miércoles, 27 de junio de 2007

¡Patapán Pssshhh! del verano

Si Mahoma no va a la montaña... es porque prefiere la playa.

martes, 26 de junio de 2007

Por una Plaza en lo más alto

Confieso que me enfado con la prensa con demasiada frecuencia, concreta y precisamente con la prensa deportiva. Pero es que es para mosquearse, pues los cronistas deportivos suelen tomarse la licencia de criticar desde el desconocimiento y de destripar en vez de narrar la noticia. Es un mal de la prensa deportiva del que siempre he tratado de huir. Mi objetivo siempre es el de informar y, a ser posible, dibujar la realidad, televisar con mis letras o voz lo que ocurre en el campo o la cancha.

Con esa premisa entré por primera vez en el autobús que me llevó a Tarragona y que me introdujo en el mundo de las retransmisiones de baloncesto: oír, ver y callar. Así he tratado de aprender de ese apasionante deporte, así he tratado de ir adentrándome en él y de conocer sus entresijos. Ni que decir tiene que no soy un experto de baloncesto, aunque me he acercado a técnicas, movimientos y sus entresijos a base de compartir charlas (sobre todo escucharlas), de ver partidos y de meterme en blogs como el de Piti Hurtado que son una ventana magnífica al conocimiento del basket.

Desde esta postura he respetado siempre el trabajo, sobre todo, de los entrenadores y, creo, que no he caído nunca -como informador- en la crítica fácil pues, el baloncesto, es un deporte demasiado complejo como para dar notas midiendo sólo el resultado o las estadísticas, siempre frías y en muchas ocasiones engañosas.

Aprecio a cada entrenador. Sé de buena tinta el tiempo que pasan visionando "Scoutings" y tratando de mejorar su trabajo y el juego colectivo e individual de sus quintetos. Tengo especial admiración por aquellos que se mantienen en la sombra y que creen en lo suyo. En baloncesto es especialmente importante el trabajo del segundo entrenador y de todo el cuerpo técnico y el de aquellos que forman a las categorías inferiores y les comienzan a inculcar técnica individual y tácticas de juego. Por eso, el sábado -el día después de no poder ver el tercer partido de la final ACB- me ofusqué al leer en el Marca una crítica desmesurada sobre Joan Plaza, un entrenador que se ha mostrado ganador desde la humildad y el conocimiento del deporte. Reitero que no vi el partido, pero la parcialidad de una crónica se ve a la legua. Tras un parcial de inicio desastroso, Plaza debió dar con la clave para remontar el partido y ponerse por delante del Barça en el Palau. La noticia criticaba al técnico catalán el mal inicio de su equipo pero no le reconocía su capacidad de reacción para dar la vuelta al electrónico, este privilegio quedaba para los jugadores.

Sin embargo, la derrota sí volvería a ser culpa de Plaza, por cambiar a Bullock y Tunceri. Sin ver el partido, pero atento a los minutos en los que estos cambios se producen, puedo llegar a entender que las rotaciones son lógicas y que el míste buscaba un mayor control de juego que no llegó pero que, por otro lado, sí se dio en el cuarto encuentro.

Para mí, Joan Plaza ha dado una exquisita muestra de lo que es entrenar a un equipo grande, de dosificar minutos y de hacer mejores a jugadores como Felipe Reyes que acertó con todo lo que hizo pero cuyo juego de equipo le permitió ser MVP. Sus palabras y gestos de elogio a sus compañeros no son un mero discurso fácil, son una realidad. En ese tablero de ajedrez en el que se convierte la cancha de baloncesto, Reyes era el rey al que proteger de un jaque. Enhorabuena al Real Madrid, a Plaza y a los que pusieron en el banco de un grande a una persona modesta.

P.D.: Podría aprender, nuevamente, el mundo del fútbol, de la sencillez compleja de este deporte. Debería la prensa dejar de endiosar a los futbolistas y sólo contar lo que ocurre. Así podriamos tener a más protagonistas, a hacerlos más accesibles y a evitar diferencias como las de los dos campeones: mientras el Bernabeu se acordonaba para que la prensa no molestara a los ganadores de liga, el Madrid de basket abría la puerta de sus vestuarios para compartir con todos su felicidad.

lunes, 25 de junio de 2007

(Casi) Recuperado de la boda



Lo dimos todo. Es la frase que resumió la boda. Fue un día divertido y, sobre todo, feliz. Se casó mi hermano Raúl, se casó con Raquel, una mujer que le pone la sonrisa en la cara, que le saca brillo cada día a sus ojos, que le hace ser cada momento como es él. Casi lloro. Durante la ceremonia tuve un segundo para mirar a mi hermano Raúl en la iglesia, ilusionado, contento, diciendo sí. Nunca le había visto tan feliz como en estos años junto a Raquel.

