viernes, 25 de junio de 2021

La espera

 Aquí dentro todo es espera: esperar la hora de despertarse, esperar la hora del desayuno, esperar que abran el patio, esperar la terapia, esperar la siguiente comida, esperar que te dejen ir a la cama...

La peor espera es la de la llamada. Larga, tediosa, densa, espesa como el calor de la dehesa.

El día camina sigiloso y despacio, en una burla de tus prisas. Nunca llegan las 4. Y a las 4, varios ataques al corazón.

Cuando llega la hora y nada suena, cuando suena y el pulso se acelera, la pérdida de latido en esos segundos que tardan en coger el teléfono, contestar, escuchar y pronunciar un nombre. Son los segundos más largos, como el tiempo que pasa entre que quitas la anilla de una granada y explota.

Que pronuncien tu nombre es la bandera blanca en mitad de la guerra, el llanto de inicio de vida, el agua fresca de la garganta.

Otro nombre es una herida más, un arañazo en el reloj de arena, aumentar el ritmo en tus paseos sin destino por pasillos cada vez más estrechos.

Oír tu nombre. Escuchar tu voz. La espera siempre merece la pena.

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