miércoles, 6 de noviembre de 2013

Cansado

Estoy cansado, muy cansado.

Miro alrededor, observo el mundo, los problemas cotidianos, mis problemas cotidianos. Me desespero, me canso. No hay soluciones, o las hay pero no se toman o no se quieren tomar o no quieren tomarlas quienes las pueden tomar. Quizá por eso están ahí.

No hay debate, o lo hay pero no se discute, o se discute pero sin debatir, sin dar la razón, sin cuestionar nuestra postura, sin escuchar la otra. Nuestra realidad como única manera de ver el mundo, nuestro mundo, y ninguno más. O conmigo o contra mí, nuestra realidad por encima de la del resto. Y no miramos más allá. Y España sale de la crisis pero la élite política no sale a España para ver la crisis real, y la gente sigue adormecida o anestesiada o secuestrada, llorando, suplicando y dando gracias. Virgencita, virgencita que me quede como estoy. Tenemos miedo a perder la miseria que tenemos, tememos que esa miseria sea para otro y ahí su victoria. Nos enfrentan, nos hacen rivalizar, peleamos entre iguales. La lucha es entre individuos de la misma clase, nunca entre clases. No hay colectivo, hay personas, individuos que a veces se juntan pero rara vez pelean por el bien del prójimo. Peleamos por bienes individuales, no colectivos. Miramos al corto plazo, por lo que nos beneficia ahora. Nos despreocupamos de los males de otros. ¿Qué hay de lo mío? Tú sabrás.

Estoy cansado. Me dicen que dicen que soy muy rojo. No sé si es crítica, halago, aplauso, preocupación o mera observación. No me considero ni rojo, ni gris, ni azul, ni de izquierdas, ni de derechas, ni de centro ni de ningún lado.

Me niego a tener etiquetas, oxidan mi piel.

Sólo pienso, opino, me inquieto, no me conformo, me preocupo. Salgo a la calle y me preocupo. Me preocupo por esa anciana que deja el taco de embutido en el supermercado porque no le da más el chequeahorro, por esa familia que gira y gira alrededor del ferial soñando que sus hijos algún día podrán volver a montar, por ese hombre que engorda las cifras de las ruedas de prensa trabajando y cobrando el paro al mismo tiempo, porque el paro no le da para pagarse el metro, porque en el trabajo no le dan de alta en la seguridad social y no cotiza y gasta prestación y derecho al tiempo que trabaja y trabaja porque no le queda otra si quiere vestir a su hijo. Me preocupa esa madre que lleva a su hija al colegio y no sabe si será la última vez que pueda pagar el comedor.

Me preocupa que un país con casi 5 millones de parados no se preocupe, ni actúe, ni opine. No piense y se conforme. Se conforme con escándalos diarios de corrupción (eran ellos, unos pocos pero ellos, los que vivían por encima de nuestras posibilidades). Se conforme con una falsa democracia que aprueba en minoría una ley de educación, se conforme con una clase política y una servil prensa que cuestiona y culpa al trabajador. No quedan referentes. Han secuestrado a los referentes, a los líderes de opinión. Están estigmatizados. Están perdidos en el "Miente, algo queda"

¿El maestro? Vago ¿El médico? Vago ¿El administrativo? Vago ¿El actor, el director, el cantante, el poeta, el artista? Vago, vago y vago. Vago e interesado ¿El político? No todos los políticos son iguales, pero en la mancha está el triunfo. Hay desconfianza, hay desapego, no vemos referentes. No existen en la élite política. La élite política está alejada de la calle. No sale. No ve, no observa. Ha dejado de ir a la cola del paro, hace años que no va al supermercado si no es para pedir el voto, ha dejado de pasearse por el parque, de mirar a las parejas jóvenes que se quieren en los bancos, probablemente de pagar comisiones (como ejemplo, 3€ por un cheque de la misma entidad), ve insignificantes 150€.

La élite política desconoce la realidad social a la que debe representar. Han olvidado lo que son, representantes de la opinión pública, representantes de la ciudadanía. Y los encargados de devolverle al pueblo, de sacarle de los mercados para llevarle hasta el mercado, la clase media política, suele estar más acostumbrada a aplaudir a la élite que a acercarla a ese origen. Y si se preocupa de lo contrario, jamás llegará a la élite. Y vuelve la miseria, y se reproduce el sistema. Está enquistado, lo llevamos en vena, en el ADN, o nos lo han incrustado, o así lo han elegido. "Todo el mundo lo hace", "Si no lo aceptas tú lo hará otro" "No seas tonto", "De puro bueno eres tonto". Y no es en política, es en todos lados. En la comunidad de vecino, en las empresas, en una asociación. En cada una de las distintas escalas de mando, en las distintas facetas de la vida. Señalamos a la política pero, en cada ámbito, en cada pirámide, se reproduce el sistema.

Y cada vez pienso, y creo que con más razón, que los puestos de poder están asignados para perpetuar el sistema. Los cargos intermedios al servio del mandatario, nunca contestario. Y mantener esa cadena, y saber elegir bien a esos cargos, es fundamental para que todo siga igual. Y enseñar sin educar para que todo siga igual. Una educación sin cultura, para no pensar, para no cuestionar, para no revelarnos, para que no intentemos cambiarlo todo. Y mientras, ellos, lo cambian todo para que todo siga igual.

Estoy cansado, muy cansado.


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