miércoles, 23 de septiembre de 2009

Una mirada desconsolada para una cara aturdida, una caricia para una pierna desnuda, una flor en la oreja del mundo.

El sabor de la primavera en septiembre, el olor de la última revolución de noviembre, octubre asomando en el balcón de tus encantos.

Hojas caen en el invierno frío de noches a sola. Las recoges en tu cama, las escondes bajo el colchón, barres los sentimientos y los empujas hacia un acantilado infinito.

Las olas de tus ojos naufragan en un mar salado con orillas de mejillas rosadas. Arena en la última sandalia del verano más seco, hilos en bolsillos vacíos como un frigorífico sin carne fresca, sin fruta ni pescado.

Risas que suenan como ríos rugientes: en la lejanía, burlándose de la sequía de nuestra espera y nuestras ansias. Cambio climático en la oscuridad de un piso solitario. Tan frío como las piedras de la noche. Tan caliente como los deseos no cumplidos, que se pierden entre los matojos verdes de las carreteras que me llevan a las curvas de tus paraísos desiertos.

El mundo no se acaba en el final de mis días. Mi mundo no empieza hasta el inicio de tu sonrisa.
Hoy es el primer día del resto de mi vida. Me levantará de buena mañana.

2 comentarios:

Patricia dijo...

Aquí te espero, como siempre.

Te quiero.

Juan Carlos dijo...

Precioso de nuevo hermano... eres la caña!