martes, 22 de mayo de 2007

A once metros de tocar el cielo

El pasado domingo, "A vivir que son dos días" hizo parada en La Coruña. Entre los temas a tratar, Angels Barceló, futbolera y culé, recordó junto a Arsenio Iglesias y Fran uno de los momentos más celebres del fútbol nacional. Es una de esas situaciones que pasan una vez en la vida. Situaciones históricas como el 12-1 a Malta, el gol de Maradonna, el gol de Kiko en la final de las Olimpiadas del 92 y la consecuente voltereta de Toni, el codazo de Tasotti a Luis Enique en el Mundial del 94 o la remontada del Manchester al Bayer en los 3 minutos de prolongación de la final de la Liga de Campeones en el Camp Nou. Aquel penalty de Serer a Nando que convirtió a Djukic en víctima de su valentía y al Superdepor en el Rey destronado.

Aquel año, todos fuimos del Depor. Sucedió algo parecido en los años 80, con las ligas de la Real y Athletic. En el 93-94, aquellos que no eran culés, querían que la liga la ganara el Depor. Incluso los aficionados azulgranas no estaban molestos por perder la liga ante un equipo humilde, con acento gallego...

Yo, celtista y madridista, nunca anti culé, llegué a tener una bufanda de aquel Superdepor. Eran otros tiempos. No había PPV, sólo el plus y la dos (creo que por entonces aún la segunda) daban el fútbol y la no guerra comercial permitía que ambos canales conectaran con el otro estadio. Así vivimos en directo la goleada del Barça al Zaragoza (6-3) que le permitía optar al liderato. Sólo tenía que fallar el Depor, en su casa, en Riazor, ante el Valencia. Y vaya si lo hizo.

Millones de espectadores, igual que ahora, veían en sus televisores la angustia de un equipo que no encontraba el espacio en la defensa Ché para ganar la liga. Los brazos comenzaban a caer, las gargantas a desafinarse cuando, de repente, en el tiempo de prolongación, una internada en el área de Nando acabó en penalty cometido por Serer. No sé quién fue el árbitro que lo señaló.

No lo dudó, señaló los once metros y al Barcelona y le sirvió al Depor la Liga que merecía. Bebeto se escondió, como lo hizo Guardiola en aquel penalty que falló Raúl ante Francia, como sólo lo hacen los grandes que conocen que ese momento no es para ellos. Djukic recogió el balón, lo colocó con mimó y se dispuso a lanzarlo. Sabía que lo iba a fallar. Millones de ojos esperaban atentos en sus hogares a que ese gol entrara. Es penalty, es medio gol. Las dudas de una carrera eterna, un golpeo tímido y una parada recordada por todos ¿quién no ha visto ese penalty alguna vez?

La ilusión de una España deportivista se desvaneció, los sueños coruñeses cayeron en las manos de González. Djukic se desplomó y junto a él, el alma de todo Riazor y las lágrimas de una afición efímera, que se había enfundado la camiseta del nuevo David que pretendía volver a tumbar a Goliat.

El estadio tardó menos en recuperarse que el central. Su gran temporada fue reconocida por las ya torturadas cuerdas vocales de la hinchada. Aquel grito de "Djukic, Djukic" sonó, por una vez, más fuerte que el himno del Barça. Aquel Superdepor pasó a la historia, no por ganar la liga, sino por morir en el intento.

Estoy convencido de que si aquel penalty hubiera entrado, si la liga hubiera acabado en manos del capitán Fran, la memoria histórica sería menos justa con el Superdepor. Aquel equipo capitaneado por el humilde Arsenio Iglesias, liderado por el silencioso Mauro Silva, acabó como los grandes mitos. El superdepor fue un nuevo James Dean, una nueva Marylin, el John Lennon del fútbol. Un grupo de jugadores históricos que hicieron de la derrota su grandeza, de un momento tan amargo, su leyenda.

Yo, celtista y madridista, casi lloré el día de aquel penalty. Cosas de adolescentes futboleros. Yo, celtista y madridista, casi lloro el domingo recordando los gritos, las pasiones, la cultura que es el fútbol, el deporte y que, por un momento, te hace olvidar la vida, los problemas, el paro, para tomar aliento e ilusionarte. Cosas de futbolero melancólico. Ese penalty no tiene precio y el deportivismo debe agradecerle a Djukic un momento histórico que se hubiera esfumado como el humo si hubiera entrado.

Djukic pudo hacer entrar al Superdepor en la historia por dos puertas y eligió la correcta. El Depor ganaría luego más títulos pero ¿alguién repara en cómo ganó el Depor su primera liga, en casa ante el Espanyol? No, pero sí todos recordamos lo que pudo ser y no fue.

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