viernes, 19 de noviembre de 2021

Enemigos y huidas.

No sé qué escribir. No es un día fácil. Siento tristeza, desazón, baja estima, me siento solo, poco querido, incomprendido, alejado del mundo, con la necesidad de huir, cansado, extenuado, sin poder poner pausa a mi vida, sin poder llenarla de descansos, sin ánimo de hacer nada, con ganas de llorar, odiando todo aquello que suena. Siento que las películas y canciones se me quedarán grabadas como una herida, como un recuerdo amargo, siento una distancia sideral entre tus labios y mi boca, entre tus pies y mis manos, entre mi silencio y tu conversación, entre mi mirada y el horizonte. 

Estoy completamente perdido en mi recuperación. Rebusco entre mis libretas y no encuentro algo que me pueda hacer crecer, que me saque de esta sensación. Pienso en pedir el alta y volver a trabajar para tener la mente ocupada, he dado un paso atrás en mis otras aspiraciones, no sé si por miedo, por bajo amor propio o por imposibilidad real. Siento un vacío inmenso y poca fuerza y son demasiados los días que pienso que no quiero vivir así. De momento, sé que lo que no quiero es vivir así, pero cada vez pasa más el tiempo y el así parece un adverbio eterno, sin remedio. No sé qué hacer. No sé qué decir. No sé cómo parar. No sé qué estaré haciendo mal o sí lo sé pero no sé como dejar de hacerlo. No sé dejar de discutir, dejar de ser quien soy cuando quien soy me daña y me encierra en una obsesión que no depende de mí. 

Pienso en pasar unos días en el hospital y descansar, pero no sé si me volvería loco. Estoy triste. Necesito abrazos, estar sólo y a la vez que me arropen, necesito sentir que valgo y no temblar, necesito desprenderme de tanta amargura, de tanto odio, de pensamientos intrusivos y molestos, de una cabeza que nunca frena y que siempre busca los rincones más oscuros. Siento que camino por inercia, sin voluntad ni oposición. Y miro a Candela y no puede sentir mayor amor. Y miro a Mario y no puedo sentir más orgullo. Y miro a Mateo y no me puedo sentir más querido. Y miro a Patricia y veo futuro. Y miro a Phoebe y veo fidelidad. Y mire donde mire, tengo lo que quiero pero, de repente, hay algo que me falta y no sé qué es ni cómo llegar a ello. Y mi cabeza sólo busca enemigos y huidas. 

Los días se hacen largos y pesados, diciembre amenaza con sus noches frías y tempranas, con sus luces y sus fiestas, con sus salidas y aglomeraciones, con planes y salidas, sin pausa alguna para un cuerpo cansado y una mente perdida.

No hay comentarios: