miércoles, 19 de diciembre de 2018

Pena perpetua.

La muerte de Laura Luelmo ahonda mi pena y mi dolor por una sociedad que no es capaz de sacudirse el machismo que la estrangula hasta la muerte. A veces, ni se reconoce ese machismo ni la naturaleza de tan violentas muertes.
La muerte de Laura Luelmo me estremece, recordando sucesos pasados que sé que van a repetirse en el futuro y que seguirán generando miedo.
La muerte de Laura Luelmo nos golpea y nos retuerce las tripas y pide a gritos la necesidad de una educación feminista, que se ocupe y preocupe de la prevención, que acabe con la visión masculinizada del castigo y apueste por una educación más femenizada, apegada al afecto y la protección para evitar las agresiones machistas en lugar de tener que sancionarlas cuando ya han sucedido. Trabajar  más en qué hacer para evitarlas en lugar de cómo castigar cuando ya han sucedido.
En medio de un chillido de desesperación y terror de las mujeres, mujeres que temen por su vida, hay hombres que piden paso para mostrar su preocupación por cómo les miran las mujeres que temen. Y yo me muerdo el labio y la rabia de ver la falta de empatía de esos hombres, malditos hombres, que parecen comparar lo que ellos sienten con lo que a ellas les pasa.
¿Qué valor le das a cada vida si equiparas una preocupación con la otra?
Por cierto, los problemas de ambos acaban con la misma solución: el feminismo. La educación en igualdad.
Si acabamos con el machismo, ellas no temeran morir por el mero hecho de ser mujeres y a nosotros no nos mirarán mal. Igual así os podremos convencer.
Una pena perpetua me invade al observar algunas reacciones de esta sociedad. Todavía recuerdo como hace una semana hablaban sin pudor de denuncias falsas que no existen en ninguna base de datos y de mujeres paranoicas a las que no se puede ni mirar ni decir nada. Recuerdo todo lo que se le gritó a María, redactora de Marca, por denunciar que un tipo la besó mientras hacia un directo y otro la llamó guapa con claro aire de superioridad. Histérica. Hoy, Laura Luelmo, que se sintió acosada hace una semana por las miradas de su vecino, está muerta y ellos piden una dura condena. Ayer, se ofendían porque una ministra decía que había que creer a las mujeres sí o sí cuando esto pasaba. Laura ha pasado de estar paranoica a estar muerta. No es paranoia, es terrorismo machista que condiciona su forma de vivir y que puede estallar en cualquier momento.
Pena perpetua la mía. Y pena perpetua (otra vez el castigo en lugar de la educación, otra vez el "para cuando pase" en lugar de "para que no pase"), pena perpetua la que piden los partidos autodenominados constitucionalistas, aunque la cadena perpetua esté claramente condenada por la Constitución.
Artículo 25 de la Constitución.
2. Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados. El condenado a pena de prisión que estuviere cumpliendo la misma gozará de los derechos fundamentales de este Capítulo, a excepción de los que se vean expresamente limitados por el contenido del fallo condenatorio, el sentido de la pena y la Ley penitenciaria. En todo caso, tendrá derecho a un trabajo remunerado y a los beneficios correspondientes de la Seguridad Social, así como al acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad.

La cadena perpetua, o prisión permanente, es anticonstitucional.
La cadena perpetua, o prisión permanente, no funciona. En países con cadena perpetua (como Estados Unidos) la tasa de criminalidad es mayor. España es uno de los países con menor tasa de criminalidad del mundo. La tasa desciende proporcionalmente desde antes de la aprobación de la prisión permanente revisable. No ocurre igual con la violencia machista.
https://www.elmundo.es/papel/2018/01/12/5a577b2eca4741687c8b465b.html
La reinserción funciona. Hay que revisar los datos de reinserción y de reincidencia para ver que funciona y que, cuando falla o fracasa es, precisamente, por falta de programas de reinserción.
Para que la reinserción funcione más hay que invertir más en educación penitenciaria. Es más efectivo y más barato que la cadena perpetua o prisión permanente. De verdad.
Todo se resume en una cosa: invertir en educación, en la cárcel y en la escuela. Invertir en educación feminista en la sociedad en general para reducir la tasa de criminalidad machista al mismo ritmo que el resto de violencia.
Porque el problema es el machismo, no la condena. El problema es el machismo de una justicia que reconoce la violación, la violencia y la intimidación en un caso como el de La Manada pese a los hechos probados y no la duración de las penas.
El problema es que cada vez que pasa (y todos los días pasa, porque todos los días se denuncian 4 violaciones de media en nuestro país) se habla de todo menos de lo que las mata: el machismo.

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