el adversario, esa que nos ha llevado desde el mayor de los silencios a ser campeones del mundo. En ese momento, como en la iglesia, los sacerdotes blancos cambiaron de sermón, iniciaron su cambio de discurso, demostraron sus contradicciones.

El Madrid se ha caracterizado por ser un club señor, ganador y respetuoso en la victoria, pocas veces perdedor pero honrado, honesto y honroso en la derrota. Su mensaje, cambiando al humilde trabajador quizá algo desaliñado por el de un hombre de traje, corbata y falsa elegancia ha entrado en contradicción con su historia, con lo que hacía que muchos siguieramos esa realidad, más allá de por el mero hecho de que fuera el equipo que más ganara. Yo no quiere ganar, yo quiero ganadores y los ganadores saben perder y, sobre todo, saben estar en la victoria. El Madrid hace tiempo que dejó a un lado esa realidad, como en la iglesia.

El mensaje, la esencia de su fútbol, de su grandeza, siguen ahí, pero ahora más puestos en duda que nunca. Cierto es que sigue habiendo mensajeros (Casillas) que siguen aquel camino, aquella forma de predicar. Pero cada vez son menos. La prepotencia, la absoluta ausencia de una política de cantera, su discurso rancio, siempre prepotente (desde la cúspide hasta la base: Florentino, Valdano, Mou, Cristiano) hacen que a uno le entren las dudas, ¿cómo creer en algo si no crees a los que se encargan de propagar el mensaje, la fe? El Madrid, como la iglesia católica. Seguirá teniendo fieles, los seguirá multiplicando, pero cada día tiene también más contrarios o, por lo menos, agnósticos. Yo, de momento, me declaro agnóstico y hasta tentado por otras religiones que convergen mucho más con mis valores: talento sobre belleza, calidad sobre imagen, técnica sobre potencia. Fútbol sobre mentiras. Villa, Xavi-Iniesta, Guardiola mil veces antes que Benzemá, Cristiano, Mourinho. Humildad sobre prepotencia.

El colectivo antes que el individuo. Si no hay bien colectivo, no hay bien individual.

martes, 16 de noviembre de 2010

Celebremos

Celebremos que el sol sigue saliendo, que el café sigue desprendiendo su aroma, que el vaho calienta nuestros espejos, empaña los cristales en nuestro deseo, que el futuro sigue amaneciendo en tu mirada, que en tu ropa queda algo de mis caricias, que en tu pelo huele a mi ronroneo. Celebremos que sonreímos juntos, hoy más que ayer, que construimos nidos, que la paz habitará en tu vientre. Convenzámonos de ello, de nuestro tiempo. Celebremos que esta sea nuestra mejor siesta, que tu pecho lata en mi recoveco, que mis aliento haga volar tu imaginación. Celebremos que reímos juntos, a carcajada limpia, a boca abierta, con las ganas de un día nuevo, con la luz de una luna llena, con la frescura del rocío, con la paciencia y el color de un atardecer.

Celebremos, que hay más por celebrar que por lamentar. Aunque a veces sea difícil, aunque se haga duro, aunque las horas pasen más lentas en tu ausencia, aunque la distancia destruya caminos, aunque mi vida no se pose en la tuya para echar a volar al rincón en el que anido, aunque la espera se haga eterna y la esperanza tan efímera. Celebremos. Seguro que mañana tendremos más que celebrar. De momento, que ha nacido un nuevo día, que un nuevo sol alumbra tus incertidumbres, tus inquietudes, tus nervios, tu impaciencia, mi intranquilidad.

jueves, 21 de octubre de 2010

Estamos a tiempo

Gotas secas de aromas perdidos, vacío en las entrañas, tristeza en el abismo, sombras de escombros, arena y piedras en los pulmones, sensación de no estar, de estar sólo, incómodo, alejado de lo demás. Mirar alredor y preguntar ¿por qué? ¿cómo? Puentes de escape hacia nuevos universos que son derruidos. Una y otra vez, sueños que se desmoronan, ilusiones ilusas, propuestas y presupuestos agotados, números rojos, ojos ensangrentados por la rabia. Falta vida, falta talento, faltan horas, ganas de hacerlo bien, falta riesgo. Así no existe el éxito. El fracaso es una rutina ¿dónde quedó la fantasía? ¿dónde habita la ambición? ¿dónde vuelan nuestros deseos?

No hay vendas que tapen los ojos de mi esperanza, de mi genio, de mis credos. Sigo imaginando la vida en 24 fotogramas, sigo gritando al viento el deporte, seguiré apostando por el talento, por la razón, por el diálogo. Seguiré buscando el camino aunque la falsedad esconda sus triunfos tras el poder intoxicado, corrompido por el conformismo, por la falta de aptitud, por el miedo a perder lo ganado sin esfuerzo. Anhelos de tiempos pasados menos firmes, en tierras movedizas, en barros de los que siempre salimos, en los que ser felices. Echo en falta la inspiracion, la libertad creativa, la sonrisa, menos "y si...", más ¿por qué no? Poesía, imágenes, palabras,...

Joder, qué difícil es todo. O qué difícil es convencer al mundo de que este mundo es más fácil de lo que creemos. Sigamos intentándolo.

martes, 19 de octubre de 2010

los días en que me decías que todo iba a irme bien.

Aún queda tanto por vivir,
tantas cosas por hacer
aunque pesen los fracasos.
Cuántos veranos perdí
buscando aquella canción.
Siempre estuvo en tu regazo.

Nuestro error nunca fue amar
como si el jodido mundo
acabara en nuestro abrazo.
Que nadie te haga pensar
que no fuimos los mejores
cuando el sol ardía en tus labios.

Vuelvo y te encuentro en las cumbres y en el lodo,
la verdad es que te encuentro en casi todo,
siempre o casi siempre te encuentro.
Quizá por eso vuelvo.
(Parte final de "Vuelvo". Ismael Serrano -Acuérdate de vivir-)

jueves, 14 de octubre de 2010

Crecen

Hace mucho que no escribo. No sé si es por falta de ideas o de tiempo, o quizá por exceso de preocupaciones y de cansancio. Puede ser que, involuntaria o incoscientemente, no quiera compartir lo poco o mucho que pasa en el día a día. Es cansado.

Pero aquí estoy, obligándome, en el paréntesis de mi dia de amo de casa, para, por lo menos, no ver tan atrasado el blog con un mes que ya pasó y quedó en el recuerdo. Ya es octubre, las tardes caen antes, el sol se agota pronto y junto a él, como en primavera, los nostálgicos. El cielo se tiñe de rojo, adormilado entre nubes que ocultan un cielo azul distinto. Todavía no huele a frío, todavía no ha dejado de hacer calor, pero todo se ve ya distinto. Se ve distino San Martín, sin hielo, sin nieve, con amigos. Se ve distinta Gata, entre verdes y caminos, entre vinos y patés, entre lechazo, naranja y pimentón. Se saborean más las piedras, el bacalao, el frío de una pared hecha arte, artesanía para degustar palpando, para saborear en el olor de esos lugares que huelen distintos y que saben mejor en buena compañía.

Alejandro crece, cada día más rápido. Su sonrisa conquista, su mirada tímida, inquisidora, dispuesta a descubrir un mundo entero lleno de sensaciones y planes, de juegos, tierra, patatas y más ilusiones. En su inocencia olvida miserias que no son y que nosotros, aprendiendo de él, deberíamos olvidar.

Gonzalo duerme, o come, o se estira buscando una posición cómoda o te interroga con una mirada penetrante, fija, tratando de reconocer quien anda ahí. No sabe de primeros pasos, de primeros golpes y chichones, de cosquillas y alientos. Sabe de presencias felices que siguen sorprendiéndose con cada gesto novel. Es alucinante.

Patricia se preocupa al tiempo que olvida y disfruta. Ve a sus pequeños, anhela otros cuerpos en sus brazos, parpadea, sonrie e alumbra felicidad con su mirada. En ella, la melancolía más austera. Se sube al nuevo coche y vive, palpa y recorre kilómetros, pregunta para escuchar lo que no quiere oir, pero lo volverá a preguntar. Se desternilla en el silló, rompe a reir con una carjada ante lo más absurdo. Me mira y me ama. Me mira y lo demuestra. Patricia sigue disfruntando de cada segundo esperando que llegue el segundo siguiente, el deseado.

Mis padres son abuelos. Abuelos con mayúsculas. Corren y ya no duelen las piernas. Se agachan y ya no hay achaques, ríen como no pudieron hacerlo antes todo lo que quisieron. Juegan, descubren un mundo entero en los ojos de su nieto, en sus pies, como si fueran las manos de ese pequeño que, en cada tacto, halla nuevas sensaciones, nuevos mundos, nuevos placeres y temores. No hablan de otra cosa pero es que ¿existe otra cosa en el mundo?

Yo sigo igual. Días más felices, días más tristes. Días enfadados por la justicia de un reparto nada equitativo, por la necedad de los que mandan, por la ausencia de prioridades o la confusión al ordenarlas. Soñando con una primitiva, viviendo la realidad que nos toca, disfrutando cada vez que puedo, viviendo tan lejos como a tu lado, echando de menos caricias por las mañanas, añorando soles por las tardes o buscando lunas en tu ventana. Aprendiendo a cocinar, pensando en baloncesto, imaginándome siempre aquí a tu lado y no tan lejos, a veces tan lejos. Sigue siendo difícil la distancia aunque no haya realmente tanta. Por eso sueño con sueños imposibles, con verdades inalcanzables, con los dos en una misma atalaya desde la que observar lo que pasamos juntos, desde donde ver lo que nos queda por construir, por cuidar, por criar.

Octubre tiene algo de melancolía, un sol más apagado, una noche menos fría, un atardecer más rojo, menos cálido. Octubre es tiempo de revolución. A ver si cambio.

martes, 21 de septiembre de 2010

Septiembre

El verano se esfuma entre nubes altas. El azul de cielo cambia, se hace más oscuro, más intenso, más intermitente. Septiembre separa nuestras vidas, nuestros ciclos, nuestros cuerpos. Septiembre se hace eterno, su reloj se para cada segundo, su calendario se niega a dejar caer sus hojas, sus árboles se baten entre el calor y la lluvia, entre el sol del estío y la lluvia de un otoño que se anuncia en todas partes.

Del sopor, de los 40 grados a la sombra, del asfalto ardiendo bajo nuestros pies, quemando nuestras ansias de caminar, hasta el granizo, la tormenta, el rayo. Septiembre se hace eterno, nos calienta como la mirada sensual de una jovenzuela mostrando su hombro y nos golpea duro y frío, como el pedrisco, como la muerte del último político, del verdadero discurso, del hombre de a pie que conoció España y sus andantes, sus personas, sus dolores y quehaceres. Conocer nuestro trabajo y nuestro tiempo libre, las horas de siesta que se acortan en septiembre, las tardes de paseo por las verdes orillas, las noches en terrazas, barbacoas o, simplemente, en casa, a la luz de televisión que no nos ilumina.

