lunes, 14 de marzo de 2016

La costumbre de amarte

Te engañé siempre.
Bebí de otros labios, me emborraché de carmines más rojos que el tuyo, respiré como éter el sexo de mujeres que me recordaban a ti. Te quería, pero siempre en otros cuerpos.


Y es ahora, que soy solo tuyo; que cada noche apoyo mi cabeza en tu pecho como quien deja el abrigo en la máquina de tabaco; que tu oleaje me arrastra suave como a un trozo de madera; que finjo ser la roca que resiste impasible la caricia (y erosión) del mar; es ahora, que te amo por costumbre, cuando más infiel me siento.

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