miércoles, 10 de enero de 2007

Nunca es demasiado tarde

Espero que no sea tarde para felicitar el año a esos (pocos) que , de vez en cuando, se adentran en este cajón desastre del que hace tiempo desaparecí. Y es que ya sabéis que en casa de Herrero...

Mi intención primera era renovar con relativa la imagen de este blog o, como poco, perder mis pensamientos en el espacio. Imposible. Falta de tiempo, contratiempos, o tiempos revueltos lo impiden. Eso sí, el último regalo de Patricia, esa linterna mágica que siempre da luz cuando sólo se percibe oscuridad, me permite acercarme un poco más a vosotros, si bien os veo correr demasiado en las últimas semanas.

La verdad es que resulta complejo felicitar el año en día 10, y más "hacer balance de lo bueno y malo" cuando tantas cosas han trastocado el primer análisis que hicimos del año que abandonamos días antes de dejarlo. Sería mejor obviarlo, pero no puedo pasar por alto un año que debe estar por el 8 de la escala Richter.

Y es que eso de año nuevo, vida nueva nos lo tomamos algunos muy en serio. Nada tuvo que ver el anuncio de Raúl de su inminente (quedan 6 meses) boda -¿o quizá sí?- para que Patricia y yo dieramos el paso, previo avance por varias zamburguesas, de vivir juntos -que no compartir piso-. Tanta independencia a nuestro alrededor nos invitó a buscar "casa". Colgamos el cartel de "se compra" y, una vez recordada la locura de aquellos que siempre creen que su piso es mejor que el del vecino y así sucesivamente, nada más cambiarlo por el de "alquilamos" nos topamos con un hogar en el que si nos imaginábamos viviendo y viendo la televisión en el mismo sofá (las menos veces). Pocos hemos tenido que imaginar, dicho sea de paso. El piso, poco a poco, fue cobrando nuestra forma, fue captando nuestro olor y se fue envolviendo de nuestras ilusiones.

Esta sí que es nuestra casa, por lo menos de momento. Una vez estabilizado en un dormitorio
nuevo, y mientras las habitaciones "desocupadas" recibían las visitas de amigos que siempre esperamos que vuelvan para ver el nuevo orden de "su dormitorio", yo decidí cambiarlo todo. Un viaje de 12 horas dan mucho que pensar, y más si la cita concretada era una mirada al futuro inmediato ¿cambio de trabajo? Sí, pero acercándome a mi vida, no a la de otros. Ciudad Real, Manzanares, quedó lejos y me aproximó a Plasencia y a mi realidad. El viaje, la entrevista, una oferta de trabajo, me despertaron de un bonito sueño que nunca había estado entre mis favoritos. Debo cambiar y redirigirme a aquello que me gusta hacer. Todo parecía sencillo, y máxime cuando a uno parece que le aprecian o le valoran por aquello que hace e, incluso, por quien es. Pero el cambio de trabajo contrajo una serie de movimientos y efectos colaterales que aún soy incapaz de controlar o de descifrar. Y es que todo coincidió.

De nuevo un viaje largo me golpeó en seco cuando de repente vi que todo el cambio planeado tomaba un prisma distinto. Al final el agua, revuelta, no cambió de vaso y mi copa se la bebió otra, mientras yo miraba con cara de tonto y de impotencia ¿oportunidad perdida? Tiempo al tiempo. De momento, la radio me quita la espina que la telvisión me clavó y espero que algún día "radiostar" venza al "video".

Mientras mi vida se movía a un ritmo que a veces yo no controlaba, el mundo seguía con su mismo eje de rotación pero con noticias que hacía que la vida transcurriera más rápido o, por lo menos, con algo más de alegría. ETA declaraba un alto al fuego que creo no entienden como el resto de ciudadanos, pues una explosión en la T4 con dos víctimas entre los escombros de la última muestra de ingeniería española no creo que sea cumplir con lo pactado. Me despertó tarde el sonido de aquella furgoneta-bomba, pero me sacudió como al pilar más frágil de la última terminal de un aeropuerto en el parece que la paz aterrizará con más retraso aún del previsto. Una alegría que, en el último suspiro, se tiño de gris entre la niebla y la polvoreda provocada por la última agresión al diálogo y la confianza.

Vuelvo hacia atrás para buscar una noticia alegre. Era septiembre y el mundo cambiaba. Floriano se veía con opciones porque Ibarra ya no sería candidato (23 años han pasado desde que cogiera Extremadura, digan lo que digan, peor de lo que la ha dejado). Mientras, los futbolistas envidiaban a los jugadores de baloncestos, las chicas ya no miraban al inglés Beckham, sino al extremeño Calderón. Y el malo de los Gasol, Marc, suplía a un lloroso Pau (siempre paz) que veís desde el banquillo como España aprendía de BA-LON-CES-TO. Recuerdo una frase de Dani García tras la destitución de Pesquera "confío en Pepu". Grande Dani, enorme Pepu.

Parecía un buen mes septiembre, hasta que la enfermedad se cruzó en la vida de un amigo al que nunca sabré cómo decirle que le quiero, como a otros tantos, y que para lo que quiera me tiene aquí. Es injusto, ver como todo se para, pero la vida sigue. Como tu vida se detiene, mientras el resto camina, con más o menos alegría, por la senda que cada día le marca el destino. En esas, la suerte, otras veces ausente, aquella que en vez de sonreír parecía que se descojonaba, nos hizo un guiño y le dio a Patricia aquello que mereció hace poco más de un año. Cerca de casa, para todo el año. Un trabajo que seguro mantiene (en otro lado) a partir de julio. Ya lo dije, tiempo al tiempo.

Mirando ahora la pantalla de mi recién estrenado portátil, trato de recordar otros sucesos que, como el descenso del Plasencia de baloncesto, hayan influido o me hayan golpeado en el pasado año. Muchas imágenes se pasan por mi mente, la de amigos con las que he pasado buenos momentos, las de conciertos de "El desván...", o el premio de José, el Extremúsica y los Extra-Delenqüentes,... pero ya no me queda tiempo para compartirla con vosotros. Quizá debería hacerlo con los que estén aquí cerca, con Domingo y Jose, que apenas quedo a pesar de que se han venido a trabajar a Plasencia, con Escu, al que siempre echo de menos, o con Patricia, que me espera en la puerta de la academia. Me voy, espero volver pronto... o por lo menos no hacerlo para recordar un año que me traerá un ahijado-a (padre nuestro que estás...)

No hay comentarios: