martes, 21 de julio de 2009

Retoques

Aquí ando, solo en casa, a 4 días de la boda. Patricia está con Mamen y Rosi, quienes se han ido a probar sus respectivos vestidos. Yo tenía prohibido ver a la madrina así que me he quedado descansando, que ya apetece. Los últimos días están siendo distinto a lo previsto. Los planes se alteran, la lista varía con imprevistos no deseables y el tiempo pasa a gran velocidad. No han pasado ni dos días y parece que la despedida fue hace un lustro. El recuerdo de una Málaga con piscina, de un viaje fugaz entre la Calle Larios y Breña Baja quedan en la memoria del tiempo lejano. La sonrisa no se ha borrado, tampoco los momentos (tantos y tantos) de risas, disfrutes y lágrimas contenidas (o no), pero todo parece que ocurrió hace mucho, no antes de ayer. Y es que la frase de la semana es: y ahora, a por la boda.

Con que la boda fuera una ínfima parte de lo que fue la despedida, ya sería grande. Jamás pensé que 48 horas dieran para tanto. Madre mía la que ha montado esta gente. Ilusión, ganas de disfrutar, de hacernos reir, de vernos felices. Momentos de compartir nuestras vidas con la gente a la que queremos (aunque siempre falta alguien), miradas que valen por cien mil gestos, gestos que valen más que el precio que pueda pagarse por aquellas cosas que, simplemente, no hacen falta porque está la imaginación y el amor por delante. Es increíble.

Me faltan las palabras, o me sobran, no lo sé. Ha sido fantástico. Gracias a todos y a todas y, a los que no estuvisteis, os echamos de menos. Un beso y, ahora, ¡a por la boda!

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