Y la boda no desmereció. Al margen de un exquisito menú, de los obligados regalos, de la buena, agradable y sencila conversación en la mesa, la fiesta fue una repetición de lo que ya ocurrió hace 2 años en la boda de Javi. Creo que puedo presumir de tener una familia que es la bomba. Y si la familia de la novia no desmerece, la fiesta se convierte en un lujo. Casi no nos vemos, sólo en grandes acontecimientos (como éste) o visitas esporádicas. Circunstancias que obligan a disfrutar de cada segundo en común... ¡y vaya si se hace! Si la barra libre no termina a la hora que termino, es posible que siguieramos ahora sobre la pista de baile.

Ya ocurrió con la de Javi y Noelia, y ha vuelto a pasar en el enlace de Raúl y Raquel. La alegía de un día que viven con especial intensidad se contagia, se desborda y te obliga, simplemente, a darlo todo.

Y no era sólo diversión, no es pasarlo bien como en ferias, como en una noche de buena fiesta. No era una barra libre de locura como la de Nochevieja. No. Era esa diversión máxima, esa sonrisa provocada por la felicidad, por ver a mi hermano feliz, por ver el amor en los ojos de mi cuñada, por ver y oír el estruendo maravilloso de la carcajada de mi padre, por ver los nervios contenidos en la afonía de mi madre. Era alegría, regocijo, era un día especial en el que todo lo malo se olvida, en el que todo el esfuerzo se ve recompensado, en el que el cansancio se esfuma.

Felicidades hermano, felicidades cuñada. Felicidades, familias.

P.D.: Los rumores, las preguntas, las gentes insisten en que la próxima es la mía.

jueves, 21 de junio de 2007

Esos pijos que la meten a pelo

Cuando la extrema derecha se pone el disfraz, la careta de (rancia) derecha, ocurre que la (rancia) derecha se confunde con el centro o, incluso, con la izquierda. Sucede que cuando la (rancia) derecha aprovecha esa circunstancia para ponerse la careta de izquierda, la izquierda real se distorsiona en los ojos del pueblo y se confunde con la extrema izquierda. Eso sucede ahora en este país y se refleja en la televisión.

Acostumbramos a denostar programas televisivos llenos de nuevos famosos del corazón que abren al público sus ventanas, puertas, habitaciones, sábanas y puertas. Títulos -cada día menos refrendados por la audiencia- cuyo olor hace agradable el resto de la basura. No tengo casi tiempo -en ocasiones ni ganas- para ver la televisión, pero "Sé lo que hicisteis..." me hace un grato resumen de lo que se cuece por las parrillas.

En este juego de máscaras, en esta televisión de ambientadores, dos glamourosos se llevan la palma, una vieja conocida como A.R. (perlas dejó como la expresión "nosotros somos negros o qué") y, por supuesto, Channel Nº4. Los "progres" Boris Izaguirre y Ana García Siñériz destilan cada tarde un programa pretencioso, lleno de color y "buenas maneras", de izquierda barata y de derecha encubierta. Defender lo que la marca de la casa manda, vivir en contra de la extrema-derecha para parecer que se está junto al trabajador, por la igualdad de la mujer o la erradicación de la pobreza. Nada más lejos de la realidad.

Puedo pecar de radical, puedo equivocarme, pero siempre trato de diferenciar a las personas por los pequeños actos y no valorar los grandilocuentes gestos que, en la mayoría de las situaciones, se utilizan de forma propagandística.

En tan sólo una ráfaga, en un zapeo no mayor de cinco minutos de puedes encontrar a Vicky Martín Berrocal, presumiendo de feminismo, haciendo un alegato machista en toda regla y defendiendo a la mujer fina y al hombre de pelo en pecho. Al rato, le replica Izaguirre alzando la voz para, en pocos minutos, escuchar a Ana García Siñeriz, preguntar por qué debe hacer una mujer para trabajar, tener hijos y mantenerse estupendas, pues claro, las mujeres siempre deben estar estupendas. Me quedo entonces con una frase que escuché a un oyente de la ventana "Aunque parezca más atractiva la mujer de la cena, me interesa más la del desayuno".

