viernes, 25 de junio de 2021

Golpes.

 Hoy ha vuelto a salir a la ventana. 

Yo miraba una telaraña. Su madre se asomó. Yo levanté la cabeza. Ella apareció. 

Su contorno tras el cristal tintado. Yo no pude dejar de mirar. Ella sonrió y saludó. Yo levanté la mano. Hice algo parecido a sonreír. Pregunté qué tal, no supe sacar la voz. Ella mostró su cara por la ventana abierta. 

Tenía razón. Es hermosa, terriblemente hermosa. Tendrá 30 y pocos y es irremediablemente bella. 

Yo quedé inmóvil. mirando, cobrando el haber acertado mi apuesta. 

Giró su cabeza y me mostró su cara, tan hermosa, tan golpeada.

Yo quise matar. Matar a todos los malditos hombres, cobardes hombres.

Me miró. Levanté inocente el pulgar. Arqueé las cejas. Ella sonrió. Mantuvo firme el pulgar. Nos miramos. Evitamos cruzar nuestros ojos. Me quité la mascarilla para sentirme tan libre como ella, para mostrar mis heridas como ella, para creerme tan valiente y fuerte como ella. Dijo con la mano agarrotada adiós. Ella me correspondió. Ella lo hace mejor. Me retiré. Volví unos segundos después, ya no estaba. Sonreí. 

Habrá un día en el que salga no sepamos qué decir, hablarán nuestros ojos, compartiendo dolores en el silencio de las miradas.

Habrá un día en el que salga y yo ya no esté.

Habrá un día en el que salga y sea ella la que marchó.

Temo ese momento. Temo ese momento en el que la libertad sea su miedo y no encuentre las manos que sepan acariciar tanta belleza, que no sepan aguantar tanto valor.

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