viernes, 15 de mayo de 2009

Maquillaje para las heridas

Llegas tarde. La cena espera fría en un horno. El día ha dejado el cansancio sobre las sábanas. Las flores de primavera se marchitan bajo la luz de un flexo, bajo la monótona y difusa luz blanca de la oficina. Una magdalena dura espera el tiempo de su desayuno. Una lágrima contenida llena la mañana de un jueves más. Su pelo cae por tu frente, agotado por la soledad compartida, por los silencios ruidosos. Un perro ladra en la otra ventana. Un gato trastea en un contenedor, fija sus ojos y huye. Busca su soledad. Las calles rebosan el calor del asfalto, queman pies calzados, encerrados en la prisión de tu agonía. Necesitas respirar. La piscina no abre hasta el verano, el agua no calma tu sed, tu sed no te deja ver el hambre de otros.

Es un día gris, alumbrado por un sol espléndido que te golpea, te asfixia. Un pájaro se asoma a tus cristales. Sus colores palidecen tu gesto. Hace tiempo que no usas maquillaje para tus heridas, que no pintas la valla de tus sentimientos, el cerco de tu intimidad.

No recuerdas, ¿por qué no recuerdas? Hoy puede ser un gran día.

4 comentarios:

Patricia dijo...

uuuuuuuuuuuuhhhhhhhhhh!!!!! Rolloooooooo!!!!

Patricia dijo...

uhhhhhhhhh! los domingos!

José Manuel Díez dijo...

Y tanta melancolía, pa qué?? Asina semos los románticus...
Leí tu mensaje el miércoles y ni he podido responderte. La semana ha sido una locura entre recitales, las correcciones del nuevo libro y los conciertos.
Te veo en Plasencia mu pronto.
Besos

Iván H. Bermejo dijo...

Un abrazo niño, en ná ya estamos preparando la boda