El colmo de la insensatez en este programa con olor a colonia barata, rancia y a gomina caducada llegó el pasado lunes. Al parecer, Madonna (creo que era Madonna) y John John Kennedy tuvieron un encuentro más que excitante en una discoteca que no acabó en sexo porque ninguno de los dos protagonistas llevaban preservativos en sus respectivas carteras ¿llevarán carteras los ricos y famosos? y no podían ir a comprar, básicamente, porque eran Madonna y J.J. Kennedy. Ante esta "interesante" noticia, la ex- del Cordobés comentó que, tratándose del hombre que se trataba, ella no se habría ido con el calentón, pese al hecho de no contar con precacución. El ex- de Crónicas Marcianas rápidamente saltó, defiendiendo el sexo seguro y consciente de la temeridad de la contertulia. Ahí apareció la ex-arrendadora del piso de Beckham, García Siñeriz para -fuera de contexto y culpando a otros de su diarrea verbal- recuperar una frase de Bibiana Fernández (antes Bibi Andersen) que decía algo así como "De algo hay que morir"

¿De algo hay que morir? Nos hemos pasado años educados en el póntelo, pónselo, luchando contra la iglesia para convecer a católicos y no católicos de la necesidad del sexo seguro, concienciándonos de los problemas de las enfermedades de transmisión sexual y temiendo el SIDA. Ha costado (y sigue costando) que cada español y española lleve un condón en el bolsillo y, lo que es más importante, lo utilice para que ahora, una pija que la mete a pelo, nos diga que "de algo hay que morir".

miércoles, 20 de junio de 2007

Los actores, las actrices, las salas de exhibición y la ley del cine

Huelga decir que la ley del cine ha puesto en huelga a actores, actrices y salas de exhibición. Volvemos a las andadas, se trata de apoyar a un sector desprotegido pero es imposible llegar a un acuerdo con todas las partes. Parece que alcanzarlo con el gremio de intérpretes es más sencillo, pues tan sólo hay recoger en la ley sus demandas que, por otro lado, caben en esa ley. El mayor problema radica en el consenso con las salas de exhibición.

Rápidamente han salido los "cines de España" a decir que el "cine de España" no es rentable, que las salas con películas nacionales están vacías y que las "obligaciones" que se exponen en la ley son un abuso, excesivamente proteccionistas e intervencionistas, y les condenan a poner películas poco rentables. En sus argumentos o en la exposición de sus quejas no manifiestan las obligaciones que las majors americanas y las grandes productoras les imponen para hacerse con películas infumables con tal de poder "estrenar" las cintas más demandadas.

Dicho esto, analicemos el cine y sus audiencias y llegaremos a una conclusión: el problema del cine no está en las películas europeas ni españolas. De hecho, el número de espectadores que van a ver películas llamadas "minoritarias" no ha descendido: siguen yendo (o seguimos yendo) los mismos.
El único motivo por el que alguna de estas películas pueden pasar (más) desapercibidas en nuestras carteleras se debe a la tardanza del estreno (hablo sobre todo en nuestra región) que te llevan a recurrir a la tan condenada piratería que, para muchos, es única vía de acceso a determinados títulos como por ejemplo "Bajo las estrellas", que no aparece en los cines extremeños. Por cierto, somos muchos aún los que vamos al cine y nos gusta pensar, leer una película y no ojearla, mirar una pantalla llena de movimientos de cámaras, estruendos y guiones sin sentidos.

Precisamente, en verdad, el número de aficionados que ha descendido es el de las "grandes producciones". Hablo consciente de lo que digo, como estadista de aforos cinematográficos que fui y hermano de estadista de aforos cinematográficos que soy . Las salas de exhibición ya no se llenan como hace sólo dos años, las colas para ver Harry Potter no dan la vuelta al cine como en la primera sesión, aunque el público siga viendo estas películas. En este país, algo funciona mal. Para tratar de ganar dinero, seguimos cobrando más, pero ofreciendo lo mismo o peor.

Las películas dirigidas al gran público están cargadas de una mera excitación sensorial. El sonido dolby de la sala o los efectos especiales en la gran pantalla son los únicos atractivos que nos ofrecen los cines. Nada más. Y a eso, poco a poco, ya se puede acercar cada uno -salvando las distancias- a través de tecnología casera. Aunque el mundo audiovisual ha dado pasos de gigantes en este último lustro, las salas de exhibición no han tratado de combatir este avance que les supone un lastre. Es como si hubiera aparecido la televisión y el cine siguiera siendo mudo.

A día de hoy, las entradas cuestan unos dos euros (332 pesetas) más que hace cinco años pero... ¿te ofrecen algo más que entonces? Se cobra más y se ofrece lo mismo, no se busca atraer la demanda con una mejora en la oferta. Una mala táctica de mercado de la que no tienen culpa ni el cine español, ni la ley del cine, ni los espectadores que prefieren ver títulos poco atractivos en sus casas. Yo, para una carga sensorial, me quedo en mi casa y veo el logo de Londres 2012 que hasta produce epilepsia.

