lunes, 20 de octubre de 2008

El Serrallo, un pabellón especial

El viernes, el Plasencia jugó y perdió en Tarragona. Sólo hemos ganado dos veces allí: el primer año en LEB-1, con Dani García, Giannella y compañía, y la temporada pasada con Juan Pablo Márquez en el banquillo. Se ganó de 4 y esa renta posibilitó que Plasencia se clasificara para los play-off, pese a que en Plasencia se perdió y eso le costó el puesto, curiosamente, al bueno de Juan Pablo que el viernes se cobró su "venganza".

La verdad es que la historia en los enfrentamientos Tarragona - Plasencia y Plasencia - Tarragona tienen su aquel, tanto en la rivalidad entre los dos equipos como en lo personal para mí. Recuerdo, por ejemplo, la derrota en la prórroga en la segunda temporada en LEB-1, prórroga que forzó Javi Simón sobre la bocina al acertar tres tiros libres. Un seguro de vida Javi que, en la prórroga, se quejó amargamente de una falta que le señalaron y que supuso 3 tiros libres para Tarragona. Esto nos constaba la victoria. Sin embargo, ese partido con todos sus ingredientes, no fue el más especial.

Ya digo que Tarragona y el Serrallo son singulares. Por ejemplo, en el primer año en LEB, la victoria en Tarragona fue la última de las 7 consecutivas con la que empezó el equipo la liga. En la segunda vuelta, el triunfo se fraguó con un genial Fran Robles, que había sustituido a Jobacho.

Fran estuvo prácticamente ausente durante toda la temporada y aquel día se chupó más de 30 minutos en un auténtico partidazo. "Malaguita" ahora ha vuelto para demostrar que partidos como aquel no eran un espejismo.

Pero si algo queda para mí de los enfrentamientos ante el Tarragona son los dos últimos en LEB que se jugaron en el Serrallo. El primero, el citado año de Javi Simón, terminó con un trepidante 63-62 y también tuvo a Javi de protagonista. Era mi primer partido oficial en cancha contraria. Había pasado el viaje en silencio, escuchando y aprendiendo, que era mi objetivo y sigue siendo en este tipo de desplazamientos. Intentaba absorber baloncesto, de Dani, Kikete, Felipe y toda la plantilla, una plantilla en la que todavía estaba Yohance Nicholas, en la que destacaba un tal Triguero y no podía debutar por lesión Francis Sánchez. Aquel viaje me enseño mucho.

El partido estuvo muy igualado, pero siempre parecía controlado por Plasencia, con Simón marcando el tempo. En el último periodo, Plasencia comandaba el electrónico, pero en los últimos instantes -dado lo apretado del encuentro- Tarragona (donde jugaban hombres como Pau del Tío o el ex-Plasencia Tree Owens) volteó la situación: ya sabeis, uno arriba, uno abajo todo el rato. Así se llegó a la última posesión. Ellos tuvieron tiros libres (62-62), metieron el primero (63-62)y fallaron el segundo (creo que fue Berni Álvarez). Plasencia cogió el rebote, salió a la contra y Javi Simón se plantó en la canasta visitante. Podía penetrar, pero decidió tirar de 3. Tenía un tiro cómodo y el goza de buena muñeca. Aún lo recuerdo: "Triple Simooooon... fueraaaaa" -esa emoción me la recordó en el siguiente viaje (La Palma) Dani no sin ironía-.

El tiro se salió y Plasencia perdió. Javi preguntó a Dani si hizo bien, Dani no abroncó al jugador. Tomo una decisión y salió mal. La penetración, por cierto, era difícil con un defensa encima pese a tener dos segundos por delante.

