domingo, 20 de marzo de 2011

Arde el sueño libio en una luna llena alumbrada por el horror del fuego y la metralla. Quema Bagdad recuerdos invisibles, imposibles, impensables. Tiembla Japón, se sacude su gente de la tristeza, empapa de sentimientos su serenidad, cala el miedo en el debate nuclear.

Se incendia el mundo, desaparece la fe, se reaviva la hoguera del dolor y, en mi puerta, un centenar de personas se despojan del yugo y la opresión de los 110.

No entiendo este mísero pensamiento.

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