martes, 11 de enero de 2022

Verdad verdadera.

 Hace no mucho, me preguntaba qué pasaría su un político en una rueda de prensa asumiera la verdad. Si un político llegara a ponerse delante del micrófono y dijese, sin tapujos, que estas medidas no son las más idóneas (para contener la pandemia, en este caso) pero que no hay dinero suficiente para tomar las decisiones apropiadas o que se considera que hay que sufrir ciertas consecuencias para mantener otro tipo de beneficios (económicos, principalmente).

Es evidente que cuando escuchamos ruedas de prensa nos mienten. Hablan de una verdad que con sólo salir a la calle sabemos que no es real. Nos tratan de convencer de que son las medidas adecuadas y no las interesadas pero ¿qué pasaría si dijeran la verdad? ¿si se plantaran delante del micrófono y fueran realmente honestos? Si dijeran por qué no bajan las ratios, por qué flexibilizan un protocolo cuando más azota la pandemia, por qué no refuerzan la sanidad, sobre todo la atención primaria y las urgencias en vez de mandar un falso mensaje de control y de ausencia de gravedad ¿son menos muertos los 18 de esta semana que los de marzo de 2020? ¿Soportaríamos la verdad? ¿Acaso no pediríamos responsabilidades inmediatas? ¿Preferimos entonces la mentira, aunque sepamos que es mentira y nos ofenda?

Cada día pienso que nos hemos acostumbrado a vivir en la mentira y casi a exigirla. Lo que está sucediendo con los clubes de fútbol extremeños, la polémica de Garzón... Tengo la impresión de que la gente te pide la verdad y cuando la das, siempre está dispuesta a echarse al cuello por desprestigiar a su equipo o al país, como si fueran las palabras y no los hechos los que ensucian esa marca. 

Lo que ha dicho Alberto Garzón es verdad. La polémica que se generado es falsa porque aumenta unas palabras que no son las que ha dicho Garzón, pero lo que ha dicho el ministro es totalmente cierto: las macrogranjas son dañinas, la carne es de baja calidad y esos alimentos también se exportan al extranjero. No sólo vendemos ternera de la Dehesa de Extremadura. 

¿Por qué molesta que se diga la verdad? ¿No es ese el primer paso para solucionar el problema? ¿Por qué exigimos la verdad si después la demonizamos y desvirtuamos?

Cada día entiendo menos este mundo y mi profesión.

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