jueves, 6 de mayo de 2010

Gracias

Sueñas. Te levantas para aplaudir, para dar el último suspiro de ánimo, para mostrar agradecimiento por tardes de felicidad efímera, tan poco valorada como valiosa, para mirarlos a los ojos que, desde lejos, piensan en la última derrota, y entonces, recuerdas.

Recuerdas aquel viaje. Esas 12 horas en autobús para llegar a una pequeña ciudad ilerdense que anima, sin mucha fé, en la mera afición a la victoria, a un equipo que responde al nombre de una ciudad que está a 1000 kilómetros. Ilusión en la cuneta, en párpados que arrastran cansancio, alegría pese a la derrota, satisfacción, orgullo verde.

Ahora no hay marea, nadie invade Zaragoza, Pamplona se convierte en testigo de placentinos perdidos y derrotados, que no vencidos. Ya no hay silencio en el autocar, ruido de tambores del Jerte en la distancia, pero sigue habiendo ilusión, rescatada, despertada tras años de letargo incomprensible, de victorias en las que no se creía, aunque hubo un tiempo en el que se pudo hacer. Ha vuelto el grupo, la magia, la alegría de jugar juntos, la tristeza por fallar, aunque no nos fallen.

Aplaudo y recuerdo. Ese balón que se salió del aro hace un año, con un placentino que pasó de héroe a olvidado. Pudo ser la última canasta, pero los denostados, los criticados, los que lo hicieron todo tan mal (eso dicen, yo no lo creo), lo salvaron. Quizá a costa de otros que también dejaron su alma y su piel, pero lo salvaron y hoy, hemos vuelto a creer. Y como diría Guardiola. En la derrota, los queremos más, un poquito más si cabe. Porque no pudo ser, o no debió ser, pero por un segundo, lo soñamos, lo palpamos y, sobre todo, durante todo un año, lo disfrutamos.

Y hoy, este que es tan grande, mañana será odiado, repudiado, criticado. Caerá en su trampa, ya lo han hecho otros y, en este caso, esperamos que más tarde que temprano, no será diferente. Pero yo no olvido quien me dio esa felicidad vanal pero necesaria, esa alegría que llega con la victoria pero cuya derrota ya no trae penas.

Ha sido un buen año. Ya estoy ansioso porque llegue el nuevo. De momento, rezaré a otros colores, oleré otras pinturas, vestiré otras prendas que, al fin y al cabo, coronan la misma bandera. Baloncesto.

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