miércoles, 22 de septiembre de 2021

Luces.

Han desaparecido sombras, días grises, nubarrones de mi cabeza, planes de huida. Ya veo luces, salidas para poder quedarme, puertas que abrir para querer quedarme. 

Ya veo luces. Pálidas, intermitentes, inconstantes, pero son luces. Rayos que se cuelan entre las rendijas de mis alcantarillas para salir del lodo que trato de limpiarme como puedo, con mis manos, con mi lengua, con las bocas de otras y de otros. 

Ya veo luces. Hoy he ido a mi consulta de atención primaria para revisar mi baja. Mi estado de ansiedad se ha convertido más en un estado de nerviosismo, con esos temblores tan de mi madre cuando esta preocupada por algo. Pero sonrío, hay algo más de brillo en mis ojos, he llegado a hacer el amor, hablo, escucho, estoy presente en los lugares en los que antes sólo estaba. 

Ya veo luces. No siempre. Hay momentos duros, estrés, ansiedad, cansancio. Pero hay más paciencia, más consciencia, más ganas de todo. 

Ya veo luces y a veces me paso. Tengo prisas, quiero correr hasta el final del túnel y respirar el otoño, que sus olores me traspasen los poros y me llenen de sus colores. A veces tengo tanta prisa que tengo miedo. Parece contradictorio, es complicado. Tengo prisas por tener más autonomía, por quitarme o vencer límites, por ir reconstruyendo mi vida y me atrevo: hay días que salgo a pecho descubierto. Hay altibajos, momentos de lucidez y euforia con momentos de agotamiento y depresión, hay inseguridad, hay un miedo atroz a que de tanto querer correr el siguiente paso me lleve contra una pared y me haga retroceder. Pero ya veo luces.

Camino más y mejor. Hablo más y mejor. Sonrío y acaricio. Juego cuando puedo. Escapo cuando lo necesito y cada vez lo necesito menos. 

Aún no estoy preparado para la mayor parte de las cosas, diría, que debería frenar y pedir más ayudas, pero me esfuerzo, lo hago y luego ya, si puedo, descanso. Porque es mejor caminar que parar y ponerse a pensar. Porque necesito andar un camino desandado muy largo. Y necesito construir una confianza, unas certezas, unos valores lastimados desde hace años. 

Pero ya veo luces. Hoy es un buen día, aunque me pueda la nostalgia, el dolor de los recuerdos, el miedo al futuro, las prisas por la tardanza del futuro y sus frutos, pero sé que quiero estar y dónde y ya no escribo sólo de tristezas y odios, de desesperación y huidas, ya también hablo del amor, de la esperanza, del olor de septiembre, de felicidades que afloran en medio de la tristeza y la apatía.

Ya veo luces. Sigue habiendo sombras oscuras pero ya son más largas y mejores las tardes de sol, aunque el despertar sea un peso sobre mi cuerpo, aunque el día se eternice y el agotamiento y la ansiedad se presente sin avisar, ya veo luces. 

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