Septiembre es tiempo de espera. Espera de rutinas, nuevas rutinas que crear, nuevas tradiciones que construir, nuevos momentos de espera, de paciencia. Una llamada que alumbre un nuevo mundo. No recuerdo pasado antes de ti. Un coche nuevo aparcado en la puerta. Kilómetros por hacer, hoteles que visitar, playas por descubrir, calles y sombras por las que andar, mirar, bostezar y divertir.

Semptiembre son cientos de niños esperando su pañuelo, ansiosos de aprender a atarse los zapatos. Miles de oyentes, o ninguno, centenares de escuchantes, una persona que te atiende y entiende y que observa en su imaginación tu voz.

Septiembre te ahoga en los nuevos propósitos, en las nuevas cuentas. Septiembre te llena de esperanza o de miedos. Septiembre es el nuevo año, pero sin fiesta. Con calzonas o vaqueros, sin corbatas ni cotillón. Septiembre vuela lenta, el verano pasó su aliento por nuestra piel. El otoño debe recordarnos.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Realmente enfadado

"Si dejamos que consuman, nosotros ya no podemos ganar el partido en el tiempo reglamentario" Juanma López Iturriaga, justo antes de iniciarse la última posesión de Serbia

Acaba de terminar el partido de cuartos de final entre España y Serbia del Mundobasket. España acaba de finiquitar sus opciones de revalidar el título mundial y sus opciones de medalla.
Los serbios, subcampeones de Europa hace un año ante España, nos han ganado 92-89 con un triplazo de Teodosic, pero ese escueto resumen, aún siendo real, es injusto para valorar la derrota en un partido -un mundial- con muchas aristas y demasiadas negativas. Eso sí, el mal mayor, la mala defensa (débil y equivocada durante casi todo el partido, incluida la última posesión serbia) y las malas decisiones desde el banquillo en los momentos calientes. Como ya ocurriera contra Estados Unidos, Scariolo improvisa una idea al filo del minuto de tiempo-muerto (último minuto del vídeo)

En ataque nos hemos sostenido en los 27 puntos de Navarro (conseguidos casi siempre en méritos personales más que en jugadas de equipo), en el acierto exterior de Garbajosa-tengo-alergia-a-la-pintura y a un arreón en el último cuarto de Rudy Fernández. Lo demás, nada o casi nada. De hecho, el que debía ser referente interior (Marc Gasol) ha estado gris. Que digo gris, negro. Sin rebote, sin intimidación pese al número de tapones y sin querer buscar el cuerpo contra cuerpo a la hora de atacar el aro final (tendría miedo a ganarse un sillazo). La realidad es que el hermanísimo ha cumplido mis expectativas, ha demostrado estar a años luz de lo que se espera de él y ha vuelto a esconderse en los partidos decisivos (ni el sábado ni hoy ha aperecido como se esperaba, algo que ya preveía tras el choque con Estados Unidos).

La otra decepción (o trastazo previsible) ha sido la de Ricky Rubio. Sin dirección de juego y con toma de decisiones precipitadas y equivocadas (hoy ha hecho dos faltas en campo contrario que le han impedido defender a su nivel posteriormente). Hay una realidad palpable y es que un base bueno pero con lagunas demasiado definidas ve ampliadas sus carencias si no hay un segundo play-maker de garantías en el banco. Es un jugón pero no mueve bien en estático, no tiene capacidad de anotación exterior, se precipita en momentos calientes... Calderón, te hemos echado demasiado de menos.

Aún así, con Llull (por fin le ha puesto hoy de 1, para eso se llevó sólo dos bases al mundial) aportando en defensa y con diversas trampas para ensombrecer o esconder la falta de aportación de Marc (tampoco se ha buscado el juego interior, en defensa de Marc), España se ha mantenido en partido acertando en ataque, pero lo ha perdido en defensa. El primer tiempo (49 puntos Serbia) ha sido de lo más tibio por dentro y por fuera siempre había uno sólo (el acierto de Garbajosa en ataque tiene como contrapunto su mala defensa hoy). Podría hablar horrores de la facilidad con la que anotaron en el primer tiempo, de los fallos en el 2 para 2 desde el frontal -ha sucedido durante todo el mundial-, de la falta de intensidad en el 1x1, de manos abajo en los triples, de llegar tarde o de pasar por detrás en el bloqueo. 49-41, demasiadas concesiones.

En el segundo tiempo hemos empezado más duro, con una defensa individual mucho más cercana que nos ha permitido acercarnos a Serbia. Acercarnos, porque íbamos a remolque, algo que no debería haber pasado y que, lamentablemente, se ha repetido en el último cuarto. No sé si es que creíamos que ya estaba lo más complicado hecho o que hemos pagado el esfuerzo, pero hemos empezado el último periodo menos duros.

Y por si fuera poco, Scariolo ha querido repetir la estrategia que tan buenos resultados nos dio ante Grecia pero sin darnos cuenta de que delante estaba la Serbia de Velickovic, Bjelica, Savanovic y Teodosic. La zona 2-3 nos ha matado. Por un momento nos ha metido en partido (1 de 7 el héroe del partido hasta la jugada decisiva) pero, excediéndonos en su uso, nos ha vueltoa poner por detrás y nos ha obligado de nuevo a remontar una diferencia entre 6 y 8 puntos que, con esta Serbia, es un mundo. Aún así, Navarro y Rudy nos han vuelto a meter en partido y hemos tenido opciones de llegar a ganar el choque tras triplazo del capi, buena defensa y una gran jugada de bloqueo y continuación entre Navarro y Marc. Pero claro, esa es la calidad individual de nuestros jugadores, donde el banquillo no habla, no decide. A partir de ahí, llega el momento de tomar las decisiones desde el frío azul, desde la pizarra y, como ya hemos comprobado varias veces (Turquía, Eslovenia, Estados Unidos, Lituania y, ahora, Serbia) con últimas posesiones igualadas, Scariolo se equivoca y la pizarra se emborrona.

Con 25 segundos por delante, con Serbia en unos porcentajes espectaculares en tiro (llevaba 14 de 29 en triples, por mucho que Teodosic no estuviera tan fino) y con jugadores claramente de mano caliente, creo que lo más conveniente era jugar a incrementar el número de posesiones o, al menos, tener la bola para ganar el partido, no tener la defensa para -como mucho- empatarlo. Esa opción me parece acertada con el tiempo más agotado pero ¿a 25 segundos? Se me ocurren -como poco- hasta 4 posesiones en ese tiempo y que ellos -equipo joven, 22 años de media- noten la presión de la soledad en el 4.60 y, con un poco de suerte, uno de sus ataques sea para remontar y a vida o muerte, no a victoria, a gloria o prórroga. Scariolo optó el camino corto, el del miedo, y defendió o, lo que es lo mismo ¡Jugó a empatar con 25 segundos por delante! (No comparar a elegir defensa en las semifinales del Mundobasket de Japón contra Argentina o en el Europeo de Madrid en la final contra Rusia, ahí defendíamos ventaja. Si fallaban -Argentina falló- ganábamos. Si anotaban -Rusia metió- teníamos bola para ganar)

Dicho esto, Scariolo decide prórroga. Llull con Teodosic y, tras bloqueo, Garbajosa con el base serbio. ¿Buena defensa?, quizá sí (lo he visto después, y no es buena defensa), pero es Teodosic (podríamos haber optado por un 2x1) y ahí aparece la clase de uno de los hombres llamados a escribir su nombre con letras de oro en el mundial. Y la T ya la ha puesto, bueno, yo creo que ha escrito Teo. Por cierto, en el Eurobasket de 2005 pasó lo mismo, también con Garbajosa defendiendo en ese caso a Nowitzki.

Esta vez ha sido Teodosic. Desde casi 9 metros se ha inventado un triple. Sí, triplazo imprevisible, pero evitable a tenor de lo anteriormente contado (mala defensa en zona que obliga a remontar, jugar a empatar en vez de a ganar, confiar en el error de una selección que supera el 40% en triples,...). Aún así, 3 segundos para buscar aquello que 22 segundos antes habíamos firmado (si juegas a empatar, pierdes). Tiempo muerto para marcar y elegir jugada y ahí, los miedos, los fantasmas, los errores y la decisión del elemento sorpresa (que se la juegue Llull, pensaría irónicamente Marc). Con 3 segundos por delante, sólo 3 segundos, y la imperiosa necesidad de anotar un triple, el balón lo pone en juego el que debe lanzar el triple (Navarro). Es decir, renunciamos seguro a un foco de atención para la defensa balcánica y, como poco, a 1 segundo de nuestra escasa posesión -si le devuelven el balón- o elegimos que se la juegue otro.

El elegido, por la forma de mover el balón, es GARBAJOSA. Que tiene buena mano, nadie lo va a dudar pero, ¿qué es el hombre más indicado para levantar el balón, armar el brazo y lanzar a canasta con 3 tíos defendiéndole? Déjame pensar... No me hace falta pensar... MAL, Scariolo, MAL. Sólo observa una vez la jugada y aprecia como el de Torrejón no es capaz ni de tirar a canasta.

Derrota merecida de España o victoria justa de Serbia, no sé como calificarlo, sólo sé que estoy enfadado. Quizá en esa jugada Garbajosa debía haber puesto el balón en juego -yo hubiera elegido a Ricki-, haber bloqueado para librar a Navarro, haber recibido el balón arriba para luego asistir a Navarro. Quizá debería esperar en la esquina para una opción de tiro en el caso de que Navarro (primera opción) o Rudy (segunda oportunidad) no tuvieran posibilidad de tiro, pero jamás debe ser él el que reciba para buscar la canasta. Creo que las imágenes me dan la razón. Creo que todo el partido me da la razón a lo que escribí hace un año cuando pedí que se fuera aunque ganase el Eurobasket (la diferencia, Pau por Marc) o cuando describí lo que ocurrió en el partido contra Estados Unidos (por cierto, fue él quien mandó tirar a 8segundos del final tras un tiempo muerto de dudas y órdenes precipitadas).

