martes, 5 de mayo de 2009

Mi madre

De pequeño, si me castigaba, yo la reprendía y la espetaba que era "más mala que la Ángela" (Ángela Channing, de Falcon Crest). De pequeño, la regalaba una flor cada vez que iba al Parque de los Patos, hasta que me dijeron que podía tener alergia. La alergia me evitó ayudarla, como lo hacía cada día, a limpiar el polvo. De pequeño, se enfadaba porque no hacía la cama, o la hacía mal. Ahora intento dejarla perfecta y me incomoda irme de casa con la cama sin hacer. De pequeño, me alegraba si hacía "patatas con carne de las buenas" que pasaron a ser simplemente "patatas con carne" porque "de las malas" las dejó de hacer poco a poco. También dejó de hacer, o de ponerme, la sopa del cocido que nunca me gustó.

De pequeño, encubrió mi mayor trastada, al fin y al cabo no importaba en exceso, era un secreto que compartíamos en casa. De pequeño, hizo de madre, esperó cada miércoles la llamada de mi padre, excusó sus tardanzas mientras nerviosa miraba por la ventana, aguantó mis malas contestaciones, mis rabietas, me castigó con inteligencia, me cuidó en mis mil enfermedades, me acompañó cada mañana a tratarme contra la sinusitis, aunque por eso nos perdiéramos "Los ricos también lloran" y tuvieramos que verlo a través de la ventana de la sala de enfermeras (sólo había enfermeras) del hospital.

Ahora sigue haciendo todas esas cosas y más. Sigue aguantando a los 5 hombres que, aunque vivamos fuera, siguen ocupando la casa. Sigue haciendo comida para 6, sigue llenándonos los tapper de las comidas que nos gustan, sigue mirando por la ventana cada 2 minutos si nos retrasamos y sigue diciendo "mira, ahí viene, parece que nos estaba escuchando".

Mi madre sigue sonriendo, pase lo que pase, la digas lo que la digas. Aunque esté nerviosa porque la van a operar de una mancha insignificante en la nariz, aunque esté nerviosa porque su hijo tiene 40 de fiebre y de madrugada, sin sentido, dice 4 por 4 y te llevas la casa. Mi madre siempre sonríe.

Mi madre es la que mejor cocina. Sus croquetas, sus tortillas y sus tartas (sobre todo el combinao) son archiconocidas. La paella no es su fuerte, pero el arroz con la cubana y los pimientos rellenos de carne siguen despertando mi hambre.

Mi madre padece el mal humor de sus hijos y de su padre, aunque siempre riendo. Mi madre tiene la casa siempre limpia y ahora puede disfrutar de ella con mi padre. Mi madre siempre ha estado ahí, viéndonos estudiar, viéndonos crecer, preocupandose porque tuviéramos lo que hoy la debemos. Mi madre un día espera que mi padre se trajera a Carlos, porque ella siempre está en casa, menos los martes y los jueves por la tarde que se va al Cristo.

Mi madre es la mejor, José, y no la tuya, que también es muy maja y se llama Ricarda. Mi madre se llama María del Puerto, para algunos Mari, para otros Puerto, para otros Mari Puerto y ya para muy pocos "La Mari Comino"

1 comentario:

Juan Carlos dijo...

Que grande eres hermano. Otra vez me has hecho llorar