domingo, 2 de diciembre de 2018

Tu belleza

Tú hablabas de Alejandro Sanz.
Yo recitaba versos y canciones
El amor era un imposible al que cantar a gritos
Y a solas
Mi habitación,
aquella cadena heredada
Una emisora de radio
Y el momento preciso
para grabar esa canción
que hablaba de mí
De todas las mujeres a las que amé
Sin decirles nada
El amor era un ideal
Una película tonta y romántica
Era una canción desesperada
sobre amaneceres en la arena,
del abrazo rojo en un atardecer,
del sol poniéndose en tu espalda, en tus ojos.
Y un beso de luna llena
en un poema de Bécquer
Con final feliz
Creímos que eso era belleza.
Hipérbole de belleza
Y hoy soy incapaz de soñar
con un plan mejor que una tarde de domingo de siesta
y caricias bajo la manta.
con algo más hermoso que
tu rostro
bajo el tenue resplandor del televisor.
No era el olor de azahar, ni los naranjos de la catedral. Era el sabor a bar, los morros a la plancha, el sonido de vasos de chupito sobre la mesa.
No era el aroma a Dior, ni un vestido de Preciados, ni la lencería fina.
Era una colonia de mandarina, aquella camiseta que pudiera ser del Berskha o simplemente verte en pijama y sin peinar
No eran velas, ni la estela y el crepitar de una hoguera, eran las luces intermitentes que tapaban mi torpeza al bailar
que te cargaban de sensualidad
Las que me paralizaban, me enamoraban
No eran rimas perfectas de aquellos bellos poemas
Eran el azar de palabras incompletas en libros prestados, mezclando inglés con latín

Creímos que eso era belleza.
Hipérbole de belleza
Y hoy soy incapaz de soñar
con un plan mejor que una tarde de domingo de siesta
y caricias bajo la manta.
con algo más hermoso que
tu rostro
bajo el tenue resplandor del televisor.

Las escapadas, los recreos, la cartelera de un cine y
el frío en la taquilla
Sin lluvia épica
No tenía moto, ni voz, ni guitarra
Para embelesarte
Fueron los pasos cortos pero rápidos, las calles del barrio, dejar de comprar cigarros en los kioskos, la pereza de una cuesta infinita, tus pantalones vaqueros, lo que ralentizaba mi caminar para verte más tiempo
Fueron las comidas tardías, el teléfono fijo de casa, las despedidas en aquel viejo banco que no era ni de madera para inmortalizar nuestro amor eterno, aquel banco de frío hierro verde que hoy resiste a la sombra de pisos que arrancaron árboles y sueños, que aún soporta las miradas censoras y a dos jóvenes que se deboran a besos soñando con el sol acostándose en el mar.

Creímos que eso era belleza.
Hipérbole de belleza
Y hoy soy incapaz de soñar
con un plan mejor que una tarde de domingo de siesta
y caricias bajo la manta.
con algo más hermoso que
tu rostro
bajo el tenue resplandor del televisor.


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