miércoles, 12 de diciembre de 2012

Lunes

No he dormido nada. Candela tiene fiebre. Toda la noche la ha pasado gimoteando. 9.30hs: Se despierta melosa. No quiere andar. Sólo se calma estando en mis brazos. No hay forma de bajarla al suelo así que me siento con ella en el sofá. Me abraza fuerte, tan fuerte como si hiciera 3 días que no está conmigo. Se acurruca en mi pecho y, de vez en cuando, suelta alguna caricia. Se queda dormida en mis brazos.

10.30hs, vuelve a despertar. Esto ya es otra cosa. Ha recuperado esa sonrisa que, sólo regalártela, te convierte en el hombre más feliz de la tierra. Sus ojos denotan cansancio. Unas décimas de temperatura la hacen ser más cálida, más mimosa que de costumbre. Cogiéndome de la mano, me lleva hasta el salón y me señala la televisión. Mientras desayuna -ya en la trono- le pongo los Cantajuegos. "No, no, no, no" me dice con su voz de patito. Cambio de canción hasta 8 veces a ver si encuentro la que le gusta. Nada. Siempre espera unos segundos para comprobar qué suena, algunas veces contonea su cuerpecito mientras desayuna, pero rápidamente me niega con voz y dedo. Pruebo con los Baby Einstein (le encanta el de Papa Noel). Tampoco. En un intento forzado por hacerse entender me dice "mamá". Lleva toda la mañana preguntando por ella. Hasta ha ido a la habitación y me ha afirmado así, con los hombros encogidos, con las manos abiertas hacia arriba, como sólo hace ella "no está". No obstante, entendido lo que quiere decir.

Pongo el vídeo que hicimos por su cumpleaños. Ya es feliz. Menea la cabeza, sonríe, nos llama a todos "Abuuu", grita en un momento dado. A cada plano nuestro "papá, mamá". Sonríe. Termina de desayunar y hoy no quiere plantarse a un palmo de la tele. Según la dejó en el suelo, corre al sofá a subirse conmigo. Allí ha visto tirada en el sofá, abrazándome, el vídeo entero. Ha terminado cantando el cumpleaños feliz y soplando, como siempre. Se ha bajado y ha empezado a enseñarme todos los adornos de Navidad. De repente se ha acordado. Me ha cogido de la mano y ha corrido hacia la cocina. Allí tenemos el CD donde ponemos los Villacincos. Su dedito me señala el camino. Le encanta "la Marimorena". Es sonar los primeros compases y dar palmas. Busca rápidamente la pandereta, la coge y, con más ritmo que yo, la hace sonar. Le falta algo. Poseída por el espíritu navideño corretea hasta el pasillo y señala al árbol. Olvidé encenderlo.

Cuando las luces por fin brilla, ella suelta una de esas carcajadas de satisfacción a boca abierta. Es feliz. Yo, en casa, con ella, también. Contigo, más aún. Y ya los 4, ni te cuento...

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