VED CINE ESPAÑOL, QUE NO SE APAGUE NUESTRA LINTERNA MÁGICA

lunes, 18 de junio de 2007

¡Patapán, Pssssh!

- ¿Es esta la academia de inglés?
- If, if. Between, between
- ¿Es usted el profesor?
- If, more today book.

viernes, 15 de junio de 2007

30 años de democracia

Ayer volví a ver un Congreso en silencio, atento a las palabras del orador, al mensaje del político, respetuoso con su discurso, con su opinión, con su ideología. Ayer aprecié el silencio que llena de sentido el mensaje y olvidé el ruido habitual que empaña y no nos deja ver la realidad. Ayer vi un reportaje sobre lo que ocurría hace 30 años en el Congreso.

Alguien debería aprender de aquella cita con la historia, con la democracia.

miércoles, 13 de junio de 2007

Actualizar el blog

Llevo una semana, y un día, sin actualizar. No sé si es que no tengo nada nuevo que contar o si, simplemente, es que no me apetece.

Cosas han pasado, desde el fugaz viernes de ferias, hasta el viaje relámpago a Asturias, con todas sus consecuencias. Desde la organización de una despedida de soltero, hasta la película "Cándida", con todas sus connotaciones.

Quizá el problema esté en cómo explicar cada situación, en como desgranar los matices de una película tan llana como brillante, de un personaje tan real, tan entrañable, tan sufrido y cotidiano como el de "Cándida". Sólo me atrevo a escribir para invitaros a leer la película. Os reiréis al tiempo que os dolerá el corazón por la crudeza y realismo de un drama urbano bien plasmado en la pantalla.

martes, 5 de junio de 2007

El sentimiento garrapatero que me traen las ferias

Por aquí ya huele a ferias.

La prensa vuelve con el éxodo masivo de placentinos que huyen a costas masificadas, menos pobladas en estas fechas, con el agua más fría que templada, con espacio en la arena para poner la sombrilla.

Los camiones de las atracciones hacen aparición en las carreteras, colapsan las entradas a Plasencia y buscan cobijo en el reducido recinto ferial.

Los estudiantes de selectividad comienzan a tirarse de los pelos mientras operan con su calculadora realizando ecuaciones en la que el tiempo y de estudio resuelva el número x de fiesta en positivo.

Las vías empiezan a lucir la iluminación festiva, las calles cambian de sentidos, el sentido cambia por las calles.

Este año volveremos a ser menos que años anteriores, aunque se queden más, aunque vengan los de siempre. Como diría mi hermano, las ferias de hace 50 años debían ser espectaculares.

Y yo lo miro todo con añoranza y tratando de encontrar un hueco para escaparme, para compartir unas cervezas, o unos mostos, con los amigos, con la música de cada año, con ese olor especial (y no de orina, precisamente) que aparece tan solo durante 4 días al año, ese sentimiento de alegría compartida en la barra de algún bar, entre empujones y pescados fritos, entre morros y rebujitos, entre reggeaton y flamenquito. En esta ocasión, viviré la fiesta desde la distancia, intentando acercarme por momentos.

Me perderé el concierte del “El desván del duende”, olvidaré el trotar de los camellos, escucharé a lo lejos el estallar de los fuegos artificiales (siempre peores que en años anteriores), y miraré, nostálgico, aquellas ferias pasadas, las de José Carlos y Pizarro, las de la música con duende que resuena desde cualquier desván, las de Ignacio tomándose una fresca entre las risas de Patricia.

Por aquí ya huele a fiestas, aunque a mí sólo me quedará eso esto año: el olor de los fuegos que se esfuman en el cielo limpio de mi barrio, el sabor de la primera granizada del verano, la buena compañía de una radio y algún que otro minuto de engaño al cuerpo para aplacar el mono de un año sin tapas, sin cañas, casi sin ferias.

Felices ferias y fiestas de Plasencia 2007.

lunes, 4 de junio de 2007

Compañeros de viaje

Al tiempo que dejo parte de mi economía en el asfalto, con aromas a gasoil y neumáticos, he ido recopilando ya olvidados compañeros de viajes. Cada hora, los boletines horarios de mis "colegas" -en su sentido más estricto- de trabajo (valga pues la redundancia) me cuentan lo que sucede en la región y el país. La música es buena aliada, pero mi compañía no creo que fuera grata para los grupos que escucho, más si me oyeran destrozar sus versos a "grito pelao"; además, mi garganta se resiente "beerreando" todos los días durante unos 160 minutos, o lo que es lo mismo, los poco más de 300 kilómetros que separan mi casa de mi puesto de trabajo.

