lunes, 16 de febrero de 2009

Una noche especial

No sé si era una noche estrellada, si la luna lucía en un cielo despejado, si el tiempo se paró entre las pocas hojas de los árboles y se balanceó en sus ramas, mecido por la suave brisa que corría por las orillas del río. No sé si acabaron las desgracias, si la violencia cesó en Gaza y en México alguien gritó alto el fuego. No sé si alguien se quitó la máscara y brindó por la paz en Euskadi, si el paro descendió unas décimas, si subieron los contratos fijos y los salarios irrisorios e indignantes desaparecieron. No sé si hubo un apagón contra el cambio climático o si las flores cambiaron su ciclo para florecer en tu pelo en pleno invierno.

No lo sé.

Sólo sé que tu silueta dibujó un corazón en la sombra de una pared, que tu sonrisa invadió la oscuridad de la habitación, que tus ojos nadaron en un mar de champagne y que tus caricias encallaron en las playas de mis deseos. Sólo sé que fue fantástico, que fue inolvidable, que el mundo, por un momento fue mejor. Que el mundo, por todos los momentos, debía ser así, en todos sus rincones, en todas sus esquinas. En las arenas de los desiertos más sedientos, en las casas donde la humedad y las grietas dejan escapar las esperanzas y los céntimos, en los barrios donde lucen más las sirenas que las farolas, allá donde no llega la comida y los hombres llegan tarde y las mujeres esperan en las calles, frías, solas, desamparadas.

Sólo sé que fue fantástico, que quiero repetirlo, que nos espera un 25 de julio y mil fechas más en las que cambiar cerdos por patos, en las que compartir el sabor de un bombón o en las que gritar secretos a susurros.

1 comentario:

Juan Carlos dijo...

Hermano, me has vuelto a emocionar con tus palabras. Felicidades por sentir tanto que se te escapa por los dedos y lo derramas por internet.