martes, 9 de noviembre de 2021

Sólo quiero dormir.

 No sabría qué decirte. No sé cómo tapar mi odio. No sé cómo solucionar lo que noto roto. Sólo sé cubrirme con las sábanas o la soledad, en medio de una mirada que se pierde, de un pensamiento agotado y circular, de unas lágrimas que no brotan, de un dolor de cabeza que no se va, de esta tristeza que me atrapa y no me suelta, de esta ira contra todo lo que veo mal.

Aquí estoy sentado, maldiciendo el tiempo que no tengo, los rayos de sol y la pantalla del ordenador, el dolor de piernas y el cansancio, el sueño y mis horas sobre el colchón, la falta de caricias y de palabras, la apatía de jugar y de perder, mis errores y arrepentimientos, mis silencios y mis voces. Mi soledad en medio de la multitud, en la ausencia de tus brazos, en la cima de la incomprensión.

Tener que levantarme, que salir a la calle, que hablar con gente, que ir a cien lugares, cuando mi yo está paralizado, mis piernas no responden y mi cerebro dice no. 

Sólo quiero dormir y que pase todo, sin hablar, sin fallar, sin echar de menos nada ni a nadie, sin exigir, sin expectativas, sin promesas incumplidas, sin fuerzas para ser quien digo ser, con miedo a no ser lo que digo ser. 

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