martes, 18 de enero de 2022

No recuerdo.

No recuerdo cómo es vivir sin ansiedad, sin tristeza, sin ganas de nada. No recuerdo bien cómo era aquel yo que parecía sonreír, que disfrutaba, que luchaba, que jugaba y hacía bromas y juegos de palabras. No recuerdo cuándo fue la última vez que fui con ganas a trabajar, si alguna vez ocurrió, si en algún momento no tuve miedo a lo que pudiera pasar. No recuerdo cuando la ilusión se convirtió en temor y las ideas en algo que morían en mi interior.

No recuerdo vivir sin ganas de llorar, una semana entera sin sentirme mal, sin marearme, sin tener prisas por hacer todo lo que se me escapa, sin sentirme culpable. 

Trato de mirar hacia atrás y no lo recuerdo. He puesto distintas fechas: 2012, 2014, 2018, 2021... Pero no recuerdo cuando fui feliz, cuándo sonreía, cuando hablaba, cuando tomaba café, cuando quedaba sin miedo a romperme, cuándo fue la última vez que aquella persona a la que el miedo, la diferencia y la soledad y le fue comiendo, la desconfianza, las críticas, las continuas miradas le fueron apagando. 

Realmente, ahora no sé si hubo aquel Iván o si es un recuerdo edulcorado, cuando tuve una última idea que ejecutar, cuando me empezó a agotar el tener que pensar, que coger la responsabilidad para ser lo que decía ser y no sufrir en el intento, no esperar las consecuencias. Hubo un momento en el que no lo quería hacer más y no sé bien cuándo fue, no me recuerdo haciéndolo bien.

Tengo que ir hacia atrás, hacia muy atrás, y pensar en aquellas carcajadas, en la osadía, en ser salmón a contracorriente, en morder el anzuelo y volver al río a esperar volver a ser pescado para disfrutar de unos segundos de libertad. 

No recuerdo cuando fue la última vez que nadé, que hubo siquiera agua, que pude beber.

Miro hacia atrás y recuerdo días de mierda, conversaciones odiosas, frases que me apresan, discursos que me pesan. 

A veces, no recuerdo realmente si hubo otro Iván ni que Iván espero encontrar.

No hay comentarios: