martes, 13 de julio de 2021

Ratinos

Seguro que había ensayado la llamada. Habría pensado en ella unas mil veces. Cogido el teléfono en cientos de ocasiones. Marcado el número mientras repasaba qué decir, qué transmitir. Parecer entera, no afectada. No dudar ni titubear, volver al mensaje, morderse la lengua, sonreír nerviosa, hablar del chico y de todo aquello en lo que sentirse segura.

Yo esperaba la llamada. Había dado mil vueltas a la conversación. No estaba preparado, no quería aplazarla. Quería no llorar, transmitir fuerza, seguridad. Estoy bien, me repetía.

El teléfono sonó, como tantas veces durante la tarde. Pronunciaron mi nombre, sonó diferente. Todo se detuvo, salvo el dolor en el pecho y la palabra atragantada en la garganta.

Todo fue como calcularon.

"Estate tranquilo, no tengas prisa, aquí esta todo bien. Lo importante es te que cures. Tú, tranquilo. Estamos bien. Si vieras a tu hijo esta mañana...".

Yo intentaba no llorar, fingía, raía y reía. Casi no escuchaba y repetía como retahíla de colegio.

"Estoy bien. Estoy fuerte y mucho mejor. Pronto estaré en casa. Los dos son largos pero estoy bien. La compañía me ayuda".

Nunca una conversación tan fría, tan preparada, tan tópica, convencional, incluso, impostada fue tan sincera, cálida y cariñosa.

"Te quiero, mamá". No recordaba la última vez le había dicho eso a mi madre.

*

Me apetece un café. Bueno, un descafeinado. Ahora, no a las cinco. Justo ahora.

Me apetece levantarme, prepararlo, cerrar los ojos y viajar sus granos, por su aroma. Coger una taza, el azúcar, la cuchara apropiada, quizá algún dulce o chocolate negro almendrado.

Me apetece calentarlo, que hierva. Coger un paracetamol para este eterno dolor de cabeza. 

Me apetece sentarme en mi silla, a tu lado. No decir nada. Tomarlo despacio, callado, mientras me cuentas. Me apetece recoger la taza, lavarla, cepillarme los dientes, coger mi diario, o el teléfono, sin pedir permiso ni escuchar "¿Ya has acabado"?

*

Al llegar a casa, hoy había una araña en la ventana. Es momento de tejer otra red que me quite esta angustia de pender de un hilo, de no ser suficiente, de ser vulnerable a un solo soplido.



No hay comentarios: