martes, 24 de febrero de 2009

Buena gente

Aquí estoy, a punto de sumar un año más y mirando a mi alrededor. Repaso las últimas horas con 26 años y me fijo en lo conseguido en este tramo. Pero, al margen de los logros personales, me fijo en lo que me rodea, en lo que me conquista cada día y me dice que todo merece la pena. No sólo por la familia, que no deja de sorprender, o por los amigos más cercanos, que siguen donde los dejaste aunque de vez en cuando te alejes, ni por Patricia, que se desfriza de emeritense en fin de semana distinto, sino por las personas que no pensaba conocer y que se meten en la vida de uno sin avisar y te arrancan o te arrebatan una sonrisa.

Cada día son más las buenas personas que me enorgullece conocer. En los últimos años han aflorado bajo las piedras de las calles que he pateado en las distintas ciudades de mi destino. Enumerarlos a todos y todas sería labor ardua complicada y seguramente injusta, pues alguno quedaría en el olvido de la efímera labor de escribir un post en los últimos minutos de mi trabajo diario. Sólo sé que a diario son muchas las personas que se suman a mi lista de imprescindibles e irrepetibles, ya sea en el trabajo, en mi afición al baloncesto, en la cercanía de los viejos amigos y familiares o en mis otras muchas pasiones.

Ya sabéis de mi gusto por el cine y por la música. No soy un melómano ni un cinéfolo, pero me apasionan aquellas canciones e historias que te atrapan y te hablan directamente a las tripas. Eso lo suelen hacer bien los amigos del Desván que acertaron plenamente en el nombre de su disco.

Dicen que lo pusieron en honor a toda esa buena gente que se han encontrado en el camino de su primer disco (puedo decir primer disco, porque el segundo ya está llegando). Tienen toda la razón. Uno cumple años y no se deja de sorprender de la buena gente que hay por todas partes. También a muchos gillipollas, mucho imbécil y estúpido que te saca de tus casillas, pero en realidad, a mi lado, hay más buena gente que tontos.

lunes, 16 de febrero de 2009

Una noche especial

No sé si era una noche estrellada, si la luna lucía en un cielo despejado, si el tiempo se paró entre las pocas hojas de los árboles y se balanceó en sus ramas, mecido por la suave brisa que corría por las orillas del río. No sé si acabaron las desgracias, si la violencia cesó en Gaza y en México alguien gritó alto el fuego. No sé si alguien se quitó la máscara y brindó por la paz en Euskadi, si el paro descendió unas décimas, si subieron los contratos fijos y los salarios irrisorios e indignantes desaparecieron. No sé si hubo un apagón contra el cambio climático o si las flores cambiaron su ciclo para florecer en tu pelo en pleno invierno.

No lo sé.

Sólo sé que tu silueta dibujó un corazón en la sombra de una pared, que tu sonrisa invadió la oscuridad de la habitación, que tus ojos nadaron en un mar de champagne y que tus caricias encallaron en las playas de mis deseos. Sólo sé que fue fantástico, que fue inolvidable, que el mundo, por un momento fue mejor. Que el mundo, por todos los momentos, debía ser así, en todos sus rincones, en todas sus esquinas. En las arenas de los desiertos más sedientos, en las casas donde la humedad y las grietas dejan escapar las esperanzas y los céntimos, en los barrios donde lucen más las sirenas que las farolas, allá donde no llega la comida y los hombres llegan tarde y las mujeres esperan en las calles, frías, solas, desamparadas.

Sólo sé que fue fantástico, que quiero repetirlo, que nos espera un 25 de julio y mil fechas más en las que cambiar cerdos por patos, en las que compartir el sabor de un bombón o en las que gritar secretos a susurros.

viernes, 13 de febrero de 2009

Los sueños se compran con billetes falsos

Día a día observo como el deporte se pudre, como el olor de billetes quemados asfixia a familias enteras que quieren vivir de un trabajo en el que se aprecian las mayores diferencias salariales y sociales de esta corrupta mentalidad capitalista que nos envuelve. Uno pasa de sueldos millonarios a vestuarios óxidados en un trayecto corto, muy corto.

Vida laboral efímera que obliga a grandes salarios, para muchos de nosotros impensables, que no se pagarán. Vidas que se planean en los altos despachos y que se resquebrajan por las alcantarillas de los clubes.

