miércoles, 18 de abril de 2007

Hombre almohada

Miré fijamente sus ojos y ví la tristeza de todos aquellos niños. El reflejo de un pasado, o de un futuro, que aquel hombre tierno y blando conocía. Los llantos absorbidos por su pecho, los gritos encerrados en sus oidos, el dolor que golpeaba cada pluma del interior del hombre almohada. En el gesto de un actor, he visto la dureza de una obra convincente, donde el humor más sutil rasgaba el gesto recto provocado por la crudeza que sólo el sufrimiento más cruel puede provocar.

Susurrame al oído tus gritos de dolor. Grítame con tu silencio las penas que te tragaste, hombre almohada. Quema, en tu incombustible bondad, el dolor de tantos niños. Cuéntame, una vez más, aquel cuento del cerdito verde.

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