Hemos perdido, aspiramos sólo a ser quintos. Estoy realmente enfadado. Adiós Scariolo.

lunes, 23 de agosto de 2010

Yo estuve allí

Pasó el 22 de agosto, uno de esos días marcados en rojo desde hace meses, una de esas grandes citas, inevitables para un personaje cada vez más loco por el baloncesto, cada vez más atrapado por la magia del deporte y por los ambientes rojizos. Pasó el 22 de agosto y lo disfrutamos -muchas gracias, Mario-, aunque la Caja Mágica esté diseñado para los VIP´s y al resto de humanos nos quede lejos el aro. Pasó el 22 de agosto, entre desayunos de un moderno hotel con vistas a un mercado, a un polígono. Entre compras, caminatas por calles cubiertas, costillares y malas señas del Tom-Tom.

Pasó el 22 de agosto y lo vivimos, y chillamos, y pedimos pasos y abucheamos, como otras 10 mil gargantas, el ego, la prepotencia y la chulería. No, no hablo de la selección de Estados Unidos, hablo de Cristiano Ronaldo. Pasó el 22 de agosto y, ahora, ya sólo lo recordamos. Y con el recuerdo, la pena de que ya es tiempo pasado, la tristeza por la lesión de Calderón, la hiel en los labios por la derrota, la furia en los ojos por haber sabido jugarlo.

Pasó el 22 de agosto y con él, el partido de baloncesto por excelencia. Tras un aperitivo insípido, llegó el gran día y, junto al 22 de agosto, un España - Estados Unidos de muchas lecturas. La positiva, que haciendo un mal partido, con Rudy, Garbajosa y Gasol muy lejos de su mejor versión, estuvimos a punto de ganar a los americanos. La negativa, la lesión de Calderón, imprescindible en un final como el de ayer. No estaba bien el paisano, pero se le echó en falta en el último minuto. Recuerdo 3 finales apretados con Scariolo y ninguno lo ganamos.

Pasó el 22 de agosto y no pasó como lo imaginamos. Con la misma impresión que produce en nuestros sentidos la grandeza de un brutal escenario, de un inmenso rugir, España salió aletargada, dormida, ansiosa, nerviosa, cegada por los flashes que retrataban el histórico momento tan deseado. Mala selección de tiro en ataque, incapacidad de correr la transición en defensa. A remolque, sin pívots referencia, sin nadie que ejerciera el liderazgo. Nos costó. Fue la rabia de Ricky, esa chispa que aporta en defensa la que nos alegró. Su nervio me enerva en esos ataques imposibles que, si salen, son geniales pero que, en partidos como el de ayer, incrementan el número de errores permitidos en momentos determinados. Pero es genio y figura, y su genio sacó el de Navarro; así España, sin defender nada, se mantuvo viva. Entre tanto, Reyes -colosal- hacía el trabajo que no le salía a Garbajosa y la grada buscaba a Gasol, a Pau, mientras Marc se veía superado en la pintura (2-8 en el primer tiempo en tiros de 2, sin capacidad reboteadora ni de intimidación).

Acaba el primer tiempo entre muecas de desaprobación y hocicos arrugados. Entre tanto, Scariolo seguía con sus pruebas: 2 quintetos en 8 minutos y Claver de 4.

La segunda parte fue distinta. España salió con el mejor 5 que había tenido en la primera parte: Ricky por Calde, Reyes por Garbajosa. El rival era Estados Unidos, las probaturas habían acabado. Y España mejoró. Mejor selección de tiro, más intensidad defensiva, más lucha, más garra. Más España. USA no encontraba tantos espacios y el juego español comenzaba a brotar, piano piano. Sólo un mal final de periodo, con 3 pérdidas y contragolpes -precedidos de pasos- nos volvieron a poner contra las cuerdas. Pero esto era un lapsus.

España volvió a demostrar, en este 22 de agosto, que puede ganar a Estados Unidos sin Pau Gasol y con los elementos en contra. Aunque la FIBA ya no sepan lo que son pasos, aunque las protestas cambien el rasero de las faltas de ataque, aunque nuestro base NBA se quede en el sitio, España tiene capacidad para reaccionar y remontar a los USA. Y todo parecía en contra porque, cuando mejor lucía la bandera extremeña, llegó el pinchazo. El gesto rápido, la petición de cambio y la carrera andando, cabizbajo, a vestuarios. El mundial para él se había acabado. Continuaba otra fiesta

Allí, entre olas, aplausos y cánticos, la noche se acercó a ser mágica y en este fin de semana en el que los ricos hacen caja, los sueños se tocan, aunque no lleguen a cumplirse. Y no se cumplen, por la misma razón por la que son posibles: por el nervio y la rabia de España. Rubio, que ya había dado muestras de su talento y su exagerada osadía, debe frenar su genio.

El último minuto demostró que la lesión de Calderón no sólo me apena, también me preocupa. La baja del 8 puede ser preocupante si Raúl López no da el nivel, si Rubio no calma su nervio. No sé si la última jugada la eligió él (espero que sí, sería más preocupante que hubiera sido diseñada así desde el banquilló), pero sí creo saber que no fue una decisión acertada. A una canasta de la victoria, tras un partido tan duro, una zona 2-3 no debe propiciar precipitación tal como la vista este 22 de agosto que ya pasó. Mala selección de tiro (triple desequilibrado), en mal momento (faltaban aún 8 segundos de posesión y de partido) y peor resolución posterior. Con aún 5 segundos por delante, pase forzado de espaldas que impide un tiro rápido y cómodo. Derrota.

Pasó el 22 de agosto y con él la oportunidad de ganar a Estados Unidos. Llegará otra, esperemos que lo más tarde posible, el 12 de septiembre, y tenemos que aprender y más ahora que no tenemos al jugador ideal para ese tiempo de situaciones. Calderón se ha lesionado y, visto lo visto ayer, me preocupa, ¿será capaz Ricky de tener la paciencia necesaria para los finales apretados? Visto lo visto ayer puedo estar preocupado pero, visto lo visto ayer y esperando siempre lo mejor de cada uno, soy hoy más optimista que el 21 de agosto.

Pasó el 22 de agosto, el tiempo de recreo, de canastas, de carcajadas a la orilla del mar, de vernos despertar juntos y descalzos, sin prisas. Pasó la feria, la calle Larios, la sandwichera, el olor a sal, la biznaga, la salida 23, la aduana y el barrio de San Fermín. Pasó el verano, o casi, pero llegarán veranos nuevos, otros meses soleados y, entre esas nubes y esos rayos, seguro que ganamos.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Numeritos

Son las 14.53 de un 11-8-10 aburrido y caluroso. Acabo de entrar en el blog de José (me gusta leer a José, pero hacerlo un día libre de agosto es mala señal) y ya me dan vuelta los números en la cabeza, de hecho me pregunto si significa algo ser su lector 174.389.

Iba a contestarle a su entrada, la 28 (anda, los años que tengo) de este año, pero como sería el comentario 17 (número primo) y más que un primo lo veo como un hermano, prefiero hacer una entrada (la 36 del año, la segunda del mes. Me preocupa que yo, con 289 seguidores menos que él haya escrito 8 veces más este año).

Coincido con José en que me gustan los números capicúas, algunas matrículas concretas-o las grandes cifras redondas en los cuentakilómetros- pero he de defender al 3 y al 8 (Piqué y Xavi con España), esos números rosas y amarillos que no le gustan pero que son el favorito de Patricia (Piqué) y el mío (Xavi). De hecho, siempre quise jugar con el 8. El 8 era el de Míchel, el de Stoichkov, el del gran Valery Karpin del Celta, el de José Calderón. Pocas veces llevé el 8, el 6 me perseguía más rápido de lo que subía la banda derecha. Luego, en fútbol sala, el 4 se acomodó en mi espalda. Le tego cariño al 4, detesto el 6 y me gustan los números primos como el 17 o el 19. Me gusta el 2008, ese fue mi año: me saqué la plaza en Canal Extremadura Radio el 17 de enero, le pedí matrimonio a Patricia, me dijo que sí el 15 de abril. El 29 de mayo nos compramos el piso en el que vivimos, de 113 metros cuadrados. Entramos a vivir el 17 de julio. 3 días después, retransmití un España - Rusia de baloncesto en el Multiusos de Cáceres.

No veo colores en los número, pero sí escucho música. La canción 8 de cada disco me suele gustar, de hecho, espero ansioso a la canción 8 de cada disco (Minneapolis y Vivo del Aire en el Desván del Duende) y si no me gustan, me decepciones y si me encantan (Mis condiciones pajareras, de Los Delinquüentes) digo: "ves, la 8", aunque después la olvide. La primera canción que mordió mi instinto revolucionario y abrió mi mente política fue 1,2,3,4 de Javier Álvarez. La primera que escuché de Ismael Serrano con cierta atención fue "Tierna y dulce historia de amor", la 8 de su segundo disco. Algunos dicen que el mejor, yo no lo creo. Es más, si cuentas los discos editados (incluyendo El viaje de Rosetta, recopilación por sus 10 años de música), mi favorito es el octavo (Sueños de un hombre despierto). El siguiente disco que más me gusta, La Traición de Wendy, tiene en su canción 8, Prende la Luz, mi canción favorita. Aunque si tengo que elegir, siempre me quedaré con Pequeña Criatura, la número 13 (otro número primo) ¡Ah! Y si veo un 2 recuerdo esa canción del día "Locos, locos por el 2, locos por el 2".

El otro día estuvimos buscando fotos para hacer el vídeo de mi boda (12 meses y 15 días después por fin empezamos) y me dí cuenta de que las fotos que más abundan son las del 2005, año en el que conocí a José, en el que se casó Javi, en el que nació la Linterna Mágica, con la que hicimos 13 programas entre 3 amigos locos que aún soñamos con Cien mil películas como Habana Blues. He visto 3 veces la película, y me quedan otras cuantas veces por revisarla y, probablemente, echar una o dos lágrimas.

Los números me atrapan, aunque soy de letras pero, precisamente, dejé las matemáticas cuando los números cambiaron y se convirtieron en "x", "y" o "z". Buff, que lío, compañero. Salvo casos extraños, me acuerdo de todas las fechas, el problema es que no sé bien el día en el que vivo. Hoy es 11, ¿verdad? Como digo, suelo recordar las fechas, aunque hay algunas que las confundo. La de José me baila, de forma rara, como él se mueve. La fecha se difumina entre el 6 y el 7 de junio. Es el 7, ¿verdad? A quíen se le ocurre nacer en plenas ferias de Plasencia, aunque eso sirve para no olvidarme del cumpleaños de mi primo rubén. Con mi cuñada Raquel me pasa lo mismo (¿era el 21 o el 24 de marzo o quizá ninguna de esas 2?) y con Mario me ha costado acordarme que siempre nos bañábamos en su piscina el 24 de julio, y no un día antes.