Simón estuvo callado todo el viaje de vuelta, como el resto del autobús, que enmudeció en las 10 horas de retorno. Recuerdo a Javi Pérez sentado a las afueras antes de regresar, cabizbajo, o a Dani García mirando y remirando las estadísticas durante el trayecto. El Serrallo quedó para siempre en mi recuerdo para lo malo, y para lo bueno. Nada más terminar la retransmisión, un amable periodista catalán me dio la enhorabuena. Yo, algo atónito e inexperto con 22 añitos, agradecí sin mucha pasión. Luego tuve la oportunidad de darle las gracias de nuevo en Valls, en otro partido que perdimos.

Ese amable periodista es un fiel refjelo de lo que ha ocurrido normalmente en Tarragona, en el Serrallo, pabellón pequeño, con unos 400 espectadores, muy ruidosos y respetuosos. Como muestra, el último partido allí en LEB. En aquel encuentro, el Plasencia (ya entrenador por Iván Déniz), cimentó lo que después iba a ser el descenso. Era el antepenúltimo partido de liga, se jugaba en miércoles (llegaba la semana santa y el parón -que curioso, también fue Semana Santa cuando echaron a Juan Pablo-), y Plasencia dependía de sí mismo para no descender de forma directa.

Nos la jugamos. Hay que salir concentrados. No se puede fallar. Pues peor, imposible. Tarragona se jugaba certificar su permanencia y jugó con esa intensidad desde el inicio. Plasencia, por su parte, jugó como si ya hubiera descendido. Sin Barceló, ya fuera del equipo por decisión de Iván, sin Gaby Domínguez, lesionado en el hombro, con Cilla cojo, sin Mario García (no recuerdo por qué, creo que el motivo era que con su físico era más difícil frenar a Víctor, que acabó con números de aupa) y con dos americanos que no sumaban uno en carácter (a Monroe le restaba el suyo Forrest), Plasencia salió empanado y en el primer cuarto ya perdía 23-6 (tiro de estadísticas FEB, no de memoria).

Sólo el orgullo de Salsón, de Lledó, de Rodrigo San Miguel (hoy brillando en ACB con Manresa) y del de siempre, José Balmón (vaya, también está en ACB con Rodrigo) se pudo salvar. El resto, carne de descenso que se comió otro ex, Couthbert Victor que campó a sus anchas ante la inoperancia de Forrest. Aún así, pese a perder (79-65) Plasencia podía permanecer en la promoción si Calpe caía ante un Huelva que se jugaba mucho. Los alicantinos (hoy no existen como club) ganaron (en la prórroga) y Plasencia ya no dependía de sí mismo.

Tarragona celebró su victoria y, por sus intereses, preguntaba sobre el Calpe - Huelva. La derrota onubense le dejaba en LEB. Alegría lógica y un deseo de suerte hacia nosotros los extremeños. Sincero deseo, por cierto, que uno agradecía como podía cuando veía la clasificación y el descenso tan cerca.

Pese a las derrotas, las caras de la plantilla no eran tan trágicas (en su mayoría) a la del partido de la temporada anterior. Sólo algunos mostraban su disgusto por aquella derrota. Entre las sorpresas, Monroe que rápidamente me preguntó por Calpe. "Win, win", le dije yo con mala cara. Él puso un gesto de decepción. Muchos de los integrantes de la plantilla -creo recordar- se quedaron allí, o bajaron durante el camino. Había vacaciones de Semana Santa.

La verdad es que esto último no lo recuerdo del todo, yo lo pasé peor aquel día (10 horas de viaje) que cuando descendimos en Gijón, donde otra actitud nos hubiera dado la permanencia pues Calpe pinchó entonces. Yo tenía claro que Plasencia había descendido y merecía descender.

Fue mi segundo y último viaje a Tarragona, de donde nunca volví con victoria pero de donde me queda un grato recuerdo, fíjate tú.

2 comentarios:

Patricia dijo...

rollo...

Juan Carlos dijo...

El Serrallo es uno de esos pabellones que guardan un encanto especial.

Hermano, que ganas tengo de volver a coincidir contigo en una retransmisión fuera. Como la de Illescas del año pasado... ¿que tal si quedamos para los play off de ascenso de este año?

El Serrallo puede ser una de las canchas donde se juegue...