lunes, 21 de mayo de 2007

Cobrar en pesetas, pagar en euros

Es una de las frases del fin de semana largo, de esos fines de semana universitarios que empiezan en jueves, aunque los míos empiezan los lunes. No, no os llevéis las manos a la cabeza antes de tiempo, que mis fines de semanas empiezan los lunes y acaban los martes.

La frase es de Víctor Casco, candidato a la presidencia de la Junta de Extremadura por IU-SIEX. Soltó muchas más perlas, dejó boquiabierto al personal y sorprendió por su esplendido control de los tiempos, de la improvisación, del verbo.

La frase, en mi opinión, es un dibujo de lo que fue el debate, muestra la realidad –muchas veces negadas a este partido- con la que se mira a la ciudadanía desde la verdadera izquierda. La frase es un pensamiento generalizado, es una verdad latente y palpable, es el conocimiento de los problemas que la gente tiene para llegar a fin de mes, cobrando las mismas cien pesetas de ayer pero pagando el euro de hoy.

La frase, escondida en un discurso lúcido, bien preparado, fresco, cercano y directo, es antítesis de la realidad percibida por los otros candidatos, más propia de una campaña electoral como ahora se entiende que no de la búsqueda del voto mostrándose como alternativa de gobierno.

La frase ensalza en su justa medida la política de un grupo que parecía ya enterrado, IU. Las encuestas daban casi por hecho su desaparición de la asamblea extremeña. Seguro que a día de hoy, aquellos siempre atormentados votantes de IU han vuelto a recuperar parte de su fe en estas siglas y que también aquellos izquierdistas indecisos y nómadas han encontrado un posible cobijo en una casa que, a pesar de la apariencia de ruinas del exterior, parece contar con cimientos sólidos.

La frase es una verdad como un templo rodeada de un discurso de mentiras que no miran a la ciudadanía, por mucho que el candidato socialista se esmere en recordar nombres o por mucho que el popular y populista Floriano hable de lo que disgusta al votante lo incumplido. Quizá ahí esté la diferencia que nos gusta ver a los de izquierda: esa distintición que Casco hizo dirigiéndose al ciudadano y que Vara y Floriano hicieron mirando al votante. Se agradece que te miren como persona y no como número que deja de tener sentido cuando deja caer, quizá con rabia, quizá con desdén, la papeleta en una urna cerrada que simboliza la jaula, la cárcel en la que nuestra opinión momentánea se verá encerrada durante los próximos cuatro años.

La frase marcó el discurso de los tres en un debate en el que sólo Casco se atrevió a preguntar y contestar por igual. Casco estuvo inteligente, rápido, gracioso sin caer en el chiste fácil. Fue el único que no miró a sus papeles, pues sabía cual eran sus preocupaciones y no tenía porqué recordar su ideología, pues lo que piensa y lo que promete, de momento, es lo mismo.

La frase le diferenció de Floriano. Mientras Casco expresaba lo que realmente significa el sueldo aquí, Floriano se empeñaba en equiparar el sueldo de los funcionarios ¿de todos los funcionarios? Al de otras comunidades ¿a cuales? y lo que es más importante ¿cómo? No se necesita una equiparación en los sueldos, pues a lo mejor también tenemos que pagar más por lo que compramos, sino una equiparación en los términos Salario-gastos, como bien expresa la frase.

Floriano que se agarró como un clavo ardiendo a un triste gráfico bien coloreado de habitaciones por enfermo, pecó de agresividad. Una agresividad que es valorada en el candidato pero que, en ese discurso de derrotar el PSOE, no dio alternativa de gobierno. Las propuestas, más populistas que populares, brillaron por su ausencia. Floriano mostró un panfleto con cerca de 700 iniciativas de las que sólo se adivinaron tres: quizá aquella de la habitación por enfermo, la de realizar oposiciones todos los años (¿dónde? ¿para qué servicios? ¿no hay oposiciones todos los años ya?), la de reducir todas las listas de esperas para operaciones a 30 días ¿derivando a la privada en vez de aumentando la apuesta por la sanidad pública? Poca chicha para tanto discurso.

Un discurso tan igual al de estos cuatro años de oposición, carente de propuestas y alternativas y excesivo en la crítica desmesurada y descontrolada, que le llevó a llamar al candidato socialista Ibarra. Le ocurrió en el momento que levantó la cabeza del papel.

Entre los muchos errores de Floriano estuvo su obsesión por atacar la sanidad, terreno en el que Vara se defendió con conocimientos suficientes y que le permitió subir enteros en su apagado discurso. Floriano se obcecó en hablar del otro candidato, sobre su estancia en otras ciudades o sobre su pasado en Alianza Popular, sin recordar que por la boca muere el pez y que no hace mucho él apoyaba la refinería. Y digo yo, si es por motivos ecológicos ¿tiene pensado cerrar Almaraz? Para terminar, el candidato a la presidencia por el Partido Popular sentenció en dos ocasiones con “Los gobiernos no están para generar empleo, sino para facilitar que otros los establezcan”. Me ahorro hacer comentarios.

La frase de Casco, derrocó la imagen de cercanía que transmite Vara. El candidato socialista acertó en la vestimenta, el mejor, se mostró sosegado pero se olvidó de muchas cosas. Se olvidó de cómo va a mejorar lo heredado y tampoco quiso mirar al pasado. Quiso mostrarse cercano hablando de personas concretas, cuando la realidad se basa en grupo sociales y mayorías pero, sobre todos, minorías.

Vara estuvo tímido, nervioso y titubeante. Su cara de buena persona es su arma que transmite capacidad para el diálogo, pero no para la oratoria. Le faltó chispa y le sobró desconocimiento sobre otras materias que no sean la sanidad. Afortunadamente para él, Floriano, aquel que volvió a hablar de ETA en su discurso cuando no venía a cuento, se centró en las incumplidas promesas sanitarias para tumbar al candidato, en lugar de para intentar ganar votos. La imagen de Vara ha cambiado poco a la de antes del debate. Quizá eso le sea positivo, aunque ahora la izquierda puede ver otra alternativa para un gobierno más equilibrado.

La frase es el resumen de un Casco que quizá pecó de apoyarse en exceso en el bastón de “Refinería No”. Casco habló de problemas sociales, no de habitaciones por enfermo que no solucionan problemas de diagnóstico. Casco habló de pensiones con propuestas y presupuestos. Casco habló de paro. Pero Casco se olvidó de la cultura, latente pero adormecida en muchos rincones extremeños. Casco se olvidó de la educación, una base para creer en el presente. Pero Casco estuvo sonriente, con ropa alegre, aunque no bien elegida. Casco fue el ganador de un debate en el que sólo el debatió. Curiosamente, la valoración de lo que el discurso electoral del pasado jueves coincide con mis criterios ideológicos.

En mi defensa diré que en el análisis trato de ser objetivo, aunque mi forma de pensar me llevan a condenar a aquellos que para crecer señalan el defecto y la berruga del contrario en lugar de ensalzar sus virtudes.

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