martes, 18 de noviembre de 2008

18 de Noviembre. 8 meses (y no 7) y 1 semana.

Ahogó su larga melena en el agua tibia de la bañera. Con los ojos cerrados, con las sales del Yves Rocher, con las ansias y con el deseo, imaginó su piel estremecida por las frías y saladas olas del sur del Mediterráneo.

Siguió con su mirada aquellas pisadas. Desde el agua, pataleando, con sus ojos mielosos, persiguió atentamente sus pasos, su cuerpo semidesnudo, su espalda mojada por diminutas gotas que buscaban un final feliz por debajo del bañador. Sonrió con aquel estúpido pensamiento, nadó un poco para olvidar el frío, para entrar en calor, y se quitó, como tantas veces, la parte superior del biquini. Piel con piel. El mar y ella. El placer, y no otra cosa, provocaban la excitación de su piel en ese momento. Era libre bañándose al sol de noviembre.

Noviembre. La revolución atrapó su cuerpo, el arte invadió sus pensamientos. Noviembre. El color de las pinturas, los teatros silenciosos en las butacas, bulliciosos en los pasillos. Noviembre, el aire rojizo de una tarde en el campo, el olor de una chimenea de Cabezuela, o de Monsanto. Noviembre, la nieve derritada por el rugir del Jerte. Noviembre y la niebla sobre las orillas de la carretera.

Niebla y baho que se confundían en el espejo de su cuarto de baño. Su reflejo no mentiría, la enseñaría su pureza a pocos meses de su boda. El blanco de sus ilusiones, el azul de su destino, de su mar, de su cielo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

qué poquito queda ya!!!

Mamen dijo...

Yo cuento 8...

Iván H. Bermejo dijo...

Sí, me equivoqué de número. El caso es que lo puso porque quedaban ocho, que es mi número favorito, pero le di mal a la tecla

Patricia dijo...

¿De qué habléis de 7 ó de 8 que yo no me entero de nada?