Aún recuerdo la cifra exacta que les tocó a mis padres en la lotería primitiva en el 98: 5.123.938 pesetas por tener 5 y el complementario. Eso sí, no recuerdo bien ni las fechas (probablemente un 30 de mayo o así) ni qué números fueron, aunque sí me acuerdo que fue con la columna de las fechas de los cumpleaños: 9, 14,15,16,25 y 45. Creo recordar que el mío fue el complementario, pero no apostaría ni 1 duro por ello.

Tengo tal memoria para las cifras que suelo equivocarme poco a la hora de decir qué día ocurrió algo. La forma, asociándola a días importantes o señalados, a momentos determinados que, a veces sin saber por qué, se han quedado grabados en la memoria. Tal es así que, haciendo un pequeño esfuezo, podría recordar la fecha en la que hemos ido a las 3 casas rurales de invierno durante 5 años distintos. Solemos ir 12 personas a la casa rural, aunque el número varía, siempre oscila hacia arriba y habremos ido más de 23 personas distintas (incluidos niños) y 2 perros.

Recuerdo las matrículas de mis 3 coches: 1967, 1271 y 1462, aunque con los coches de los demás me fijo más en las letras y en las formas de los números que en el número exacto (sé que el de Rosi, antes de Mamen) tenía números redondeados (9 y 8).

No tengo ni idea de qué números tenía en el colegio o instituto. Siempre estaba en mitad de la lista y bailaban por ser Herrero, siempre detrás de unos cuantos Hernández, como Mario. Jamás he sido el número 1 en nada, tampoco lo pretendo, he sacado pocos dieces en mi vida (en la universidad, en Historia de los movimientos sociales). Eso sí, una vez -en 5º- tuve un 10.75 (valoraba sobre 11 el examen).

Las cifras, los números, cómo aparecen, cómo bailan en nuestra mente. Todo es interesante. Confiamos nuestra jubilación temprana, antes de 65 y se puede ser antes de los 40, a números determinados para jugar al bingo (en mis cartones siempre tienen que estar el 8 y/o el 25, 25 de febrero, 25 de diciembre y, por su puesto, 25 de julio), hacer la primitiva, la Euromillonaria o echar la Lotería del Gordo. La vida son números (¿habéis visto esa serie de La Sexta, Numbers?). Calzo un 42, aunque depende del modelo puedo llevar un 43. Mis pantalones oscilan. Siempre usé una 38, que según engordé se convirtió en la 40 pero que, con el nuevo tallaje, en casi todas las tiendas ha pasado a ser una 30, aunque en realidad ahora uso una 29 que, dependiendo de la marca puede ser una 28, es decir, lo que antes era mi 38 habitual. Esa uso antes del verano. Ahora, sólo quepo (y gracias) en una 29 y nunca, o casi nunca, miro el largo, que debe estar en un 32 para mí. Estos números no me gustan, el mío en este sentido es el 25 y me gustan las ofertas de 2x1 o 3x2 aunque ahora se lleva eso del segundo al 50%.

Son las 15.29 (ahora, las 16-06), estoy tardando 36 minutos (madre, más de una hora) en actualizar esta entrada que, involuntariamente, tendrá 11 párrafos (¿será el 8 mi favorito, será el cuarto, Jose?). Llevo tantos párrafos como años con Patricia, tantos como días llevamos de este caluroso mes de agosto en el que no bajamos de los 36 grados. Los números tienen algo, hasta el infinito que es un 8 tumbado. Todo lo que nos rodea va asociado a un número y, cuánto más grande, mejor ¿o tú no te alegras sí crece el número de comentarios? Bueno, lo dejo, que ya me duele la cabeza con tantos numeritos.

viernes, 6 de agosto de 2010

La felicidad no es completa sin una cabra tocando el violín

Tu locura me vuelve cuerdo, tienes cuerda para rato y no hay día en el que no recuerdo que sin ti mis ratos son más largos. Escribes gotas de agua, dibujas olas en el mar, acaricias versos de terciopelo, ríes e inundas mi mar, lloras y me ahogas, me miras y me desnudo. Aquí estoy ya, en pelotas.

La felicidad no es completa sin una cabra tocando el violín y, aunque no tengas instrumentos, ni haya música, podemos bailar. Tú cantas en silencio, yo berreo en tu eco. El tiempo se eterniza sin tu forma de ver la realidad. Mi realidad es por fin eterna en tu compañía.

Me gustan tus pies. Juegan como un niño, me pisan en la siesta, me acarician mientras duermos. Pizpireta, siempre sonriente, a lo mejor algo gruñona, ¿qué más da? Todo da igual. Ves, hoy no hay felicidad. No hay cabras, no hay mordiscos. Esta tarde será distinto, jugaremos a buscar los ojos, diremos frases absurdas, echaremos carcajadas con anuncios, con peed, con pollas, contigo.

Me gusta tu locura, me apasiona tirarme a tu piscina de sonrisas, de medias sonrisas o de sonrisas a medias. Hay eclipse, eres un sol, de frente y de espaldas. Lorenzo tapa los secretos de la luna que se esconde entre tus pechos. Luna llena, por supuesto. Tú no querías ser divertida, y lo fuiste porque lo eras. Yo quería ser divertido y me he puesto tierno. Mañana, si esta noche me pongo duro, a lo mejor vuelvo y lo intento porque necesito cabras y violines y música que no se vaya en las noches en vela que me paso a dos velas.

miércoles, 28 de julio de 2010

BCN

Menudo calor con el que nos ha recibido Plasencia. 5 días fuera y regresamos para torrarnos al sol o aliviarnos a la sombra de una piscina. Los rayos se expanden por las aceras de esta Plasencia, por sus calles angostas, callejuelas en las que regarnos a la luz de un Lorenzo eterno. Me quedan sólo unos días para disfrutar de la libertad del tiempo, para no atarme a un reloj, a una carretera, a un mundo del que me he olvidado (lo justo) en este mes. Casi ninguna llamada para conectarme al otro lado de Extremadura. No he querido ver tierra, sólo el agua cristalina de estos valles, de la parte del mundo que yo (nosotros) hemos querido hacer verde.

El mes casi entero ha sido para descubrir un poco más los secretos a voces de esta tierra húmeda, fresca, sombría, que nos cobija, da aliento y sentimiento. Hoy hace un año que Rodas nos recibía con toda su hermosura, con el esplendor de sus piedras. Fueron días tan iguales como distintos. Vivir experiencias, conocer mundos, pasear por la historia. Este verano apetecía otra cosa. Y la hemos encontrado. Porque tanto aquí como allí hay amigos con los que compartir, con los que recordar, con los que inventar meses, palabras, anécdotas para después volver a contar.

La verdad es que me he pegado un chapuzón de buenos amigos que no sé si será beneficioso para el calor y la sequía que promote venir el próximo mes. Todos, absolutamente todos, han tenido su momento. Desde el 1 de julio, no ha habido lugar a frenar en esta carretera sinuosa repleta de árboles frondosos a nuestro alrededor. Cenas de baloncesto, música con moraleja, goles para el llanto, noches marcadas por el sonido de los hielos, de una conversación al oído, de risas. Cine para 3, juegos sobre la mesa, una terraza en la que respirar el aire fresco de hace 5 años, un café para prometer 5 años más de vida en común aunque en la distancia, cañas, versos y sonrisas alejandrinas. Vida, al fin y al cabo.

Y entre tanta vida, la constatación de que el tiempo pasa. Un año. Y en ese recuerdo, en esa celebración, la esperanza de que hay lugares, momentos, personas, en la que el tiempo se detiene, espera, te da una tregua y la conversación sigue, aunque haga un semestre, un año o un mundo que quedó inacabada. Hay abrazos que hablan por sí solos. Hay miradas que superan el millar de kilómetros. Hay días en los que la sonrisa te invade y, de repente, media vida se detiene entre tus ojos para recordarte que es sólo una cuarta parte, o menos, de lo que te queda por vivir y que siempre habrá una excusa para volver a vernos.

Barcelona, tan grande y tan calmada como siempre, nos ha acogido bajo un sol templado que ha bañado nuestras ansias de patear nuevas piedras. Sentir en la piel un olor distinto, pasear entre flores, entre edificios imposibles y parques inimaginables, al calor del mar, al sabor a sal o al aroma de frutas jamás prohibidas. Barcelona aparece y con ella, los amigos de siempre. La tradición, de aquí, de allí, del lejano oriente unidas en un mismo espacio. Paella, makis, crepes y mejillones, un buen menú que acompañar con la mejor de las charlas. Una celebración para seguir teniendo asuntos que celebrar. Ha pasado un año, u once, y da igual. Los mismos rostros recuerdan distintos momentos. Me alegro.

Me alegro y me cuesta pensar que, en una semana, se acabará esta libertad y trataremos de empezar otra sin mirar el reloj, ni la distancia.

lunes, 26 de julio de 2010

Recuerdos

Pasa el tiempo, pasa el verano, pasan los momentos, los instantes, las risas. Todo pasa y queda el recuerdo. El presente no existe, aunque vivamos al día sin pensar en el ayer, sin mirar al mañana. El presente no existe, el presente es ya pasado. El gol de Iniesta era un recuerdo cuando lo celebrábamos. El recuerdo nos alimenta y disfrutamos el ahora para celebrarlo más tarde.

En mi recuerdo, miles de momentos. No sé si feliz, no sé si contento. Alegre, al menos. Con amigos, con los mejores amigos que puedas recordar. Julio es tan presente como pasado. Kilómetros que quedan atras. Aguas dulces que refrescan nuestro calor. Aguas saladas que curan nuestras heridas, que hacen olvidar la distancia. Sushi para compartir, o tal vez paella. Aquí o en cualquier parte del mundo, todos son recuerdos y ahí estás tú, tú y amigos, tú y amigos, tú y la vida que recordamos. Recordamos lo que hemos querido vivir y viviremos lo que queremos recordar.

El presente no existe. El pasado es alegría y el futuro esperanza.

martes, 20 de julio de 2010

Julio

El sol golpea la ventana y mi garganta, sedienta, bebe agua en el manantial de tu mirada. Juntos, las tardes son menos largas, el calor se esfuma y en las nubes, siluetas de árboles dan sombra a la chicharra.

La calle se corta con un aire seco que acaricia tu piel, morena, suave como la tela que te viste mientras mis ojos te desnudan. Los termómetros estallan y entre nosotros no hay calor ni temperatura, sólo templanza, vida, montañas que se deshacen en mi mano. No hay tardes, no hay mañanas, no hay noches en las que el sueño no desvele mis deseos, en la que tu sonrisa no duerma en mi pecho.

