lunes, 16 de noviembre de 2009

Deporte, pitos y decisiones

La cuerda se tensa y siempre se rompe por el mismo lugar. En el deporte, el banquillo es un lugar ingrato, siempre caliente. La felicidad es más efímera que en cualquier otro lugar del campo. Los triunfos son menos, las derrotas son mucho más pesadas. El entrenador pocas veces ganas. El entrenador siempre pierde. Realidad que acepta el que día a día se siente en el banco.

En las derrotas, uno debe dar siempre la cara. En las victorias, nunca se puede sacar pecho. A la prensa hay que tenerla contenta, si se puede criticar algún aspecto de la plantilla o del club mejor que mejor. A la afición hay que agradarla con gestos, nunca excederse pues puedes parecer pelota o bienqueda y eso no se perdona. No camines recto, pueden acusarte de prepotente. No camines encojido, pueden creer que no tienes temperamento para dirigir un vestuario.

Ser entrenador es mucho más que tomar decisiones, que saber de tu deporte, que colocar a los jugadores sobre el campo y plantear una estrategia. Ser entrenador conlleva la difícil tarea de convencer al público, siempre soberano.

En mi corta trayectoria profesional me he encontrado -lo he vivido de cerca- con situaciones poco entendibles. Entendí, aunque lo vi injusto y el tiempo me dio la razón, que Dani García fuera destituido en el Plasencia del descenso a LEB-Plata. Lo que jamás comprendí fue la animadversión de cierta parte de la grada a un técnico que había demostrado sus conocimientos (muchos de ellos tuve el placer de poder compartirlos y administrarlos en mi formación) y su total dedicación por el club. Placentino de pro el amigo Dani (espero verte pronto en un banquillo).

Tampoco entendí jamás la falta de comunión entre Juan Pablo Márquez, ese técnico que meditaba sus respuestas -no las tenía aprendía, quería ser sincero-, ese entrenador que preparaba hasta el último detalle las jugadas del siguiente partido, y la grada de La Bombonera. Ese Plasencia no tenía la calidad suficiente para estar donde Juan Pablo le puso. No entendí la actitud de la grada ni la destitución tras 2 derrotas seguidas. El tiempo me dio la razón.

Este año se han vuelto a dar 2 situaciones muy similares a las de Juan Pablo, pero en este caso en Cáceres. La grada condenó hace tiempo a Ángel Alcázar, y el ascenso a segunda B no le sirvió para ganarse, cuanto menos, el beneficio de la duda. A la hoguera con él. De momento, los resultados no llegan de la forma que se esperaba y el equipo sigue en descenso directo.

Y hoy, 16 de noviembre, Gustavo Aranzana es entrenador del Cáceres 2016. En un tiempo récord, el club le ha buscado recambio a Piti Hurtado, que el sábado puso su cargo a disposición del club y el domingo ya no era entrenador de los cacereños. Piti Hurtado ha sido una nueva víctima más de la decisión de una grada que no entendía a Piti o que no creía en él. Cada uno tiene sus motivos, yo no los veo. Piti tiene defectos, pero nada tienen que ver con el baloncesto. Se equivoca en los partidos, pero no es el único. Piti resucitó el baloncesto en Cáceres y quizá su mayor error haya sido no retirarse a tiempo porque la condena estaba firmada desde la derrota ante Illescas el 30 de mayo de 2008.

Cáceres y el Cáceres echarán de menos a Piti. Nosotros nos encontraremos en las ondas en algún otro equipo. Suerte y disfruta de tu familia.

1 comentario:

Patricia dijo...

uuuuuuuuuhhhhhhhhhhh!!!!!!

Rollo!!!!!!!!!