jueves, 23 de julio de 2009

Dos días

Quedan dos días. El sábado llegará el momento. Por más que pienso en ello no deja de sorprenderme. Hace 10 años, Patricia y yo hablábamos, cómplices, de otros amores, de besos imposibles, de personas que se alejaban en la cercanía de nuestros deseos. Hace 10 años, los dos buscábamos el refugio en el consuelo del otro a nuestro mal de amores al tiempo que veíamos en la persona que estaba delante un futuro en común.

Todo surgió como por sorpresa. Habíamos tonteado, habíamos tenido nuestros flirteos, pero entre mi torpeza y las pistas despites que dan las mujeres, no pensé nunca que Patricia pudiera estar interesada en mí. Y eso, que la herradura una vez casi une nuestros labios. Creo que en mi pensamiento si viví aquel momento. Me parece que en el suyo también.

Hace 10 años no podíamos ni imaginar que hoy ella estaría recogiendo su vestido de novia, blanco, luminoso, radiante para dar todo el esplendor que esos ojos grandes y redondos merecen. Hace 10 años no podíamos imaginar que yo esperaría en casa impaciente su llamada, para decirme a que hora vuelve, para decirme que en 2 días me verá con mi chaqué esperando en otra isla el momento de descubrir los secretos que ha podido guardar.

Durante estos 10 años he descubierto muchos que ni imaginaba. Su capacidad para sorprenderme cada día, su sonrisa siempre dispuesta, su fuerza y su constancia, su aptitud para superarse, los misterios de su cuerpo, los encantos de su vitalidad, los errores de su impaciencia, los aciertos de su improvisación y espontaneidad, la diversión de su compañía, la verdad de sus intenciones, la ingenuidad de sus gestos, la cordura de su locura, la paz de nuestras pequeñas islas.

Nuestra vida son 3 islas. La de Plasencia, en la que cada noche de hace 10 años compartíamos bromas, juegos, miradas y cotilleos. La de La Palma, en la que hace 8 años nos juramos amor eterno, en la que disfrutamos de nuestro primer amor, en la que partió el barco que nos lleva hasta el futuro que empieza el sábado en la Isla de Valdastillas. Ese pequeño hotel en el que nos miraremos a los ojos, inundados por el reflejo de las aguas de nuestro río Jerte, y volveremos a prometernos lo que ya firmamos en su día: paciencia y aguante. Lo demás no hace falta prometerlo.

Hay días en los que todavía no me creo lo que está pasando. La despedida me emocionó, la ilusión que rodea a nuestra boda a veces me supera ¿nos merecemos tanto? Ella desde luego que sí. Sí, que pronto vendrá ese sí definitivo. Quedan 2 días para volver a hace 10 años.

1 comentario:

Juan Carlos dijo...

¿qué vas a dejar para los votos?