Julio atraviesa su ecuador con recuerdos repletos de presente, con días bañados en pretérito, por un futuro de luz. El sol siempre arriba, coronando el epicentro del año; el agua, como el cristal, siempre a nuestros pies y, en el horizonte, murallas verdes. Naturaleza, la esperanza, la frescura de un verano nuevo, distinto, que disfrutar. Tiempo para levantar la copa, para brindar con amigos, por el ayer, por el mañana, desde el hoy. Reencuentros y excusas. Recuento de amistades y de anécdotas, de tiempos no olvidados. Hace cuánto, ¿5 años? ¿una semana?

Madrugadas de cine, noches de terraza. Hacemos buenas migas y comemos al calor de las piedras, de la buena compañía, en la frescura de lejanas brisas del sur. Porque el sur siempre nos sigue en este trayecto sinuoso, entre destellos y cobijos, entre árboles y perros que ladran por un baño en la espuma de nuestros misterios.

Julio agoniza, como mis gentes por sus calles. Julio calla en el jaleo de su calor, de su eterno sol, grita en el silencio de sus tarde de siesta, interrumpida por el agua del manantial callendo feroz por la piel de mi Extremadura. Julio nunca muere. Él nos ilumina, nos guía, nos acompaña como sombras de guitarra.

La música invade las calles, el teatro se abre hueco en la escena del calendario, la cerveza brota de las flores bebidas por mosquitos que, inquietos, zumban nuestros oídos como el líquido elemento que roba tu piel. Julio no deja de sorprenderme. Jugamos, cantamos, chillamos al aire, reímos, ganamos y bailamos por fin nosotros; sábanas limpias y estiradas, toallas al río, ríos de vida que acaban en el angosto mar de agosto, en esta estrecha calle de bicicletas y carcajadas de bebé. Tenía sed y este sofocante mes de julio sacia mi garganta.

Os echaba de menos.

jueves, 15 de julio de 2010

La crónica

Prólogo: La impaciencia aparece desde bien tempranos. Los nervios nacen en la garganta. El agua refleja el futuro de una noche eterna, fresca, destinada a soñadores. La selección llega temprano al Soccer City y la afición busca su asiento entre piedras, adoquines, asfalto o taburetes sedientos de victoria. Un sofá con amigos aficionados, una cerveza a la espera de unos labios, un bar repleto de la ilusión y el nerviosismo de la primera vez. El rojo invade la calle, las caras, los ojos mielosos de la vecina de al lado. Los futbolistas calientan, los primeros pronósticos desvelan nuestra optimismo. Que nadie nos desvele de este sueño encantado. El himno entona nuestros primeros gritos. Miradas al cielo africano, suspiros al aire del más viejo de los continentes.

Primero Acto: Primeros minutos, primeras verdades. Dos países, dos estilos, dos propuestas. El toque contra la patada. El control frente a la ira. La paciencia ante la incertidumbre. El fútbol contrario a la prisa. Ramos de flores en cabezas al aire que se pierden por poco en las nubes que nos miran con una sonrisa entre su algodón.

España manda y Holanda sólo agrede al balón. La naranja lo desprecia, racanea en su trato, no lo quiere. No se juega. Los nuestros padecen la falta de ritmo. No hay velocidad, no hay fútbol, sólo peleas, discusiones y un juez que no esperaba esta batalla. El fiscal Iniesta aún guarda su alegato final mientras que Casillas nos hace testigo de la primera bala fallada. España está incómoda y el país inquito. No hay espacios por más que Xavi baile y Busquets oxigene. En largo, Villa se choca ante un muro de piernas enemigas. En corto, Pedro e Iniesta caen en la trinchera adversaria. Tocar, tocar y tocar. Hacia atrás para abrir el campo, para que nos dejen jugar, para no caer en su fútbol impreciso, extraño, a golpes de pulmón, racheado. 45 minutos de nada en la final de un mundial. El arbitraje demuestra las carencias de este colectivo en la cita más célebre, seguida y festejada del universo del fútbol.

Segundo acto: España recupera el balón, recupera el estilo, recuerda el camino. Navas por Pedrito. 3 carriles hacia la victoria, alguna vía de servicio para empezar a carburar, repostaje para llegar al destino. Cesc por Alonso y una nueva vía se abre en mitad de la carretera holandesa, llena de baches, de chinchetas por el suelo y por el aire. El coronel Van Bommel abre fuego, el sargento Xavi manda replegar a sus hombres. Calma, hay tiempo, ya habrá espacios. Comienza el baile. España se gusta, busca el hueco en el que se esconde la Copa. Ahora Villa, ahora Fábregas, más tarde nuestro rostro pálido hará sonar los primeros tambores de guerra. Patadas y más patadas. Fútbol y más fútbol como medicina. El perdón por oficio, la calma por exigencia, la paciencia, siempre la paciencia en el campo. La espera en la grada, en casa, en el bar, en la oficina, en el coche, en la mirada de un país paralizado, inquieto porque llegue el momento deseado, ese instante tantas veces soñado, ese lugar descrito por nuestro optimismo, dibujado cada 4 años y, que esta vez, veremos por fin coloreada. El mundo ansía una señal. Antes, habrá tiempo para algún susto.

Desenlace: La venganza se sirve en frío, la paciencia siempre alarga su llegada, amplía la espera, la justicia nunca ha sido rápida, siempre lenta. Ya no hay más recursos posibles en este juicio. Dos países, dos selecciones, dos estilos. Torres por Villa: ataque contra defensa. Hambre de victoria ante el conformismo de la pena máxima, de la suerte indiscriminada. España manda, España busca, España quiere. Holanda espera. Primero pega y luego corre. Cobarde manera de afrontar la última de las batallas. Y en una de esas carreras, el susto en el cuerpo. Todos palidecemos, todos nos quedamos sin el aliento de Puyol. Robben nos gana por zancada, Piqué incomoda y Casillas, eterno Casillas, nos devuelve el aire. El holandés siempre quiebra a la derecha. Camino equivocado.

El partido agoniza y el país reza oraciones paganas a los dioses africanos que marcan nuevos sones a ritmo de vuvuzela. Una falta que da en la barrera, un nuevo error arbitral para hacer justicia y una nueva oportunidad para re-escribir la historia. El país, aún pálido, no quiere más sufrimiento. Todos blancos, todos somos Iniesta. Navas comienza la jugada, el 6 la prolonga de un taconazo, Cesc abre el campo y Torres tiene su momento. El mundo se para. Todo frena. El tiempo marcha despacio, los espacios se evidencian y el fútbol es una fantasía, un arte fácil de dibujar. Al Niño se le agarrota la pierna y, de un mal pase de un jugador mentira sale la verdad a la luz. Entrelíneas, como se leen los contratos trampa, como se firman los documentos que nos atan de por vida, Cesc rescata un imposible, gira y halla el brillo. Camina hacia a la luz el balón y allí aparece la estela azul de la última estrella en apagarse. Iniesta impulsa un sueño a la red, Iniesta invade nuestras gargantas. Un grito, un impulso, una pasión, una emoción, una verdad mundial. España campeona del mundo.

Epílogo: Lo que después sucedió, lo recordaréis entre sonrisas. Las lágrimas del capitán, abrazos sobre el césped, la alegría compartida a miles de kilómetros, desde el verde césped hasta el agua del manantial, de las fuentes. Refrescante sensación para celebrar la imagen del mejor portero del mundo levantando la Copa de Campeones alentado por decenas de compañeros. Luego llegarían los besos, tanto en Sudáfrica como en España, las miradas de felicidad por las calles, los abrazos a amigos, novias, familiares y desconocidos, las cervezas, las copas, el agua, el brindis, las fotos, las caricias en la cama, los baby-boom, los secretos de una noche inolvidable, eterna, inesperada, mágica que dicen, empezó a brotar cuando Casillas sacó su bota, que nació cuando Iniesta cerró los ojos, mordió flores y soño que ese balón iba dentro.

España, campeona del mundo

lunes, 5 de julio de 2010

Armamos la Mundial

Ya han pasado cuatro días desde esta instantánea. El momento que refleja la felicidad de los millones de españoles que celebramos la victoria de nuestra selección, el triunfo del fútbol sobre la patada, de la paciencia sobre la carrera, del toque sobre el golpe. El domingo 11 de julio fue un día feliz. El fútbol, ese deporte mayoritario en nuestro país, denostado, en ocasiones por envidias, asociado a la incultura o a la brutalidad, sacó a la calle la alegría desbordada de personas iguales. La sonrisa invadió las aceras, el rojo sacó los colores de los políticos y la ciudad respiró realidad, respiró un mundo nuevo, distinto al que nos hacen creer que existe. Ese de las divisiones, de los mundos enfrentados, de los dos países, de los colores desteñidos, de la furia entre trincheras inexistentes. Todo eso no existe. Sólo hay pasión, sólo hay voluntad de celebrar, de vivir mientras nos dejen, de invertir un 5% (de media) , en vida, en nosotros, en ti.

España nos hace creer, ver una España nueva, diferente. Ventanas abiertas al gol. Agua para nuestras ropas, manantiales en nuestras gargantas, lágrimas de ilusión que sólo saca el fútbol, gritos de furia, furia contenida en un gesto paralizado que observa ante una pantalla gigante la ilusión arrebatada años atrás y que hoy, la historia, se encarga de regalarnos.

El fútbol es fútbol y la pasión es vida. Que no nos roben ninguna de las dos circunstancias. Que no encumbren astros irreales, que los ilusionistas de fotografía, pelo engominado y abdominal no ensombrezcan el rostro pálido del juego verdadero, que el dinero no ensucie el verde en el que nos movemos, no embarre el balón. Que la bola ruede por el piso y, si no hay espacios, si no hay esperanzas, los inventamos. Creamos en la verdad. El mundial de Sudáfrica nos ha recordado cómo se debe vivir.

Disfrutemos y no nos dejemos engañar por problemas creados, que nos guíen las soluciones. Déjennos celebrarlo eternamente. Disfrutemos del fútbol y no que no nos engañe la FIFA o el FIFA. Los astros son los que crean Balones de Oro, no los que los compran. El fútbol venció a los que comercian con él, a los que mercadean el arte de tocar y tocar. Lección soberbia de un país, de una generación que representa a una juventud ávida de sueños, cansada de que nos los tapen, nos los oculten o nos los quieran taponar.

Iniesta nos hizo gritar al unísono, nos permitió llorar de alegría, mandó abrazarnos a amigos, mujeres, familiares o desconocidos. Iniesta, ese joven páliducho, delgadito, sin abdominales, medio calvo y callado, mandó callar a las portadas, copó el protagonismo, tiñó de blanco la esperanza y brilló como la copa que su zapatazo alcanzó tras 116 minutos de tensión.

116 minutos de sufrimiento, uñas mordidas, gritos al aire, desdén hacia un arbitraje permisivo y aplausos a 625 líneas que se dirigían a una misma meta. Sufrimos en cada carrera de Puyol, sobre todo en aquella que le venció Robben. Suspiramos en cada parada de Casillas, sobre todo en aquella en la que el pie frenó a la amarga naranja. Lloramos en cada patada, sobre todo en aquella al pecho de Xabi Alonso. Bailamos cada nota musical de Xavi Hernández, sobre todo cuando no había pista y él frenaba, pisaba, daba media vuelta, inventaba un nuevo paso y encontraba un nuevo pase. Si no se puede, gira. Si no lo encuentras, para. Si no hay futuro, aprende del pasado. Si no hay delanteros, estará Iniesta. Ellos se asocian. Aunque los tulipanes escondan fusiles en sus botas, ellos creerán y crearán. Y si algún día pierden, estará Busquest, o Piqué, para que el fútbol gane, para que la melodía del 8 suene en el mundo entero, desde Cáceres hasta Buenos Aires, de Mérida a Tallín, desde Plasencia hasta Minneapolis, desde Johannesburgo hasta Madrid, desde mis ojos hasta los tuyos.

Puede la paciencia, vence la belleza, la poesía verde, la música del balón, la nota del canto del gol.

España campeona del mundo. El fútbol vence la atalla.

martes, 8 de junio de 2010

Boceto de esperanza

Recordaba momentos no vividos, días pasados por otros, instantes no sé si futuros, pretéritos de otros lugares, de otros mundos, de otros seres. En su cabeza, como si de un recuerdo se tratase, se dibujaba la imagen de esa chica. No la conocía y, sin quererlo, la amaba. Al fin y al cabo, no era en realidad un recuerdo, sino un deseo. La pintó en su mente igual que un niño colorea por primera vez una hoja en blanco. A rayones, con fuerza, con los colores más llamativos de su caja de ceras, con los tonos más brillantes de la paleta que ese día el sol le ofrecía.

Dibujó un sol radiante. Esbozó unas montañas, pese al sol, nevadas en su cumbre. Adivinó ver algunas nubes, blancas, altas, de primavera, en un cielo azul intenso. Nubes de algodón en las que reposan los temores más escondidos, en las que esconder los miedos de un mundo al que prefiere no mirar, nubes a las que elevar las penas para que mañana lluevan tristeza y el agua de mil lágrimas limpien las calles de ciudades sin empleos, de barrios obreros sin obras pero siempre comidos por la silueta de ese gran dragón, de esa grua que ensombrece callejuelas donde ya no serenan mujeres al caer la noche, donde el silencio se apoderó de las lunas y ya no hay sillas en las que recordar que esta noche refresca al tiempo que una rebeca calma la brisa de una nueva mañana.

Pintó el mundo que imaginó, el que quiso recordar, el que quería construir y se negaba a negar. Pintó un mar cristalino, sin petroleros ni pelícanos aturdidos por el olor a gasolina, sin peces muriendo en orillas atascados en trampas imposibles, con niños que construyendo castillos donde nunca habitarán princesas, sólo proletariado y jóvenes bellas, de pechos voluptuosos, de teces doradas por un sol que quema las entrañas y que alivian sus pies y sus penas en la espuma de un oceano que no separa continentes, que sólo refresca sin beber refrescos vertido en sus algas, que baña en su piel el corazón de un sol naranja que pace tranquilo a la espera de una nueva mañana.

Pintó montañas, un bosque, un mar con su cala blanca, un paisaje urbano que inspiraba música, que regalaba poesía por las calles, por sus parques, por sus rincones más sombríos y por sus terrazas más soleadas, una ciudad donde no habitaba el miedo, donde los suburbios no escondían ni falsas esperanzas ni mentirosas leyendas de cruces y navajas.

Pintó todo aquello y, en medio de la nada, en medio de su recuerdo, de su deseo, vio aquella casa. Una casa pequeña, quizás algo fría a la sombra de olivos y encinas, una casa imaginada por críos, con un perro en el jardín, con un pequeño balcón cubierto de flores en la primera planta, con un techo de madera de roble que cubría el pequeño doblao en el que dormía ella. No la conocía pero ya la amaba. Amaba su eterna sonrisa, esa que siempre recordaba, su mirada dulce por la ventana que descubría un mundo entero aprendiéndose la estación de tren.

Ella inventaba vidas. En cada maleta veía planes de futuro, de presente. En cada abrazo, aunque fuera entre sollozos, ella lloraba una historia de amor, una despedida, un hasta luego, un reencuentro de felicidad de vuelta a Buenos Aires. Las largas vías le servían para pensarse en otros mundos. El reloj de aquella estación, para evadirse de su tiempo parado. El suave latir de la locomotora, para imaginar nuevos sones, canciones por descubrir. El frenético ritmo parado de la vida de la estación para creer que, algún día, alguien la estará esperando.

Así la dibujaba siempre él, mirando por la ventana, dejando a sus espaldas la oscuridad de una habitación melancólica, con paredes repletas de recuerdos, de colores pasados, de historias vividas años atrás. La imaginaba bajo el olor a café recién hecho, a semillas que marcan el latir de su corazón al compás del viejo molinillo. La retrataba en un tono sepia, como las fotos de boda, con el detalle del lunar de la bella novia, con la ilusión en sus pupilas, con el nervio en su retina; sepia como los retratos de aquellos antepasados que inspiran ternura, en los que la arruga del carrete deja ver la labranza, los aperos, el pañuelo al sol del sudor. La recordaba, aunque nunca la había conocido, aunque la había inventado, en pasado, en un tiempo no aprovechado, en un momento no vivido, quizá irrecuperable. La amaba y la echaba de menos. A ella, a esa vida que se escaba en el tren que daba el último aviso al soldado que marchaba a la penúltima batalla entre los gemidos y gritos de una madre comida por el dolor de una realidad cruel e inevitable ¿o no?.

Miró el lienzo, el gris de esa parte del cuadro rodeado de un arcoiris de sensaciones. Recordó aquellos versos, aquella prosa que emulaba tiempo con colores, sensaciones con pinturas. Un frío azul estremeció su cuerpo. Borró la estación de tren, sus vías a otros lugares, su futuro y su pasado. Borró también los abrazos, los tiernos besos en la mejilla, el ósculo de protección en la frente, los te quieros olvidados en el andén, las lágrimas de alegría tras años de espera, la bella dureza del rostro rudo de un chico que emprende y comienza su carrera. Una tristeza amarillenta invadió sus ojos. Dejó el reloj y, con él, las horas en el banco mientras llega el tren, mientras se detiene el vagón, la impaciencia, la inquietud por el momento deseado, las esperanzas de futuro, proyectos e intenciones anotados en una libreta adolescente que se ilusiona con una nueva llegada. Una pasión rojiza erizó el vello de su piel, la piel de la joven que suspiraba en la ventana. Recordó entonces porqué la amaba.

viernes, 4 de junio de 2010

Trazos de deseo

Bebo del mar de tus pechos

Naufrago en el desierto de tus manos

Suspiro por alcanzar el fin de tus piernas

Y emborracharme en el calor de tus labios

Muero desde mis adentros

por tenerte a mi lado

por disfrutar de tu belleza mañanera

más hermosa que la de aquella cena.

Sueño con aquella rosa

enredada en tu cabello

imagino mi boca

arrastrándola por el cuello.

Mordiendo mis labios

conteniendo mis deseos

deseando tu placer

volando hasta tus miedos.

Tiemblas en la noche

Tu frío son mis dedos

Tus nervios son mi aliento

Tu mirada, un destello.

Amor, infinito amor

Eterno paseo

por la sombra tu silueta

por la luz de tus caderas

por mi locura, por tu cuerpo.

Belleza Cotidiana

Pido dos euros para comprar poesía
canto canciones, te grito en afonía
me pierdo en tus melodías.
Melodias de caderas
bailes sin monotonía.

Despierto entre sudores,
me siento en tus rodillas
rezo por tu regazo en tu belleza
belleza cotidiana,
sin fin ni mañana
sin mentiras.

Rebusco en mis libros,
ojeo en tus películas
recito verbos, repito citas
revivo días que vivimos
sin luz, ni luna, ni velas. Sin orgías

Pido dos euros, compro poesía
poesía de tus ojos,
de la arruga que adorna
tu risa.

No te pintes, deja que te vea.
Tu piel suave,
tu mirada
pícara
tu regañina.

El sentimiento, por un día, de que eres mía

Pide dos euros, enséñame poesía
poesía de tus labios,
de mejillas sin saliva
de ojos mostaza,
de mirada atrevida

Descúbreme tus encantos,
invítame a hacerte compañía
acompañame en esta vida
sin artificios, sin pinturas,
sin verdades postizas.

Sólos tú y yo
Tu belleza en mi agonía
belleza cotidiana que enloquece mis manías
El sentimiento, por un día, de que eres mía

miércoles, 2 de junio de 2010

Afuera llueve el sol
Se derriten el horizonte y mi voz

martes, 1 de junio de 2010

La sombra al sol

Esperaba debajo de una encina, aliviado por su frondosa sombra que se extendía a lo largo y ancho de la espesa dehesa. El sol castigaba cualquier atisbo de movimiento, cualquier intención de caminar entre las malezas, en búsqueda del canto desafinado de la cigarra, del caminar altivo de la hormiga, de la carrera ligera de una liebre que persigue la fiebre de unas faldas que, otras primaveras, sirvieron de sábana a dos cuerpos adolescentes que aún no han descubierto todas sus fantasías.

Con el gesto de un dibujo animado, como sacado de una película americana de los sesenta, de un libro con pasajes repletos de paisajes, como una imagen de Tom Sayer antes de navegar por el Mississippi, mordiendo un pequeño hierbajo, una paja aún verde, perdía su mirada en un horizonte que volaba entre nubes, buscando -o quizá recordando- aquel viejo lago en el que saciaban su sed reses bajadas de otras praderas, amantes que nadaban, palpaban la luna en un refrescante baño de estrellas, reían a boca llena, a carcajadas de promesas que incumplir, de huidas por planear.

Se imaginó como aquella tarde de septiembre, desnudo, bajo el agua fresca y cristalina - así al menos lo recordaba él, pese al verdor que le otorgaba al líquido elemento las hojas (quien sabe si de menta) que bajo sus pies, muy por debajo, servían de fondo al pozo de frescura en el que se bautizaron amores-.

A su alrededor, la paz del campo se irrumpía por momentos por el lejano motor de una mobilette conducida por algún intrépido joven que salía del campo al encuentro de su efímera pareja, esa dulce muchacha de cabello liso, de sonrisa tímida, de tez blanca, pálida, de mejillas pellizcadas que coleccionaba poemas y cuerpos a los que recitar en las hojas de su carpeta. En la distancia, el lento caminar de un tractor se perdía en la niebla de esa fina línea que separa el tiempo, en la que se paran pasado y futuro, en la que el presente no existe.

Una cosechadora ara trigales. Una barbacoa incumple normas de estío y su calor es menos al cobijo de una bota de vino, un litro de cerveza, una cinta de panceta sobre pan del día. Bullicio de familias que viven en domingo, que festejan la libertad del campo. Niños corriendo de un balón, dos camisetas y dos piedras por porterías, un perro que ladra mientras las niñas saltan a la comba y repiten retahílas, una camisa de padre manchada a la altura de la panza, una mujer sentada sobre una esterilla, una pequeña alfombra persa en esta mansión que es la naturaleza extremeña. Una pareja duerme la siesta antes de que le sorprenda el frescor de una tormeta de verano.

Mirase donde mirase, veía vida. La soga cuelga del árbol y él, con las gafas de sol aún puestas, se lo pensaba. Ya no era un niño para correr y jugar a "tula". No era un adulto al que guste sazonar chuletas al olor del carbón de encina, de troncos sin corcho, de maderas quemadas y hojas que arden como la realidad de sus noticias. Quizá esa soga pudiera tener en su extremo un neumático, una rueda en la que columpiar sus penas, en la que balancear sus recuerdos hasta acordarse de aquella mañana en la que fue feliz, aquel atardecer en el que el agua era roja -así al menos lo recordaba él-, aquella madrugada en la que los grillos le regalaron una canción de amor, una melodía que se perdía con el primer bostezo.

Se levantó. Miró a su alrededor, descubrió un pequeño conejo saliendo veloz de entre los matojos secos que quedaban a su espalda; creyó ver a Alicia jugando a la petanca con viejos de caras duras, curtidas por los rayos, por la vida, por la historia de un trabajo labrado a golpe de hoz, magia para juntar haces; le pareció ver a una mujer tumbada al fondo, tras un seto, escondiendo virtudes, destapando vergüenzas, sonriendo -pícara- a una vida nueva, invitándole, no a él, a otro, al infierno de sus carnes, al cielo de sus labios, de su boca, de virtudes aún no descubiertas.

Caminó lento, taciturno, pensativo. Pisó el espeso verde, ahogó sus pies en su esperanza y caminó. Atrás dejó la encina, el lago, las voces, la alegría, el sexo, la luz. A su espalda dejó el sol, también la sombra, la luna de la que una noche se descolgó, él con su voz. Abandonó la dehesa, las estrellas que iluminaban el negro cielo, el azul futuro, el abundante mar interior, el firmamento, el frescor de la calida hierba. Cruzó la alambrada, la valla de madera -algo podrida por el agua- que separaba mundos, que unía pensamientos y sentimienos, que eliminaba fronteras. Caminó y marchó.

Nadie le volvió a ver por allí.

domingo, 23 de mayo de 2010

Imposibles

Apoyado en la barra, con el brazo inerte, sin preocuparse de la suciedad que su manga arrastraba tras horas de copas y refrescos sudando sobre el mármol ya resquebrajado, desde esa posición miraba fijamente al mar que en su horizonte se desvanecía.

Mirada borrosa que oteaba botellas sin mensajes, vidrios color de un océano en el que nadar hasta selvas infinitas, hacia playas desconocidas, hacia nuevos soles con los que soñar. Soñar con estrellas y lunas llenas donde recitar versos y repartir besos escondidos en servilletas que recitan poemas, que esconden números de teléfonos, que anhelan sexo donde el amor se pierde en el aliento del último whisky, entre piernas que nunca acaban, que nunca llegan

Un rostro como tantos, perdido en la noche, en la madrugada, quien sabe si ya ha amanecido ahí fuera. Gesto de indiferencia, de dolor asentado, con raíces en la soledad no buscada, en la desesperación de cada noche. Sonrisa roída por la espera que unos ojos, verdes como aquel cristal, azules como el mar del norte, negros como sus pulmones, como la boca que no encuentra, le devuelvan la mirada, asienten sus sentimientos, acallen el ruido de mil mujeres que prefieren otros labios, otras camas, otras cicatrices para curar, para soplar, para nadar hasta la orilla de deseos escondidos.

Pasará una noche azul, sin cometas a los que agarrarse, sin vida detrás de esa barra, la única a la que puede sujetarse, la única que le ofrece música lenta mientras su cuerpo mece, borracho, en la sobriedad de un día más en el que el calendario no tiene días en rojo. Apurará su trago y se marchará o, inmóvil, permanecerá a la espera de que una suave voz le ofrezca un rincón mejor donde apoyar la cabeza. Y entonces aparecerá Morfeo, y le mostrará un mundo posible, donde no haya recortes, donde el hombre es hombre, donde los espejos reflejan verdades, donde los bancos devuelven dinero y las ropas no distinguen a la gente. Donde no hay miedo a salir a la calle, donde no hay suburbios y las alcantarillas no esconden colillas fumadas por los que dominan un mundo inhabitable.

Apurará su trago de ginebra, amargo como el sabor del último beso que probó, sin saber que era el último, amargo como la última nómina que cobró, sin saber que era la última, como el último adiós que su mujer le dio, consciente entonces de que esa puerta no se abriría más, como no lo hará la de aquel despacho en el que pagó el error de otro. Busca en su bolsillo y, entre hilos, encuentra el fondo de su sed, el vacío de un alma que un día cantó por las calles. El eco sordo de su alma gritará revolución mientras sus ojos atisban el último hielo.

Apurará su trago y marchará con la esperanza de que afuera luzca el sol y en las calles las flores hayan vencido a los sofistas y la esperanza tiña de color el gris de una corbata que en la televisión dicta normas y leyes, ajustes y fríos para el verano. Saldrá a la calle y creerá en el diálogo, en el verbo, aunque sea incapaz de articular palabra.

martes, 18 de mayo de 2010

Deporte es cultura.

No la cultura del teatro, del patio de butacas, de colores sobre el lienzo. No. Deporte es cultura de la calle, de aprender de la victoria y de la derrota, de saber ganar y perder, cultura de convivir y competir.
Cultura del bar tapa en mano y comentario a viva voz, la cultura del verbo, de la charla, del paseo por Pintores, Cánovas, Menacho, la Calle Santa Eulalia o la Calle del Sol hablando de fútbol bajo macetas de colores y sintiendo los colores de bufandas y equipaciones que defienden y definen a una ciudad, a una región. No lo olviden, como diría Piti Hurtado:

Deporte es cultura.

viernes, 14 de mayo de 2010

La Ciudad Definitiva

Te vas a la ciudad definitiva sin mí, perdonarás que no te vaya a despedir.
La noche corta como un cristal roto y tú estarás tan triste como hermosa.

Tu luz quemó mis naves cargadas de incertidumbre y el corazón que sobre tu mesa yo puse para cenar la noche en que nos dispusimos a saltar de la mano al precipicio.

Y yo procuraré sonreír más a menudo y acostarme a una hora prudente.
Tú me enseñaste que afuera siempre me está esperando una nueva mañana, como aquella nuestra, radiante y soleada. Como aquella nuestra, radiante y soleada.

Te vas a la ciudad definitiva y en Madrid quedamos huérfanos y enfermos. Te vas a reír, pero pregunto cada noche a los fantasmas que habitan mis bares cuándo vuelves a casa. Los días caen lentos como el polen de un árbol cubriendo todo mi jardín de desencanto. Un sucedáneo de la vida será al fin el tiempo que he de recorrer sin ti.


Y yo procuraré no suspirar tan a menudo y acostarme a una hora prudente. Yo sé que afuera, inevitablemente, me está esperando una nueva mañana –lo prometiste– radiante y soleada.
Y tú procurarás cumplir con lo que has prometido, ser fuerte y devorar la manzana. Has de pensar, cada nueva mañana, que un tipo a menudo piensa en ti y sonríe aunque quizá no sean sus días más felices.

Y yo procuraré mantener la luz encendida por si se te ocurre volver de repente. Alumbrará este recuerdo incandescente el camino de vuelta, aquel que trazaron antes viejos fugitivos, nuevos amantes. Viejos fugitivos, nuevos amantes.

Y yo procuraré sonreír más a menudo y acostarme a una hora prudente. Tú me enseñaste que afuera, siempre, me está esperando una nueva mañana como aquella nuestra, radiante y soleada.

Te vas a la ciudad definitiva sin mí.

(Ismael Serrano, Te Vas -Acuérdate de vivir, Abril 2010-)

miércoles, 12 de mayo de 2010

Si esta es la izquierda...

Parecía el momento adecuado. Las bolsas caían, la especulación se ponía por fin en duda, la actuación de los bancos, del FMI quedaba en entredicho, el sistema capitalista, en su habitual ciclo, era golpeado con fuerza por la falta de liquidez y por el movimiento de dinero invisible, inexistente. Parecía el momento del cambio, de confiar en las certezas, de acabar con las desigualdades, de bajar los pedelestales, de confiar en el proletariado, el trabajador que había sacado adelante un estado irracional y que seguía a duras y maduras.

Pero no. Todo lo contrario.

Se ratifica lo peor, se hacen más coronas, se confía más en el BCE (que cada mes se equivoca en sus previsiones) y vuelve a cargarse las culpas, y las soluciones, en el trabajador. Vuelve a pagar el mismo, el que no vio los beneficios exagerados y abusivos de aquellos que no dudaron en poner la mano cuando todo se tiño de gris y los cimientos de la economía de mercado se tambaleó. Pagaremos más intereses, más iva, más por la luz. Cobraremos menos ¿cómo la haremos?

Si esta es la izquierda, de donde estará cogiendo la mano derecha.

Y como él, el maestro Serrano, siempre lo canta y lo cuenta mejor que yo te invito a que lo leas y me comprendas
http://iserrano.blogspot.com/

Y uno hace planes mientras el mundo sigue en su torbellino. Los corredores de bolsas del mundo gritan desquiciados subidos a sus norias disparatadas.¿Dónde queda la soberanía de los pueblos cuando son otros los que determinan el precio de la vida, cuándo desde fuera nos dicen los cambios estructurales que nuestras economías necesitan (siempre dirigidos a liberalizar los mercados, debilitar los controles estatales y flexibilizar los despidos)?

¿Por qué el endeudamiento de los países es tan malo y no lo es tanto el de sus ciudadanos hipotecados de por vida, consumidores voraces de las rentas del futuro? La especulación, desatada, anfetamínica, aprovechando la inyección de dinero barato hecha por los Estados, retuerce la realidad económica, como un niño caprichoso el peluche regalado. La realidad virtual se convierte en realidad a secas, y pagan la factura los que menos tienen que ver con el origen de la crisis.

