domingo, 11 de agosto de 2019

Verano

Verano 
Cierro los ojos y huelo a río y chopos, a ensaladilla de patatas y pechugas empanadas, oigo el murmullo de mis hermanos y una carta golpeando una mesa de chapa. Siento en mis manos la dureza al abrir la anilla de la nevera y la tela de un taburete, la goma en los pies, el agua en mis rodillas y mis pies jugueteando con una pequeña piedra.

Oigo el suave viento que inunda todo de hojarasca y suaves copos de polen, a mi madre llamando a mi padre “¡Niño!”, veo a mi padre con la camisa semiabrochada, el sol colándose entre las ramas y el Jerte rugiendo entre rollos y fango.

20 años

Bajaba el paro, se congelaban salarios y funcionarios, crecían el cemento y las ciudades, se alejaban el mercado, el colegio y los hospitales. El suelo era libre para atar a las personas.
Y tú y yo nos enamorábamos.
Dinero negro y sobresueldos, grúas y andamios y una larga sombra que aún perdura. Se hundían el Prestige y tus derechos, ardían Bagdag y la Universidad, las calles y los cines. El terror estalló en una boca de metro.
Y tú y yo nos besábamos.
El Mundo mentía, volvieron las tropas, no hubo treguas, dos mujeres se casaron, cientos de ellas eran asesinadas, la vivienda subía y el mundo estallaba. 
Y tú y yo nos abrazábamos.
Casas sin gente, gente sin casa. España gana el Mundial y se desangra, el 15M en la pantalla, el país despertaba y una mayoría nos aplastaba. Al menos, nos quedaba la paz. 
Y tú y yo nos acariciábamos.
Ni educación ni modales, ni cultura ni formas. Mareas y desahucios, mordaza en la boca y fronteras en los hospitales. 
Y tú y yo nos mirábamos.
La esperanza y la desesperación, la ilusión ilusa, la decepción, las promesas y las falacias, la ultraderecha y el miedo. El 8M en las calles y 1000 mujeres enterradas. Aún hay muertos en las cunetas y todavía no hay gobiernos de izquierdas.

Y tú y yo nos amamos.

Mi luz y calor

Candela canta con rabia “No nos moverán”
y tararea “Verano Azul” correteando por la piscina. 
A veces me pide que suba el volumen cuando suena “Papá cuéntame otra vez” y que vuelva a poner “los trabubus”.
Y el Desván del Duende” (el primer disco, que tiene buen gusto).
Candela me abraza en su cama, recorre el pasillo a oscuras y se cuela en la nuestra
Y no sabe que a mí me gusta más que a ella dormir juntos
Candela no puede dormir por los nervios. 
Ha salido a su madre en eso.
Y en el arte. Candela hace sus propias coreografías. Se podría pasar el día cantando, bailando y escuchando música 
Pero también es vergonzosa y tímida, como yo, mala combinación.
Candela baila “El sapito”
Y se hace selfies y pone morritos 
Y caras raras.
Candela se mete en su habitación y, si va algún evento importante, se maquilla 
Y corre y salta y baila y juega
Y pone en una pequeña cuna a sus muñecos para que duerman junto a ella.
Tan grande. Tan pequeña. 
Candela está siempre deseando ver a su prima.
Y la abraza con fuerzas, como si doliera estar solo, cada que la vez, a ella o a sus amigas.
Candela es fiel y leal, dulce y sensible.
Es muy sentía (o empática, que se dice ahora).
Candela llora y se preocupa cuando cree que decepciona. Y regala risas que alargan la vida.
Candela ríe mis chistes, y con eso ya me conquista.
Candela es lista aunque despreocupada, es la mayor y mejor hermana
Y a veces pienso que soy injusto con ella.
Y que la faltan caricias y abrazos, y bromas y juegos y más horas en la cama hasta que se duerma. Ella se relaja ¡si supiera que es ella la que me da paz!

Candela quiere una búsqueda del tesoro para su cumpleaños ¡si supiera que lo lleva dentro!