sábado, 8 de enero de 2022

Hay días.

 Hay días que sólo me apetece dormir. Pasar mala noche, continuas pesadillas, estar medio despierto desde bien temprano hasta que por fin te levantas, con sueño, con dolores de cabeza, de espalda, de piernas, con malestar constante. Y que la mañana avance mientras tú sólo quieres cerrar los ojos y te molestan todos los ruidos, todas las palabras, todas las demandas de juegos porque, sencillamente, no puedes. No puedes mantener los ojos abiertos, no puedes levantarte del sofá para sacar a la perra, no puedes jugar a otra cosa que no sea a los médicos o a que Mateo te maquille mientras tú no haces nada porque tu cuerpo no responde, no tiene ganas, no tiene fuerzas, sólo tiene sueño y malhumor.

Hay otros días que la ansiedad te vence y quieres lo mismo pero a oscuras, que la mera presencia de alguien te molesta, sus conversaciones, sus ideas, sus planteamientos. Y sólo te queda huir, el estómago se cierra, tu cabeza estalla en pensamientos y sólo la oscuridad y la cama calman los temblores o los invisibilizan.

Hay otros días que estás bien y, de repente, notas como te cuesta respirar, como te mareas, como no te enteras de lo que sucede y cuentan a tu alrededor, como pierdes el sentido, el contacto y te sientes inútil, tonto, observado y quieres estar sólo porque todos son estímulos ante los que no puedes responder, ante los que tu cuerpo se atora, se bloquea y tu cabeza es incapaz de razonar ni escuchar, de saber qué están dando en la tele. 

Hay otros días que la ansiedad se apodera en el momento menos pensado, paseando con tu familia o en la cama acostado, y sientes un miedo atroz y ves tu cuerpo arrojándose desde el cancho más alto o piensas en tomar todas las pastillas y poder dormir y acallar todas las voces externas y los ruidos internos, los pensamientos veloces, fugaces o eternos. 

Hay días buenos, en los que sonríes, en los que vuelves a besar a Patricia como si fueras un adolescente, en los que gastas bromas, ves bailar a Candela, la haces sonreír, juegas a la consola con Mario, no te molestan las trastadas de Mateo, haces la comida, disfrutas de la última película, haces planes, sales a la calle, respiras, montas en bici o escalas, hablas con gente... Van siendo más estos días, pero todavía cuesta y hacen que los otros días sean más oscuros y difíciles. 

https://www.youtube.com/watch?v=yUQduwMVaZk

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