martes, 16 de octubre de 2007

Noviembre

Apareció fresca, descarada, bajita y pizpireta abrazada a sus secretos más visibles, escondiendo sus curvados tesoros y mostrando su luminosa mirada.

Apareció como una película de Médem, llena de luz y color, de gesto alegre que esconde profundas emociones. Mostró la luz de la puerta de su cueva y me invitó a descubrir sus 54 grietas.

Habló sin decir nada y calló para hablarme de ella. Desparpajo tímido, gesto sencillo y sonrisa perenne. Perenne, como una noche de brindis por una vida de nueva, de gente de corbata y chaquetas granas, de borrachera a pie de barra, con la banda sonora del rudio de chupitos, con el calor de noviembre que ofrece un bar, con el aroma de una ciudad bañada por el agua fría y salvaje de un río que la describe al tiempo que la despierta.

Sus ojos desaparecieron como un río tranquilo en un mar de agua ardiente, de sangre hirviendo, de sentimientos encontrados. Un beso que tardó en llegar, que se pospuso meses y que dura años. Un olor que todavía se recuerda, como el de una piscina natural en una noche de verano. Una imagen que perdura, como el de un abrazo en la soledad que te conceden los amigos en la primera noche de tu vida. Una piel sensible, como la que provoca el temor por lo desconocido, como la que provocan sus caricias que ponen en alerta mi vello, que me despiertan cada mañana.

Sentada, con la atención desviada. Excusa para acercarse a un compañero cercano, a un amigo en la lejanía. Nos miramos. El silencio rompió por un momento el ruido de vasos, los brindis mentirosos que se esfumaban a cada trago. Algo quebró en sus interiores con la fugacidad que un boli dibuja en la nada de un folio una raya sobre la que escribir una historia nueva.

3 comentarios:

UnaExcusa dijo...

Y que después de ¿siete, ocho? años, puedas escribir esto...

Qué maravilla.

Patricia dijo...

JO!

Noelia Fuentes de la Calle dijo...

Noviembre dulce, Noviembre de besos, Noviembre de recuerdos,que bonito....