martes, 21 de septiembre de 2010

Septiembre

El verano se esfuma entre nubes altas. El azul de cielo cambia, se hace más oscuro, más intenso, más intermitente. Septiembre separa nuestras vidas, nuestros ciclos, nuestros cuerpos. Septiembre se hace eterno, su reloj se para cada segundo, su calendario se niega a dejar caer sus hojas, sus árboles se baten entre el calor y la lluvia, entre el sol del estío y la lluvia de un otoño que se anuncia en todas partes.

Del sopor, de los 40 grados a la sombra, del asfalto ardiendo bajo nuestros pies, quemando nuestras ansias de caminar, hasta el granizo, la tormenta, el rayo. Septiembre se hace eterno, nos calienta como la mirada sensual de una jovenzuela mostrando su hombro y nos golpea duro y frío, como el pedrisco, como la muerte del último político, del verdadero discurso, del hombre de a pie que conoció España y sus andantes, sus personas, sus dolores y quehaceres. Conocer nuestro trabajo y nuestro tiempo libre, las horas de siesta que se acortan en septiembre, las tardes de paseo por las verdes orillas, las noches en terrazas, barbacoas o, simplemente, en casa, a la luz de televisión que no nos ilumina.

Septiembre es tiempo de espera. Espera de rutinas, nuevas rutinas que crear, nuevas tradiciones que construir, nuevos momentos de espera, de paciencia. Una llamada que alumbre un nuevo mundo. No recuerdo pasado antes de ti. Un coche nuevo aparcado en la puerta. Kilómetros por hacer, hoteles que visitar, playas por descubrir, calles y sombras por las que andar, mirar, bostezar y divertir.

Semptiembre son cientos de niños esperando su pañuelo, ansiosos de aprender a atarse los zapatos. Miles de oyentes, o ninguno, centenares de escuchantes, una persona que te atiende y entiende y que observa en su imaginación tu voz.

Septiembre te ahoga en los nuevos propósitos, en las nuevas cuentas. Septiembre te llena de esperanza o de miedos. Septiembre es el nuevo año, pero sin fiesta. Con calzonas o vaqueros, sin corbatas ni cotillón. Septiembre vuela lenta, el verano pasó su aliento por nuestra piel. El otoño debe recordarnos.

1 comentario:

MandarinaAlizarina dijo...

Septiembre debería agradecerte estas palabras.

Nadie lo pintó tan sincero.

Saludos..