jueves, 24 de marzo de 2022

Epilepsia.

 Sufro epilepsia y no sé ni qué pensar.

Sufro epilepsia. Es una enfermedad que me ha acompañado sin saberlo y que tendré hasta el final. Una pastilla más que tomar, esta será para siempre.

Epilepsia. Uno no tiene un juicio previo sobre personas con epilepsia. No se habla de epilepsia, no se ve, fingimos no convivir. Si acaso algún ataque visto en la ficción, las crisis dramatizadas pero tan poco explicadas.

A mí me di una crisis hace una semana. 20 minutos inconsciente, dolores que aún no se han ido. Y los temores, hechos realidad. Ahora, medicación y pausa para que no vuelva a pasar. Un año libre de crisis para poder conducir. El no conducir es como si me cercenaran parte del cuerpo. La conducción siempre me dio independencia, muchas veces me ha servido para desconectar. Soy un copiloto horrible. Conducir, saber que no dependes de nada y nadie para ponerte en cualquier lugar. Recorrer campos de fútbol de toda España al volante. Elegir las vacaciones. Ir al colegio, decidir dónde comprar, cualquier desplazamiento corto en una sociedad y ciudad hechas para conducir, con zonas residenciales a las afueras sin los servicios prometidos. Una región en la que los transportes públicos no son una alternativa real para poder cumplir horarios y conciliar. 

El trabajo. Estaba pensando en volver. Estaba dando los pasos para poder regresar. Cogiendo ánimo, fuerza, ideas, aire. Soltando lastre. Y ahora ¿qué? Todo se para, todo cambia aunque parezca lo mismo. No sé cómo podré adaptar el trabajo que estaba haciendo para volver a la nueva realidad, a la futura y crónica realidad. Hoy me siento absurdo. En mis preocupaciones pasadas, en mis planes futuros, en los libros que estudio ante las puertas que se cerrarán.

No me asusta la palabra discapacidad, tampoco temo la epilepsia una vez que todo ha sido rápido y me empiezo a tratar (a ver cómo responde mi cuerpo, ojalá no vuelva a pasar y, si pasa, que no me pille solo e indefenso). No es miedo lo que siento ya, no sé si es cierta compasión inadmisible, pena, rabia, estas ganas e imposibilidad de llorar, estos nervios, esta ansiedad, esta tristeza y gesto serio, esta incapacidad de verbalizar, de saber lo que siento, la incertidumbre y la duda, la confusión y este ambiente helado, el no saber qué hacer ni tener el control y que tu vida se esconda tras una etiqueta que no sabes quitar ni cómo te afectará.

Sólo sé que esto no se cura. Empecemos a caminar.

No hay comentarios: