jueves, 17 de marzo de 2022

El mundo que nos espera.

La ultraderecha ganará las elecciones en 2023. Es mi predicción. Feijoó será presidente del gobierno, muy posiblemente, en un gobierno de coalición con Vox. La única forma que el PP tiene de volver a la Moncloa, muy alejado de la mayoría que en su día construyó con partido independentistas o que le permitió aprobar los presupuestos de 2018 días antes de la moción de censura, es con VOX.

La crisis de 2008, la falta de empleo estable, la pandemia, las consecuencias de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, la acumulación de problemas y la ausencia de soluciones está sembrando el camino para esa victoria, por esa mayoría absoluta. La desaparición de C´s tras la eclosión de VOX en 2019 era necesaria para creer en obtener el número de escaños suficientes y esa ecuación se ha resuelto de forma veloz, como se ha comprobado en Madrid y Castilla y León con los adelantos electorales. Vox ha sustituido a C´s, que empezó como partido centrista, tuvo la oportunidad de ofrecer un pacto de gobierno en 2019 a Sánchez pero se estrelló y se vio devorado por el partido de Abascal. Y aunque algunos nunca creímos en aquella apariencia de moderación de C´s, aunque uno aprecie algunos de los gestos de la dirección nacional de Arrimadas por volver a esa senda, aunque uno tenga en alta estima a gente que milita o formó parte de aquella idea, C´s es un partido desdibujado que se pierde en medio de un mensaje vacío y confuso que pierde trascendencia en favor de un partido que no esconde su forma de ser por mucho que haga rodeos en el lenguaje para evitar sobrevivir en la legalidad.

Pero ¿Por qué va a pasar? Fácil. El actual gobierno, en una situación de tremenda complejidad, eso no se puede negar, teniendo que hacer frente a una pandemia mundial y ahora a las consecuencias de una guerra a las puertas de Europa que encarece la vida y amenaza con problemas de abastecimiento, el actual gobierno no ha dado soluciones a los problemas cotidianos, por muy plausibles que sean algunas de sus medidas.

La subida del SMI de este último año se va llenando una vez el depósito del coche, lo mismo la subida salarial o de las pensiones, la reforma laboral ha sido consensuada y recupera derechos pero también deja la sensación de que no se hizo todo lo prometido, el precio de la vivienda sigue sin abordarse de forma tajante y clara, la luz o bate récords o se estabiliza en un precio 15 veces superior a los de hace un año, sigue habiendo un gran problema para el acceso a la vivienda pero, sobre todo, la España Vaciada sigue vacía y sin esperanza: sin comunicaciones, con deficiencia en su servicio sanitario, cerrando centros de salud o escolares, viendo como se esfuman las entidades bancarias que presumen de beneficios récord y, encima, con una intención de peaje en las autovías que agravaría aún más los problemas de aislamiento y que incidiría en una política de concentración población y vaciado de municipios (los parabienes que se lleva la unión de Don Benito y Villanueva explican a las claras como se premia a la concentración de la población y, por tanto, se penaliza a la dispersión y así se llegá a la despoblación y al vacío de nuestros pueblos y las zonas rurales). 

Y, en verdad, creo que este último punto va a ser el más significativo, el más determinante. Todo lo anterior puede ser excusado, explicado o asumido por los ideales, por la fidelidad, porque se han hecho avances aunque sean insuficientes (recordad: recuperar derechos es muy difícil), por los datos del paro (si la guerra no crea un destrozo insalvable), por los ERTES (por el IMV no, porque ha sido propaganda insuficiente), por políticas sociales que han podido mejorar o sobrellevar nuestras vidas pese a la tormenta. Con eso, igual, puede tragar parte del electorado. Pero con ver un futuro vacío de empleo y de gente, no. No, porque el 15M hablaba también de eso, de derechos, de construir en pequeñas asambleas, de consensos, de descentralizar la vida (y la política), de dar protagonismo a la vida de la periferia (la periferia de España y de las ciudades, esa que siempre está especialmente dañada). Podemos irrumpió con fuerza bajo esa unión, con un liderazgo muy absorbente pero que había aglutinado a buena parte de la España Vaciada con las distintas mareas y coaliciones territoriales. Donde no tuvo esa presencia (muy vinculada a los nacionalismos), Podemos apenas sumó escaños al Congreso. Y ahora Podemos (Unidas Podemos) es un partido nacional más, con una agenda nacional centralizadora que ha visto como se fugaban sus marcas regionales, como se separaban. Y ese electorado busca nuevas soluciones que le prometan que van a ser tenidos en cuenta. Y en medio de la tormenta, como pasara el siglo pasado, la extrema derecha ganará, no porque tengan una solución, no porque vayan a arañar votos a la izquierda, sino porque no ha habido el necesario re-equilibrio social, poblacional, económico y de recursos en este país, porque esta vez no será el 15M quien canalice esa voz sino será la extrema derecha la que coja la bandera del enfado y la injusticia latente y real, de los problemas y el brutal e inasumible encarecimiento de la vida (a la espera de los tipos de interés y las hipotecas). Sigue habiendo una España de varias velocidades y las promesas de aquellos que gobiernan suenan vacías o, sobre todo, lejanas. 

El principal problema de los gobiernos, a mi juicio, está siendo su absoluta distancia con la ciudadanía, su falta de pie en tierra y conocimiento de los problemas, su arrogancia y falta de empatía en un tiempo de fuerte agotamiento mental, su mirada corta en grupos cerrados de aplausos y datos macroeconómicos que no explican ni arreglan la realidad de la tierra (la complejidad para ir a trabajar, pagar la gasolina, la casa, la comida, los pequeños caprichos), su exceso de argumentario y su falta de argumentos. Y ahí siempre va a ganar quien espera que le vote quien menos problemas tenga.

No hay comentarios: