lunes, 28 de noviembre de 2011

¿Cuándo cambiamos?

Candela lo mira todo atentamente. Abre sus ojos de aceituna en plenitud y exhibe ese brillo especial. Su mirada relampaguea a cada instante. Observa y aprende. Arquea las cejas, las levanta, se muestra inocente, ingenua, dócil, amable, verdadera. Atónito, me fijo en cada uno de sus dulces gestos, en su respirar tranquilo. Me ve y sonríe sincera. Le enseño mi mano, se sorprende de nuevo, la toca, la reconoce, se divierte, me divierte. Se contagia de mi alegría, me ofrece generosa la suya. Ríe a carcajadas, chilla y explora su nueva voz, ya reconoce la nuestra, canta para llamarnos, para reclamar nuestra presencia. Así se siente feliz, se siente tranquila.

Si se despierta y estamos lejos, llora y arruga el morro. Si la cogemos, vuelve a cerrer los ojinos y, al poco tiempo, el dibujo de una sonrisa hará que su chupete salga despedido. Le gusta sentirnos, le gusta vernos pero, sobre todo, le gusta estar en nuestros brazos. Se siente protegida, segura, calmada. Y ella te regala su gorgojeo, su carcajada, su caricia experimental, su abrazo involuntario. Y te sientes nuevo, gratificado, te sientes mejor que nunca. Y lo hace contigo más que con nadie, pero lo hace con otros. No desconfía, sólo disfruta.

Y entonces la miras y miras a tu alrededor y piensas, ¿qué ha pasado? ¿cuándo cambiamos? ¿cuándo dejamos de atender, de aprender, de querer aprender? ¿cuándo perdemos esa mirada, cuándo dejamos de escuchar? ¿cuándo dejamos de creer en la gente, en la verdad? ¿cuándo empezamos a creernos con la verdad absoluta? ¿cuándo empezamos a mentirnos, a engañar a fingir u ocultar sentimientos? ¿cuándo perdemos la inocencia? ¿cuándo dejamos de cantar, de reír sin razón, de acariciar a los que queremos, de abrazarnos, de dar las gracias a los que hacen que nos sintamos bien? ¿cuándo dejamos de expresar que no nos gusta estar solos, que necesitamos de la compañía de aquellos que queremos? ¿cuándo dejamos de decir que nos queremos? ¿cuándo empezamos a confundir lo urgente con lo importante? ¿cuándo descuidamos lo básico? ¿cuándo nace, la envidia, el rencor, el odio, la avaricia, la venganza, la sinrazón? ¿cuándo perdemos la inocencia, la infancia? ¿quién tiene la culpa? ¿podremos evitarlo?

Sigo pensando en ti como en las olas del mar

Que se envuelven en sí mismas y se olvidan de nadar

Sigo esperando el día para verte despertar

Tú me das la luz

Quiero mirar tus ojos

Que me saben perdonar

Y mi alma se hace añicos

Solo oírte respirar

Tú le das sentido a todo

Incluso a esta oscuridad

Tú eres luz


Y tú no tienes la culpa

De las cosas que duelen

Tu me haces bello el retorno

Y das sentido a lo que viene

Tú no tienes culpa… ni yo


Me has entregado versos que ni el cielo podrá

Me has llamado con la fuerza de la voz del huracán

Tú me has abrazado cuando todo andaba mal

Tú me diste luz

Tú me diste calma y me la enseñaste a usar

Tú trajiste lunas nuevas, nuevecitas a este mar

Tú no tienes la culpa

De las cosas que no valen

Tú me haces bello el retorno

Y eres más bella que nadie

Tú no tienes la culpa

Si te pierdes el baile

No quiero que te roce

Ni un solo fleco de este aire

De "Tú no tienes la culpa". Alejandro Sanz

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