A nosotros nos dijeron que esta era una crisis financiera, ¿por qué entonces hacer una reforma laboral? ¿cuándo se demostró que el detrimento de las condiciones laborales de los trabajadores ayuda a salir de la crisis? Pescadores borrachos ríen a carcajadas y sacan a manotazos peces del río revuelto.

jueves, 6 de mayo de 2010

Gracias

Sueñas. Te levantas para aplaudir, para dar el último suspiro de ánimo, para mostrar agradecimiento por tardes de felicidad efímera, tan poco valorada como valiosa, para mirarlos a los ojos que, desde lejos, piensan en la última derrota, y entonces, recuerdas.

Recuerdas aquel viaje. Esas 12 horas en autobús para llegar a una pequeña ciudad ilerdense que anima, sin mucha fé, en la mera afición a la victoria, a un equipo que responde al nombre de una ciudad que está a 1000 kilómetros. Ilusión en la cuneta, en párpados que arrastran cansancio, alegría pese a la derrota, satisfacción, orgullo verde.

Ahora no hay marea, nadie invade Zaragoza, Pamplona se convierte en testigo de placentinos perdidos y derrotados, que no vencidos. Ya no hay silencio en el autocar, ruido de tambores del Jerte en la distancia, pero sigue habiendo ilusión, rescatada, despertada tras años de letargo incomprensible, de victorias en las que no se creía, aunque hubo un tiempo en el que se pudo hacer. Ha vuelto el grupo, la magia, la alegría de jugar juntos, la tristeza por fallar, aunque no nos fallen.

Aplaudo y recuerdo. Ese balón que se salió del aro hace un año, con un placentino que pasó de héroe a olvidado. Pudo ser la última canasta, pero los denostados, los criticados, los que lo hicieron todo tan mal (eso dicen, yo no lo creo), lo salvaron. Quizá a costa de otros que también dejaron su alma y su piel, pero lo salvaron y hoy, hemos vuelto a creer. Y como diría Guardiola. En la derrota, los queremos más, un poquito más si cabe. Porque no pudo ser, o no debió ser, pero por un segundo, lo soñamos, lo palpamos y, sobre todo, durante todo un año, lo disfrutamos.

Y hoy, este que es tan grande, mañana será odiado, repudiado, criticado. Caerá en su trampa, ya lo han hecho otros y, en este caso, esperamos que más tarde que temprano, no será diferente. Pero yo no olvido quien me dio esa felicidad vanal pero necesaria, esa alegría que llega con la victoria pero cuya derrota ya no trae penas.

Ha sido un buen año. Ya estoy ansioso porque llegue el nuevo. De momento, rezaré a otros colores, oleré otras pinturas, vestiré otras prendas que, al fin y al cabo, coronan la misma bandera. Baloncesto.

jueves, 29 de abril de 2010

La caverna mediática

Nunca he ido a la escuela de periodismo. Soy intruso, como en todo en esta vida. No sé de nada y hago lo que puedo, lo que creo, lo que me parece correcto, lo ético y, sobre todo, lo coherente con mi visión de la vida. No he ido a la escuela de periodismo y desconozco si en sus clases se ha dejado de transmitir (si se ha hecho alguna vez) el valor de la objetividad, de la búsqueda al menos de lo objetivo, que debe entederse como lo real, sin juicios. Cierto es que lo real tiene mil formas, tantas visiones como ojos en el planeta. La objetividad es subjetiva, pero esa subjetividad puede ser imparcial o pretendida, buscada y, en algunas ocasiones, apliacada de forma muy interesada.

Cada día la realidad es menos real, los objetivos están menos distantes y, lo que es peor, cada día importa menos. La línea editorial ha ganado la batalla, los hoolingans han ganado al pensador utópico, al escritor fiel. Los colores destruyen a la verdad que debe contar el negro sobre blanco. No sé distingue un titular, la portada de un periódico a un editorial. Todo lo contrario, el editorial ahora es portada (y si tiene juegos de palabra de dudoso gusto y humor, mejor).

Y da igual donde, y da igual cómo. La caverna mediática existe. Aquí, a esta orilla del Bernabeu, y allí, a esa orilla del Camp Nou, allá donde el Guadiana se divide entre España y Portugal, acá donde las aguas bañan la capital.

Pero es que la caverna mediática habita en Génova de la misma manera que pervive en las alcantarillas de Ferraz. La verdad no importa. Los datos, tampoco. Los números se mueven y se comparan por intereses "editoriales". La objetividad ha dejado de ser un objetivo. La verdad a medias es la noticia. Mi verdad, nuestra verdad. Ya no escribo lo que sucede, cuento lo que quieres escuchar. Mal amigo el que alaba nuestros errores, el que no corrige nuestra senda. Dardo envenedado el del falso elogio.

Da igual fútbol que política. Y, quizá, eso sea lo más preocupante. O quizá lo sea el empecinamiento por alegrarnos del dolor ajeno, de la derrota del contrario, en lugar de celebrar nuestras victorias. Da igual fútbol que política. Y eso es lo peor. Que la política se vive como el fútbol, con sus hinchadas, sus banderas y bufandas y con sus forofos redactando noticias malintencionadas, realidades desde un prisma. Verdades a medias. Mentiras al fin y al cabo.

Realidades escritas desde es el fanatismo, por fanáticos, no la verdad palpable, aunque nunca sea absoluta, la que dicen los ojos, no la que ve mi sinsentido, mi pasión o fervor por opiniones que, cada día, entiendo menos. Puedo equivocarme, puedo verla de forma errónea pero será por mera percepción visual, será de forma inconsciente.

Ojalá mañana me levantara y la prensa contara verdades.
Ojala la prensa, la radical, la publicitada, no alimentara el odio.

lunes, 26 de abril de 2010

Abril y mayo

Nos subimos a la nube, esa que deja a tus pies los sueños de cada fin de semana, que llena nuestra cabeza de sábados sin horas para un respiro, sin segundos para no disfrutar. Tachamos fechas del calendario, llenamos sus hojas de días en rojo, gastamos las últimas balas de ese revolver usado, quizá algo viejo, pero que sigue disparando al cielo, que sigue sirviendo para dar el pistoletazo de salida a nuestros planes. No he de buscar más.

Aunque su voz me confirme que el poeta, cuando maldijo la primavera se acordó de sus abriles con alergia, aunque me falte un bis para mi alegría, su gesto socarrón, su cercanía, me sigue recordando a ti y a todo lo que nos queda por vivir. Seguro que habrá más postales como la de este fin de semana, pintadas en sepia, con una plaza repleta de gente, un pincho para llevarse a la boca y una cerveza, a ser posible, con dos dedos de espuma.

Seguirá esperando esa raqueta su mañana de sábado, mientras tanto, disfrutemos de otros colores, llenemos nuestra paleta de sensaciones. Viajemos, miremosnos mientras canta él, o mientras canto yo y recuerda, eres tanto yo como mi voz.

Mayo nace con flores, con el sol que se atrevió a salir en abril, en este mes de revoluciones, república, esperanzas y cantos a la libertad, por más que algunos se empeñen en censurarla, en tapar el gris pasado, en olvidarse de la historia para repetirla en un futuro infinito. Los claveles seguirán venciendo a las pistolas, la palabra ganará al silencio obligado, los silencios permitirán la reflexión y abril volverá a ser abril, mes para acordarnos de vivir. Y como me acuerdo, lo hago y planeo y mayo florece, y aunque no corramos por los montes, aunque la tormenta no nos sorprenda desnudos bajo la lluvia y los domingos sigan siendo largos, aunque no haya luz cuando salga de este hastío, siempre estarán tus planes, tu mirada, tu sol para alumbrar mis mañanas, mis noches nuevas, mis sonrisas secretas.

Y Pamplona se descubrirá espléndida, y viajaremos a Chicago. Ya lo hicimos, en cierta manera, recordando. Volveremos a Peumayén o donde quieran que nos esperen este año. Soñaremos con palabras, descubriremos a poetas y escucharemos canciones, canastas, goles y el traqueteo del celuloide al pasar por la rueca con la que Morfeo pinchó en tu dedo y nos contagió el calor de mayo. Volverán las pesadillas, pero seguiremos durmiendo, no nos despertarán de esta fantasía dibujada en la mente de algún loco.

Bendita locura que nos mantiene cuerdos. Bendita locura que nos mantiene vivos.

lunes, 19 de abril de 2010

Maneras de vivir

A veces no te entiendo. Puede ser que no comparta, que ni siquiera comprenda tu forma de ser, de vivir o de sobrevivir, de azotar tu ego, de fortalecer tu siempre apocada moral. A veces me cuesta respetar tus decisiones, tus elecciones, tu vida distraída, tus atenciones injustificadas, tus rarezas, que no son más raras que las mías, pero son tan tuyas que a veces me cuesta identificarte.

A veces pienso en lo lejos que estás. Lejísimos. Te has ido y no sé cómo. Te has marchado y yo o me quedado quieto, o te he buscado por otro camino o he retrocedido a ver si te encontrabas en ese pasado que siempre aparece. Te has ido, te has alejado, me he distanciado, pero sigo aquí. Quiero que lo sepas. Estoy aquí. Me arrepiento de no ser lo tolerante que exijo, paradójico. Quiero ser comprensivo aunque no comprenda. Quiere ser menos exigente. Me cuesta, y más contigo que tienes tanto y das... No sé como lo das, pero no como espero. Lo das, lo repartes, lo muestras, lo exhibes, pero no como creo que debieras, como yo quisiera. Quiero entender que no debe ser lo que yo quiera, sino lo que tú eliges. Tengo que respetar tu muchedad. Aunque me cueste, aunque piense que estés equivocado, aunque lo estés y eso suponga que no vivas, sino que sobrevivas viviendo cada día al máximo. Quiero comprenderte, saber por qué nuevas pasiones entierran las de ayer, las de esta mañana, como se ocultan en el desorden que impera tu ser, tu manera de vivir. El caos de la grandeza, de tu locura, tan distinta que no soy capaz de intentar, aunque quiera, aunque lo necesite, hoy me he dado cuenta. Tengo que hacerlo. Por ti, por mi.

Estoy aquí. No promete cumplir lo que digo, pero prometo intentarlo.

viernes, 16 de abril de 2010

Mi esperanza en tu no

No. Nunca un no supo también. No hay conflicto, sólo debate. Hay ideas, posibilidades, realidades distintas. Las miramos, las exploramos, dormimos en ellas, el sueño nos despierta. No, un no diferente, un nuevo no, un No hasta ahora desconocido, o desaparecido. Un no con futuro. Un futuro con quizás, ojalá y un sí en la sombra. Un no para creer. Un suspiro que alienta. Será una victoria sobre la bocina.