Aficiones que quieren creer en la posibilidad de ver las estrellas, mientras en su firmamento sólo luce el fuego de los demonios que, temporada sí y temporada también, firman con su tridente un contrato que comprará los sueños de tantas personas con billetes falsos. Va a ser un año difícil. Lo va a ser para el deporte, corrupto desde hace lustros, oscurecido por el resplandor de 625 líneas que venden sueños e ilusiones, sueños que se compran con billetes falsos, billetes que no pagan a aquellos que todos los domingos en rojo, como sus cuentas, hacen rodar con su balón las esperanzas de un estadio entero. Billetes que no pagan lo comprado, deudas que se amontonan sin responsabilidad para el que las genera. Unos vienen, otros marcharán, todos pasan y el problema sigue siedo el mismo. Aquí, en Mérida o en Valencia. Algo no funciona cuando existe un mismo mal para distintos enfermos y cuando la epidemia no tiene ni cura, ni vacuna, ni doctor que la investigue.

El año se avecina gris y duro para todos. Bancas multimillonarias que no prestan, a las que sus elevados intereses ya no les interesa, que se encierran en una crisis que a ellos no les ha tocado (8876 millones de euros de beneficio no es mal botín).

Largas colas en el paro en espera de un trabajo mejor que te quite el tiempo libre que te mata, te ahoga en las mañanas, te deja el culo pegado en un sillón mientras tratas de comprender por qué es mejor cobrar por no hacer nada que aceptar un salario mínimo y un contrato temporal que puede ser fulminado con la brevededad que un día lo hizo tu esperanza.

Recibos de la luz engordados por la avaricia de ricachones que aún se atreven a decir que el transporte sigue siendo barato. Precios que no bajan al mismo ritmo que subieron, eso sí, de cara al público, al comprador, al que le animan a salir de la crisis a través de consumir productos que no son de su consumo mientras en la tienda de su esquina, los contenedores abastecen con productos semi-caducados a los olvidados por las encuestas.

Elegantes hombres de corbata, cobardes hombres de despacho, coche oficial y pelo engominado que deciden tu sueldo, o el mío, que deciden lo que es correcto y lo que debe ser, que, desde su tejado, desde su azotea de privilegios, dictan las normas de la casa de la sidra, cuando en su nevera sólo se conoce champagne del caro y la nuestra muestra los restos de un cartón de vino que encierra el poso de esa sociedad que pasea por las calles olvidando a los humildes.

Va a ser un año difícil, repleto de noches frías que siga apagando la luz de eternos personajes de nuestras calles.

Va a ser un año difícil, o eso dicen aquellos que se aferran a la crisis para que nos apretemos el cinturón mientras sus tirantes sujetan su economía.

martes, 10 de febrero de 2009

Me caso

Por si no lo sabes, por si nadie te lo ha dicho, por si no te lo he comentado, por si se me ha olvidado contartelo... me caso. Sí, en algo menos de 6 meses, en poco más de 5, me caso. Realmente creo que no me he dado cuenta de todo hasta hace dos semanas, en la gala del Ciudad del Jerte. Ahí pasaron los próximos fines de semana de mi vida por mi mente con gran celeridad y sin tiempo para nada: elegir flores (que, cuidadosamente, Isaac ya ha colocado con gran gusto en su cabeza), elegir como pagar el viaje de novios (el destino ya está elegido. Creo que Patricia lo decidió 10 años antes de conocerme. Yo estoy plenamente de acuerdo con ella, de hecho, veté otros destinos paradisiacos llenos de sol, playa, calor, humedad y otras mierdas) elegir invitaciones (simples a la vez que bonitas, elegantes pero informales, ni cursis ni aburridas), elegir chaqué (sí, hermanos, voy a llevar chaqué, me he probado el de Raúl y algo recorrió mi cuerpo -bastantes nervios- así que ya sabéis lo que os toca. No obligo a nadie, cada uno es libre, pero estaría bonito), elegir menú (primero habrá que probarlo), elegir alianzas (con motivos griegos a ser posible)... En resumidas cuentas: elegir, elegir, elegir.

Y entre tanto, fiestas a destacar: Carnavales en Mérida, cumpleaños (en Plasencia, en Mérida y en Jerte o, lo que es lo mismo, Casa Rural!!!!), cumpleaños de Raquel, Despedida de la Cristis (a mi no me toca pero queda como fin de semana inválido para las tareas antes enumeradas), cumpleaños de Carlos y mi padre, Semana Santa, play-off de ascenso, cumpleaños de mi madre... Vamos que ya estamos en mayo y huele a feria.

Lo dicho, me caso. Y si no te lo crees todavía, pasa y opina:
http://www.novios.org/ivanypatricia