domingo, 30 de mayo de 2021

2026

 Hola, Iván. No te asustes. Soy yo, es decir, soy tú, pero 5 años más viejos. Me han seguido saliendo canas una vez superada la ansiedad y la depresión, así que no le des mucha vueltas a eso. Y no hagas caso a tu primero José, no está avanzando la calva por la coronilla. Es una chorrada pero igual te tranquiliza.

Te escribo para decirte que estoy bien. Todavía tomo pastillas (no tantas como tú), todavía necesito alguna, pocas veces las uso ya para dormir (y Mateo ya no grita a media noche), pero aquel inexplicable miedo, aquellas ideas que te atormentan, los temblores y todo lo demás que te hacen sentir un ser distinto al que no quieres ni comprendes, pasó. Fue duro, pero pasó. Fue lento, pero pasó. Yendo día a día, a pequeños pasitos, a pequeñas metas. 

Ya no vivimos donde estás tú leyendo esta carta, de esa casa de la que tanto te costaba pensar en irte mientras Patricia planeaba todo lo que hacer cuando llegase el momento de mudarte a la casa de Rosi. Ya estamos aquí. Como siempre, Patricia dio el empujón al que nunca te atreves, y salimos de la madriguera. Te escribo desde aquí, donde tengo un pequeño despacho (no sé si llamarlo así)... Un lugar donde puedo escribir y montar. Fue difícil, porque había muchas heridas por curar, sangre por rozaduras y el camino era tenebroso e incierto. Yo sé que ahora no ves el camino. Sólo tienes que dar los pasos que puedas y necesites dar. Sin prisa. 

Lo primero que yo hice, que tú harás, fue hablar con Patricia. Pero hablar, contarle todo la verdad. Y callarla con calma cuando empezaba a no escuchar. Fui egoísta (lo serás) pero era la única forma de ser generoso. Pedirás espacio, soledad, tiempo libre, le dirás todo lo que te duele, no sólo en esa conversación, todo los días, hasta cuando no te salgan las palabras. Lo harás. Y ella te va a abrazar y te va a dar todo lo que necesitas, aunque le duela, aunque su espalda no aguante más. Lo hará. Y caminará contigo. A veces, a tú lado. Otras muchas, sólo mirándote andar. 

Hoy está ahí sentada, jugando a nuestra vieja Wii (sí, todavía la tenemos) con Mateo, que ahora es el que no la suelta. Mateo está bien, es feliz. Le darás lo que necesita dentro de lo que puedes dar. Y a cada pequeño paso tuyo, gritará, pegará y chillará menos. Ahora es un niño listo y activo, que corre y juega. No se ha decidido por deporte o actividad alguna, pero no para. Duerme mejor y ya no necesita que te acuestes con él. Y tú tampoco. Esa paz ya reina por toda la casa.

Mario sólo te necesita a ti. Sé que te mata no poder ser el Iván que eras, que te escondes en el móvil para que nadie vea tu ansiedad, pero pronto vas a tener la entereza suficiente para no hiperventilar, para dedicarle, aunque sólo sean ratitos, exclusivos a él, y exclusivos a Mateo y también exclusivos a Candela, que es lo que más echas de menos. Toda la rabia que tiene Mario es por no saber llevar tu ansiedad y tu ausencia. Con Versus aprenderá, y tú también. Mario siempre te ha enseñado más de lo que tú le pudieras explicar. Es el espejo en el que más te reconoces y del que más aprendes porque es cómo mejor te ves por dentro, desde fuera. Por cierto, Escu sigue dando la brasa diciendo que es el nuevo Alberto Ginés, que tiene muchas cualidades y no sé qué otras cosas que sigo sin entender. Él disfruta escalando como el primer día: ríe, mira, observa, aprende, pregunta, ayuda y lo intenta y lo vuelve a intentar. No piensa en más que en disfrutar. Y en sus notas. Eso no creo que haga falta que te lo diga.

De Candela no sé ni qué contarte. Con esa mirada cándida, con ese cariño que desprende, pasa ahora su adolescencia. Es la misma bailarina de siempre (se le pasó lo de los caballos), el cambio al instituto la tiene motivada. Saca buenas notas y sigue siendo la cuidadora de toda la familia. De Phoebe, de sus hermanos pequeños (que no lo son tanto) y de ti. Duerme con ella cada noche que puedas. Te curará. Son pequeños instantes de felicidad que rellenan los huecos de tanto vacío y abandono.

No he hablado del trabajo. Fue quizá lo que más costó. No te engañes. Sabes que lo querías dejar pero lo sentías como una derrota enorme, no personal, sino social. Como caer después de todo lo luchado para que acabara haciéndose todo lo odiado sin oposición. Entenderás que ese pasó lo tienes que dar. Hoy ya sabes que no puedes volver ahí a trabajar. Que no es que no valgas, que no te merecen y que la gente merece otra información, "otra forma de hacer deporte". 

Nos va muy... No nos podemos quejar ¿esa idea que te ronda por la cabeza? Fue costosa, quizá no alcance hoy la plenitud de todo lo ambiciosa que era, pero es lo que querías: periodismo deportivo, información paritaria, hombres y mujeres por igual y un amplio seguimiento a las más importantes competiciones. A veces, yendo. Otras, desde casa. Falta mucho para llegar a ser un referente, pero tenemos suficientes suscriptores para mantener el salario de María y tuyo y pagar cuando contratas colaboraciones. Sí, están todos los nombres que te puedas imaginar y alguno más. Canal Extremadura era un ente insoportable y poco a poco, se han ido subiendo a un tren en marcha. No, AVE seguimos sin tener por Extremadura. 

Por cierto, el periódico digital (e inicios de radio) no llegó sólo. Tuviste que tener un sueldo seguro antes. Hablarás con Dani, hablarás con más gente, editarás (falta mucho para eso) y tendrás un dinero que dé cierta estabilidad. No es lo único que te espera. Tendrás otros pequeños trabajos temporales para poder ahorrar y poder ahorrar y poner en marcha el proyecto. Con el portazo que darás en la puerta del canal no esperarás que te den finiquito... Pero ahí estarán papá y Raúl para ayudarte, y Carlos para darte lo que no tiene. Y Patricia, para decirte "adelante", aunque tenga más miedo que tú de que salga más. Pero sabe que no saldrá mal. No escucha tus programas, no escuchaba tus reportajes, pero sabe que eres bueno en tu trabajo y se comerá todas sus dudas y temores y te apoyará. Abrázala, ella también tiene ganas gritar, de desaparecer y de llorar. 

Iván, ya estás bien. Sólo te hace falta tiempo. 

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