Así, he ido encontrando otros aliados que conversen conmigo durante los trayectos, sobre todo, del viernes tarde y del fin de semana. Exceptuando alguna compañía física más que agradable algún que otro viernes, mis diálogos se deben estrellar contra la radio de mi coche que me habla pero no suele responderme.

En la búsqueda por no tener que contestar mucho a lo que me dicen, he recuperado dos clásicos: "La ventana", con Gemma Nierga y, sobre todo, "A vivir que son dos días" con - una cada día más esplendida- Angels Barceló. Ya conté hace semanas lo que supuso mi reencuentro con el penalty de Djukic, ayer la conversación fue por derroteros "más culturales". Hago un paréntesis para defender a todas aquellas personas aficionadas al deporte y sobe todo el fútbol y que también piensan y aprecian el arte. Los futboleros son en los hombres (generalmente) lo que las rubias al sector femenino: te encasillan en un -siempre negativo- prejuicio y extereotipo que nada tiene que ver con la realidad: las rubias no son tontas, ergo, los futboleros tampoco.

Paréntesis concluido, vuelvo a la conversación. El viaje de ayer fue lo más parecido a una película, tanto por la duración como por el perfecto guión. Barceló comenzó adentrándonos en el mundo del cine, con los rituales previos -sobre todo en una gran ciudad- a ver una película en la gran pantalla. Todo enfatizado para disponernos a degustar los trailers (o avances como proponían ayer evitando vocables importados, anglicismos).

A mí me sucede igual que a ella. Es cuesión de costumbre, de mentalización, de rituales de concentración. Yo necesito estar en la sala unos minutos antes o, cuanto menos, llegar para los trailers que -en una función más lejana de su pretensión- te envuelven ya en el mundo del cine, del ruido, del Dolby y de la oscuridad rota por la luz que hace brillar a las estrellas elegidas. Lo mismo me pasa con un partido de fútbol o de baloncesto: odio verlos ya empezados o, incluso, con los jugadores en el centro dispuestos a realizar el saque inicial. Necesito una antesala, un calentamiento, para aclimatarme.

El trailer al debate, el anuncio de Angels Barceló, precedía una interesante conversación sobre la importancia, los cambios y la cultura de estos cortísimo-metrajes (algunos no tan cortos). Quizá la visión sea muy distinta en áreas menos pobladas, en pequeños municipios como éste que en las grandes urbes (que no ubres). Para mi, personalmente, un trailer pone ante mis ojos la oferta invisible, esa que queda tapada por la gran industria que se aparece en la televisón.

Al margen de esa exhibición de películas menores que debes recordar para que, dentro de seis meses cuando lleguen a tus cines no faltes a la cita, las salas de exhibición se llenan de trailers habituales, de efectos especiales y de "americanadas" poco recomendables". El debate se centró más en este tipo de filmes. Si ves estos "avances", es que ya has elegido una película de similares características. Aquí es donde viene la cultura del trailer y esa apariencia de homogenidad entre todos ellos. Lo sutil, las insunuaciones parecen haber quedado atrás y ahora, en esos casi dos minutos, se te muestra todo, absolutamente todo: las mejores escenas, los mejores efectos, las chicas más guapas, los tíos más cañón.

Esta pequeña descripción, en tan solo dos minutos, en el trato que se da a estos cortísimometrajes, ya se ve la diferencia en el cine, la falta de creatividad y, sobre todo, el insulto al espectador al que no le dejan crear. Las "americanadas" se han convertido en un monólogo. El cine, en su vertiente más extrema de Hollywood, ha dejado de conversar con el que paga y, tan sólo, le muestra, le estimula sensorialmente. Afortunadamente, el díalogo silencioso aún queda vivo en algunos lugares del mundo, si bien cada día es más difícil hablar porque el ruido nos lo impide.

La película propuesta por Angels Barceló, con discurso inteligente salpicado con grandes dosis de humor, acabó en final feliz después de los anuncios. Y es que, al parecer, Sam Mendes y Kevin Spacey (American Beauty) se han propuesto llevar al teatro londinense regido por el actor el guión de "Todo sobre mi madre". Interesante iniciativa que mantiene viva la esperanza sobre los criterios cinematográficos de algunas estrellas de la gran industria como estos dos fenómenos que, personalmente, no decepcionan nunca.