El deseo de poder verte cada día,
aunque no haya abrazos ni caricias
aunque no haya besos ni palabras al oído.
El deseo de que no te vayas, de alargar tu marcha
todavía es pronto, no estoy preparado, para despedirte.
El deseo de que todo pase,
de que pase la agonía
de que llegue la llamada
definitiva
El final conocido, el final irremediable.
El deseo de seguir viéndote con vida
de notar latir tu corazón y tu osadía.
El deseo de que la luz se apague
Y no sufras más, y no se alargue esta angustia
Aunque me pasaría la vida entera
apoyado en el cristal
mirando cómo respiras.
Y contar, quizá, que hemos bajado al parque
Que Mateo reconoce tu coche
Que Mario ha vuelto a ganar en escalada
Que Candela baila en el Alkázar,
Que ya estoy bien, que vuelvo a trabajar
Que Patricia y yo planeamos nuestras bodas de plata.
Y que te tienes que despertar
y llevarla del brazo a un nuevo altar
antes de que de te vayas.
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