viernes, 1 de abril de 2022

Futuro incierto.

 No sé explicar lo que siento. Siento miedo, siento dudas, siento inseguridad, me siento como siempre pero a la vez me siento contenido por todos los otros sentimientos. Me siento cobarde, dubitativo, impaciente, con la necesidad de que otras personas den un paso por mí, con la urgencia de respuestas y avances, con un temor horrible a dar esos pasos. Tengo que pedir la discapacidad, no sé que va a suponer eso, no sé qué vendrá ahora, no sé cómo será la conversación con la empresa, no sé qué ocurrirá en la cita con la inspección médica, me bloqueo a la hora de pensar, de escribir lo que pienso. Quiero que todo sea normal, volver a trabajar, coger el coche e ir a dónde sea, no tener miedo cuando me despierto de golpe por la noche, poder llorar, abrazar a Patricia, no sentirme un estorbo, cansado y apagado. Que no me duela la cabeza, que no me maree, que cualquier cosa que me pase no la asocie a algo que hace 14 días no sabía que tenía. 

"Las personas con epilepsia son más propensas a tener problemas psicológicos, especialmente depresión, ansiedad y pensamientos y conductas suicidas. Los problemas pueden ser el resultado de dificultades para lidiar con la afección y de los efectos secundarios de los medicamentos, pero incluso las personas con epilepsia bien controlada tienen un mayor riesgo".

No sé si es motivo de consuelo o de preocupación, quizá, como me han dicho, la medicación para la epilepsia también ayude a solucionar o minimizar los otros problemas. De momento, la ansiedad ha crecido y hay días muy oscuros, de tanta oscuridad que prefería un desenlace fatal el día de la crisis. Sé que no es un pensamiento real, que no es un deseo, que es más bien un mecanismo de escape, la fórmula que tengo para dejar de pensar lo que pienso y me deje de afectar. La pena para paliar este inevitable miedo que tenemos y que me atenaza e inmoviliza. A veces, sólo quiero que mi cabeza deje de pensar, tan sólo eso, que pare. 

También odio no poder conducir. No poder ir a recoger a Candela, Mario y Mateo, ni llevarlos a baile o escalada, ni planear una escapada o hacer una propuesta que sea para mí en solitario, tener que depender de alguien en una región en la que las comunicaciones públicas son un desastre. Si quiero ir a Cáceres para mi revisión el miércoles, que es a las 9.40hs, yendo en tren necesitaría hacer noche allí y comer allí. Dos trenes de ida y dos trenes de vuelta, en un recorrido tan común como el que une Plasencia y Cáceres. En autobús hay más opciones, pero bastante caro y también me obliga a hacer noche en Cáceres.

¿Es o no para estar enfadado con cómo han gestionado y gestionan esta región?

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