lunes, 21 de marzo de 2022

Miedo.

 He sufrido un ataque epiléptico. He estado unos 10 minutos inconsciente. No recuerdo nada. Vagamente recuerdo estar mirando el móvil y no sé si fue ese momento u otro anterior. Lo último que recuerdo con nitidez es estar tomando el café mientras Candela se comía un Huesito e ir a llevar la taza y el plástico de mi croissant a la basura. De ahí, a despertarme de golpe en la habitación de Candela mientras los 4 hombres del 112 me quitaban la ropa porque me había meado encima. Recuerdo la figura de Mamen al fondo, intentando tranquilizarme, diciendo lo que me había pasado. La cara de Candela, nerviosa, casi llorando, intentando sonreír cuando me sacaban por la puerta para llevarme al hospital, la cara de preocupación de Patricia, casi blanca. Nada de lo que ocurrió en esos 10 minutos. 

Estoy bien. Tengo un golpe en la cabeza que me duele pero no ha provocado mayor daño que un moratón que se extiende por el ojo. Todavía me duelen algo las piernas y me siento confuso, como aturdido, pero más por el miedo y la desconfianza que por los efectos de la epilepsia. No sé en qué pensar. No sé cuál va a ser el futuro inmediato ni el futuro a medio plazo. Ya estaba haciendo planes. Ya estábamos trabajando en volver a currar, ya estábamos viendo los caminos que podíamos andar y ahora me siento inútil, tembloroso, miedoso. No puedo conducir, lo que limita buena parte de mi forma diaria de actuar. No puedo llevar a Candela, Mario y Mateo al colegio, ni a balonmano, ni a escalada, ni a baile. No podría ir a Mérida a trabajar o conducir para hacer partidos. No hasta que no tenga un resultado definitivo de las pruebas que me tienen que hacer. No hasta que sepamos si ha sido un episodio puntual o si se puede volver a repetir. Y eso me angustia. Tanto el no poder hacer como el no saber si va a volver a ocurrir. Y los "y si...". Y si me hubiera dado por la mañana, y si me hubiera dado 10 minutos después llevando a Candela en coche al cumpleaños de Paula, y si me hubiera dado cualquier otra tarde que no está Patricia y estoy yo con la tropa en casa. Y si me hubiera golpeado más abajo o más a la izquierda...

Estor nervioso, muy ansioso, con muchas ganas de llorar, muy confuso, desorientado, sin saber qué hacer, sin querer hacer, sin poder estarme quieto. Quiero llorar y gritar. Ojalá todo sea rápido y sepa pronto. Ojalá retomar mis planes, mis ganas, mis ilusiones. Ojalá no me doliera tanto la cabeza.

No hay comentarios: