viernes, 11 de marzo de 2022

Enterrado entre tejados.

 Mi vida, mi casa. La ventana frente a la que nunca pasa nada. El silencio. La falta de bullicio, unos pájaros cantando más allá de la baranda. El frescor que entra en este invierno cálido y seco, las nubes en las que duermen mis pensamientos. El gris del cielo, la luz apagada de mis ojos, mi continua pesadumbre, dormir temprano, despertarme antes. 

Todo me atormenta. Siento pena. Escucho la radio, veo los telediarios, me informe en redes y en diarios digitales. Me faltan mujeres, me sobran armas, odio la guerra, las soluciones que no llegan, el miedo en cada puerta, el terror de la pandemia, la falta de mascarillas para tapar las vergüenzas, las políticas nefastas, las ilegalidades orgullosas, la sequía y la sed, la tormenta de piscinas, las voces hostiles, que no críticas. Quienes siempre tienen razón hasta cuando se demuestra que se equivocan. Quienes quieren callar toda las voces que no sean las de su autoridad y mundo de cemento, petróleo, gas y dinero. Enterrar el futuro bajo esa encina que talaron, pastar entre placas solares y molinos de viento, jabalís caminando en medio de la calle o la carretera, reses buscando alimento y yo, perdido. Triste, agotado, desolado, desorientado, mareado, aturdido, abandonado, incomprendido, sin comprender nada, sin luz ni trabajo, sin saber dónde poner mis pasos, eternamente enfadado. 

En esos días en que me sobras, en esos ratos en que te odio, en esos instantes en los que muero estando a tu lado, en cada vez que no me imagino mi vida sin ti, sin tu energía, sin tu iniciativa, sin tu vitalidad y mi vida, sin tus abrazos y caricias, sin un beso en los labios antes de oír cerrarse la puerta... No sé cómo abrir esa puerta. Se ha vuelto a cerrar y me cuesta empujar. Estoy sin fuerzas, me siento más triste, con menos recursos. Subo a las alturas y veo un futuro plagado de éxitos, leo y confío en mis  textos, crezco rodeado de informaciones diferentes, de otra forma de contar la vida y el deporte y, al poco tiempo, la oscuridad me invade, el cansancio, la apatía, me hago pequeño, me siento absurdo, quiero borrar todo lo vivido, todo lo escrito, desaparecer, no ser ni recuerdo ¿Para qué hago lo que hago? ¿De qué sirve lo que tengo y lo que anhelo? ¿Alguna vez se acabarán estos pensamientos?

Porque pienso y no puedo parar de pensar, de frenar esta cabeza, mis impulsos, mis idioteces, mis delirios, mis grandezas ¿Quién soy yo? ¿Qué quiero ser? ¿Qué puedo ser? ¿Cómo desandar lo andado, cómo salir de este laberinto cada vez más enredado?

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