sábado, 5 de diciembre de 2009

Ella

Corrió hasta la ventana para verle salir. Era la hora. Cada mañana, a las 9.47, abría la puerta de su casa y con ella un jardín repleto de ilusiones. Ella se imaginaba de su brazo, apoyando su cabeza en el pecho firme pero acogedor de su soñado. Se veía en el cine, con la pantalla gigante iluminando el amor perfecto, con sus dedos garabateando en su cuerpo palabras de amor, con escenas idílicas retratando una vida que aún desconoce pero que cada día dibuja en su mente.

Ha esbozado cada mañana desde hace 8 años los rasgos de un futuro que no llegará jamás. Ha coloreado páginas de un cuento de hadas en el que ella llevaba el vestido más hermoso. Se ha visto desayunando con él, acomodándole la corbata antes de salir por esa puerta de la que sólo conoce la fachada. Se ha preguntado mil veces si esa sonrisa es sólo fachada, si tras ese gesto sencillo, esos ojos humildes, esa mirada tímida se esconde el príncipe de un reino de amor y simpatía y, si en cambio, sus ilusiones son ilusas y tras esos labios carnosos, esas mejillas fuertes, con pómulos bien marcados, hay un rey soberano que la desterraría a un lugar lejano de dudas y silencios.

Siempre se queda con la primera versión. Aquella en la que, cada mañana, él bajará de la luna con un girasol en las manos, en la que cada tarde aparecerá como una fotografía en blanco y negro que detenga el tiempo en los labios de ella, en la que cada noche su calor encenderá sus llamas, su pasión entretenga su almohada y su jubilo cante como ella aún no ha conocido.

Un futuro soñado, dibujado en la caricatura de su espejo. Si fuera yo más guapa, si tu miraras un día a mi ventana, si te acercaras y supieras ver lo que mi voz no cuenta, lo que mis ojos gritan. Si un día te acercaras a mi balcón, me apartaras el pelo de la frente con una caricia y me dijeras que llevas 8 años buscando detrás del cristal, que en él has visto nuestro futuro y has decidido creer en él, vivirlo y disfrutarlo. Saber que cada verano cabalgaremos por arenas finas, que cada invierno jugaremos en la nieve, que cada otoño recorreremos charcos, que cada primavera pondrás una flor en mi oreja. Saber que estarás ahí, sentado en el sofá, para cogerme cuando llegue a casa, para dormirme en tu paz.

Cada día los mismos recuerdos un futuro imposible. Él, abrigado hasta las orejas, cierra la puerta de su casa, ojea la calle con pupilas inquietas por el frío, abre su coche en busca de un día mejor. Ella, le despide desde la ventana, con una voz lánguida, con una sonrisa quebrada, con un anhelo de esperanzas entre unas manos que se cierran con lentitud. Un día más, y ya van 8 años, la misma escena, el mismo amor atrasado, postpuesto, desechado.

Si yo fuera más guapa, si tú miraras un día a mi ventana.

1 comentario:

Patricia dijo...

Ella y él,
Se van de luna de miel
Son tal para cual
La pareja ideal