martes, 8 de mayo de 2007

Carta para Lazlo

Salí del cine desorientado, con la misma sensación que me produjo el final de "Goodbye Lenin". Durante algo más de dos horas debatí con la pantalla sobre ideales, sobre hombre buenos, sobre sistemas. Al salir volví a pensar en lo mismo, en la ausencia de diferencias entre políticas, entre estados totalitarios y democracias parlamentarias. Me viene a la cabeza aquella frase (no literal) de "Antes que amanezca": La diferencia entre Cuba y EEUU es que en Cuba te dan por culo y no puedes quejarte, en EEUU te puedes quejar, pero te dan por culo igual.

Salí del cine pensando en la caída del muro, en la actitud de un buen hombre, en su actuación sustentada en firmes convicciones, en su gris papel en una sociedad hambrienta de colores artísticos. Golpeas con tus iras contra la falsedad del socialismo real y, de pronto, de estrellas contra la realidad de la falsa clase política en general. Sistemas o régimenes políticos denostados por sus resultados, por la actuación de dictadores, por censores públicos que tienen su cabida también en democracia pero que ocultan su identidad. La política la hacen las personas, lamentablemente personas que han dejado atrás sus ideales por su propio bienestar y por sus ambiciones.

Salí del cine estableciendo comparaciones. Ví en aquel ministro de cultura creador de listas negras la figura de los políticos que hoy deciden a quien le dan subvenciones a quienes quedan sin hacer sus películas. Recordé aquellas declaraciones de un político (del PP) que pretendía recuperar la subvención a Médem por la exquisita "Lucía y el sexo" tras su reflexiva, fundamental y necesaria "La pelota vasca".

Salí del cine pensando en la seguridad del estado con la que en tantas ocasiones se llenan la boca (aquellos y estos) políticos, cuya única seguridad en la que piensan es en la de su cargo, en la de su billetera. La falsedad de una democracia que sigue actuando como una dictadura en la que nos permiten quejarnos, de vez en cuando escribir sobre ellos y opinar cada 4 años, aunque a esa opinión cada vez se le dé menos valor, se utilice como arma arrojadiza ante personas inocentes que padecen desde años el hambre y tiranía. Una opinión, que además, creen que su puede fundamentar en impulsos de ira y no en una reflexión basada en creer que un mundo mejor es posible. Quizá se deba a que ellos han dejado de creer o, lo que pare mi es más preocupante, ni siquiera se paren a pensar en qué creen o creían.

Salí del cine pensando en cómo sería aquella película realizada por un americano. Repleta de "Flashback" que recordaran a nuestra memoria de pez quienes eran aquellos personajes que reaparecían o se reencontraban o, como observaría el crítico ciego de "Bienvenido a casa", repleto de movimientos de cámara, de vueltas sobre un cuerpo que yace en lugar de mantener un plano fijo que golpea con serenidad la dureza de una escena en la que el dolor traspasa la pantalla y también el sufrimiento.

Salí del cine pensando que ya no se escuchan sinfonías, aunque siga habiendo hombres buenos. Por lo menos, cada vez se escuchan menos porque sigue habiendo gente que las escribe, las dirige o las interpreta. Ayer erámos 3 en el cine.

2 comentarios:

José Manuel Díez dijo...

Creo que en la frase "no literal" falta algo... (supongo)

Un saludo

Iván H. Bermejo dijo...

Evidentemente SÍ faltaba un NO. Solucionado. Gracias amigo.