viernes, 15 de marzo de 2013

Quizá

No tuve más de ti que una mirada. Ni un gesto, ni una caricia, siquiera una sonrisa. Nada. Sólo una mirada, aquella mirada.

¿Qué me querrías decir con aquella mirada? ¿Qué me querrían contar aquellos ojos, esas pupilas palpitantes? ¿Qué buscarían? ¿Qué buscabas?

Quizá fuera sólo un cruce de miradas, quizá fuese sólo una casualidad, quizá fue ese el instante en el que nuestros mundos se detuvieron, en el que el fuego prendía nuestros dedos, en el que nuestros labios ardieron porque no supieron que no se iban a tocar jamás.

Quizá ni siquiera fuese una mirada. Quizá tu mirada preguntaba qué decía mi mirada.

¡Ay, si mis ojos hablaran! Cómo explicarte lo que vieron, lo que sintieron. Cómo contarte que el corazón se aceleró al mismo tiempo que el reloj paró, cómo explicar la pasión de una mirada pasajera, cómo contarte que no duermo desde aquel sueño y que me muero despierto al saber que si no duermo, de mi sueño despierto y que todavía sueño despierto con aquella mirada, sólo con una mirada.