miércoles, 4 de octubre de 2017

En mi azotea

He subido a la azotea a escuchar su canto.
Estorninos y gorriones revolotean a diario por encima de mi cabeza.
Hoy no están. Se han marchado. Sólo queda el vacío.
He mirado al cielo. La amplia sábana blanca se ha descolgado de las cuerdas que sostienen mi paz.
Sólo queda la soga y una sombra gris que proyecta la sábana, enganchada en una antena, sobre mi tejado.
Sin luz, los claveles y pensamientos que colorean mi azotea se han marchitado.
En el suelo, la huella de lo que fueron. Hojas secas que crujen como quejidos al ser pisadas.
Alzo mi vista pero no alcanzo a ver los pájaros, tan solo un trozo de tela que ondea como bandera me impide ver el cielo y todo lo que allí canta y vuela.
Mi azotea está desierta y en sombra, sin música ni olores.
El silencio calla a los pájaros que sobrevolaban mi cabeza.
A solas, entre flores secas, me siento a esperar que vuelvan las amistades que escaparon.

No hay comentarios: